​Puede ocurrir todas las semanas de la legislatura, todas. La precariedad parlamentaria de Pedro Sánchez provoca el chantaje permanente de sus socios, que ante cualquier votación mínimamente importante ponen y seguirán poniendo sus condiciones sobre la mesa, so pena de tumbar los decretos del gobierno si no cumple sus exigencias.

Esa precariedad provoca también una situación de ansiedad generalizada, porque es imposible adivinar qué va a pasar en el futuro, empezando por las posibilidades reales de que pueda Sánchez cumplir las promesas que ha hecho su gobierno. Nunca se pueden dar por seguras porque Sánchez cambia de criterio como de camisa, pero a esa inseguridad ante cualquier proyecto vinculado a decisiones del presidente, se suma ahora, con el gobierno renovado y en marcha, que los socios de Sánchez, todos, como un solo hombre -o mujer- anuncian el rechazo a los proyectos de ley que se tienen que votar este miércoles

No se sabrá hasta el último momento si esos socios apoyarán las propuestas… O puede que ni siquiera se planteen aprobarlas, provocando así una situación de gravedad extrema. De infarto para el gobierno, porque comprenderán al fin que con los socios que han elegido para neutralizar la posibilidad de que PP y Vox gobiernen en coalición, han buscado socios que no se caracterizan por su lealtad, y actúan como actúan siempre los chantajistas: nunca sueltan la presa. Una vez que han cobrado el precio que pedían,  no se acaba la historia, sino que siguen pidiendo y pidiendo más convirtiendo el chantaje en situación permanente, sin fin.

El Psoe carga las tintas contra el PP, al que acusa de falta de sentido de Estado. Que lo diga Sánchez , el presidente con nulo sentido de Estado y experto en dar alas a partidos antiespañoles, tiene bemoles.

Sánchez saldrá mal parado de su abrazo a partidos no fiables, pero también saldrán mal parados los españoles, de cualquier clase y condición. Entre otras razones, porque la UE puede echar para atrás la entrega de los fondos que nos quedan por cobrarde Bruselas, y que suman docenas de miles de millones de euros. Quedarán también paralizadas las promesas que anunciaron presumiendo de sensibilidad social, que tenían como objeto ayudar a las familias que soportan malamente la crisis económica: más subvenciones, más abonos gratuitos, más prestaciones … Pero también otras menos estimulantes, como el incremento del irpf, o del iva en productos que forman parte habitual de la cesta de la compra.

Los asuntos judiciales han echado atrás a Junts. De momento. Puigdemont no acepta las medidas  que no le garantizan la aplicación de la amnistía, ni tampoco que el ministerio de Justicia pueda controlar los procedimientos judiciales. Algo que va contra el Estado de Derecho y la separación de poderes.

Los sanchistas que ven la legislatura como un calvario están cargados de razón. No hay día sin exigencias y chantajes de los socios, lo que alimenta las especulaciones sobre su duración.