26.04.2024 |
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RACING 1-0 UD LOGROÑÉS

Ya huele a ascenso

El Racing enlazó su séptima victoria consecutiva gracias a un solitario gol de Tienza en el primer minuto de partido | La celebración final demostró que tanto la grada como los jugadores saben que el objetivo está cerca

Fernández Romo: «Tenemos que ser prudentes hasta el último instante»

Los jugadores del Racing incluso tuvieron que salir de nuevo de vestuarios reclamados por ‘La Gradona’ para alargar la celebración.
Los jugadores del Racing incluso tuvieron que salir de nuevo de vestuarios reclamados por ‘La Gradona’ para alargar la celebración.
Ya huele a ascenso

Siete victorias consecutivas, diecisiete jornadas sin perder. Conseguir algo así es muy complicado en cualquier categoría y da muestras de la solvencia, contundencia y dominio con la que se está desenvolviendo el Racing en esta segunda vuelta. Viaja con una apisonadora pero aún así sigue siendo el más rápido. Es un equipo que no pasa por encima de nadie y que ayer incluso terminó pidiendo la hora por culpa de dos balones parados que colgó su rival en los minutos 95 y 97, pero no le gana nadie. Es un seguro y, aunque lo disimule como nadie, se sabe campeón. Sólo hubo que ver la celebración de los jugadores ayer tras pitarse el final de la contienda y realizar el habitual hermanamiento con el fondo norte, que incluso consiguió que los futbolistas volvieran a salir del vestuario cuando el espectáculo parecía haber acabado. Aquello atufaba ya a celebración por el ascenso. Por ahora hay que disimular, pero los fuegos artificiales están a punto de encenderse. Porque el conjunto cántabro es un seguro de vida, es improbable que sufra un desfallecimiento. No falla nunca. Le da igual marcar el gol decisivo en el descuento que a los pocos segundos porque el final es siempre el mismo desde hace ya mucho tiempo.

La grada de El Sardinero explotó en el minuto 97 pero estaba de fiesta desde horas antes de que comenzara el partido. El ambiente prepartido funcionó, el personal llegó animado de casa y había, en definitiva, ganas de continuar la jarana en el interior de Los Campos de Sport. El Racing lleva tiempo anunciando el éxito y todo el mundo quiere estar allí. Por eso, a pesar de ser sólo el partido de la trigésimo segunda jornada, parecía uno de esos grandes días, días en los que a menudo a los jugadores verdiblancos se les ha puesto todo cuesta arriba porque sufrían la presión de no verse capaces de estar a la altura de esa ilusión generada en torno a ellos. Eso no pasa esta temporada. Forma parte del pasado. El equipo de Romo ha estado bien cuando ha tenido que estarlo y ayer se sumó a la feria marcando en el primer minuto de partido. Puso todo de su parte para que el ritmo no parara, para que el DJ sacara el mejor repertorio de su colección.

Lo mejor de este equipo no es sólo que, a pesar de tener el ascenso en su mano y de que las cosas le van rodadas, mantenga los pies en el suelo y no se aparte de su mensaje de prudencia, sino que incluso se lo cree. Cuando vende que hay que ir partido a partido sin poner el champán a enfriar y su entrenador dice que queda lo más difícil, lo dicen de verdad. Y lo demuestran con hechos, apareciendo en los partidos  al cien por cien, sin conceder nada y con la intención de comerse a su rival porque no se fía de él. Se sabe superior, pero quiere dejarlo patente sobre el césped. Por eso ayer comenzó el encuentro como si el Logroñés le debiera dinero, como si el Deportivo estuviera a dos puntos o como si no ganara desde hace dos meses. Y lo cierto es que suma ya siete victorias consecutivas.

Íñigo ganó el sorteo pero volvió a elegir atacar primero en la portería de ‘La Gradona’. Han cambiado las costumbres, a paseo las tradiciones. No hay por qué aferrarse a ellas cuando el equipo se ha pasado prácticamente toda una década en la categoría de bronce. Y le va bien porque da la sensación de que le ayuda a salir entonado y a cuatro mil revoluciones. Se pone de cero a cien en 52 segundos, que es lo que tardó Soko en encarar por vez primera a su rival y provocar un córner. Éste lo sacó Pablo Torre y Fausto Tienza lo convirtió en gol.

La esquina donde nació todo fue la derecha. Hasta allí se fue el de Soto de la Marina para poner el balón al corazón del área. Bobadilla se quedó cerca de rematarlo en el primer palo pero el balón llegó hasta el segundo, donde tampoco fue capaz de cazarlo Soko. Fue un defensor quien creyó despejar el peligro, pero la pelota llegó a los dominios de Fausto Tienza, que estaba en las cercanías del área ansioso por recoger las sobras, por cazar cualquier cosa que llegara por allí. Y le llegó un balón plácido que remató con fuerza, contundencia, fe y colocación. Lo hizo como si le fuera la vida en ello, como si tuviera deudas pendientes con los que vestían de rojiblanco. Fue un gran gol, el segundo del medio centro en dos partidos. Es probable que nunca hubiera encadenado algo así. Está en un momento de forma pletórico. Está disfrutando como un enano.

El Racing se estaba gustando. El Logroñés tardó en encajar el golpe y levantarse de la lona para seguir batallando y lo cierto es que, antes incluso de que terminara el primer asalto, pudo encajar el segundo. Fue con un enorme contragolpe diseñado por Pablo Torre, Cedric y Soko que este último, mal enfilado para rematar con su pierna buena, no terminó de culminar como la jugada hubiera merecido. Aquello podría haber echado el campo abajo, podría haber pasado de la ‘happy hour’ a la barra libre para todos y, por encima de todo, podría haber noqueado a su oponente, pero todo quedó como estaba y el equipo riojano comenzó a hacer acto de presencia en el encuentro.

El balón pasó a ser, mayoritariamente, para el conjunto visitante. También las ocasiones. Con los laterales muy altos, Iñaki convertido en amenaza constante por la izquierda y Guarrotxena bajando a echar un cable a los medio centros, fue el Logroñés quien fue creciendo mientras que los hombres de Romo pasaron a ejercer un papel de controlador pero no de dominador. Así, al cuarto de hora contó Aridane con una clara ocasión para haber igualado la contienda y haber reiniciado el encuentro, pero no acertó.

Fue Iñaki quien, por su carril zurdo, le ganó la espalda a Unai Medina. En el momento oportuno, centró y el ‘nueve’ rojiblanco, que viajaba junto a toda la línea defensiva verdiblanca, echó el pie al freno para quedarse solo y rematar de primeras la golosina que le mandó su compañero. No suele fallar algo así pero el Racing impone mucho. Ni siquiera tuvo que intervenir el portero porque el esférico se fue por línea de fondo bien pegado al palo.

No fue, ni mucho menos, la mejor ocasión que tuvo el equipo riojano para haber empatado. La mejor sucedió a los cincuenta minutos. Rodri Ríos había entrado al partido por el lesionado Aridane y pudo haber marcado nada más aparecer en el encuentro. De hecho, es inexplicable que no lo hiciera porque recibió un balón en el segundo palo completamente solo. Sólo tenía que empujar la pelota para dentro pero, por alguna extraña razón difícil de explicar, no acertó. Ni la golpeó. Sus compañeros no se lo podían creer.

Aquello hizo espabilar a un Racing que, desde aquel contragolpe a los cinco minutos, apenas había inquietado a la zaga rojiblanca. Pablo Torre, que volvió ayer tras haber dejado atrás la lesión que le impidió jugar en el campo del Dux, inició una aventura tras robo en campo contrario que le adentró en las interioridades del área rival. Parecía claro que iba a pasar algo. La retaguardia le tapó cualquier opción de conectar con Cedric y por eso envió el balón más atrás con el fin de que llegara Arturo con su fusil. Y el murciano remató, pero el esférico dio en Rueda para marcharse a córner cuando estaba buscando enviarlo bien pegado al palo. Se le está resistiendo al interior izquierdo estrenar su cuenta goleadora con la camiseta verdiblanca a pesar de que contabiliza ya varias oportunidades de hacerlo.

Quien tampoco acertó ayer fue Cedric, que puso fin a una racha de seis partidos consecutivos viendo portería. También él recibió ayer un caramelo de Pablo Torre, que primero recibió un enorme pase de Unai Medina para, de nuevo en la parcela derecha del área, dejar vendidos a dos rivales para centrar al ‘nueve’, que también se adelantó a los dos centrales para terminar poniendo la pierna para mandar el balón adentro, pero golpeó en el palo. Sólo unos segundos después, su remate de primeras al centro de Soko fue una maravilla, pero el cuero se le fue fuera.

Fueron quizá los mejores minutos del Racing, que dio la impresión de haber despertado gracias a esa ocasión de Rodri. Volvió a apretar el acelerador e impidió al Logroñés pasar apenas de medio campo. Durante todo un cuarto de hora se jugó en todo momento en las inmediaciones del área visitante gracias a la adelantada presión y los constantes robos, pero no terminó de matar el partido, lo que anunciaba sufrimiento hasta el final.

Al cuarto de hora para el final llegaron los primeros cambios y entraron Marco Camus y Borja Domínguez por Soko (Arturo se fue a la derecha) y un Pablo Torre muy castigado. Y los dos recién entrados estuvieron a punto de entrar a lo grande, ya que una carrera del santanderino fue rematada por el gallego obligando a intervenir a Daza. No fue, ni mucho menos, la primera clara ocasión del Racing tras el gol, pero sí la primera vez que intervenía el portero riojano. El Logroñés había pasado de dominador en el primer tiempo a superviviente en el segundo, por lo que llegó con vida a ese tramo final en el que pudo pasar de todo. Los hombres de Romo no habían marcado el segundo con el que comprar tranquilidad y estaban a expensas de que cualquier ínfimo detalle echara agua al vino, pero no pasó. La añada es perfecta. El árbitro alargó seis minutos y se mascaba la tensión, pero a este equipo se le puede comprar un coche de segunda mano con los ojos cerrados. Se puede confiar en él.

Ya huele a ascenso
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