El meta thriller "La fiera y la fiesta" sigue a un grupo de artistas que se reúnen en Santo Domingo,  República Dominicana, para completar el proyecto inacabado de su amigo, el cineasta Jean-Louis Jorge, asesinado en 2000. Se trata de un elegante e intelectual homenaje dentro de  un homenaje, una reflexión de ficción sobre lo que significa continuar el legado de un artista real que se ha perdido.

La historia sigue a Vera (Geraldine Chaplin), una antigua estrella que ha asumido el papel de directora. Está acompañada por Víctor (Jaime Pina), su productor potencialmente turbio, y Henry (Udo Kier), su misterioso coreógrafo. En su plató, Vera actúa como guardiana de memoria de Jorge, la interlocutora de su presencia fantasmal. Pero la tarea de Vera se complica Pero la tarea de Vera se complica cuando miembros de su reparto aparecen muertos, y su entorno tropical empuja la producción hacia la catástrofe.

Para inspirarse, los personajes ven fragmentos de las películas de Jorge. A través de esos fragmentos, los Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán, muestran cómo Jorge mezcló el kitsch y el melodrama para melodrama para crear un estilo cinematográfico vibrante. Los elementos de los métodos de Jorge son visibles de Jorge -el escenario natural, los trajes llamativos, la belleza de los jóvenes bailarines-, pero el pero el objetivo tiene una perspectiva diferente. Aquí, la cámara se mantiene al margen, observando el drama en largas y estáticas tomas filmadas desde la distancia.

El hecho de que la película anime al público de forma efectiva a participar en ella es un mérito tanto de la inteligencia de los cineastas como de la actuación dominante de Chaplin. de Chaplin, el hecho de que la película anime al público a plantearse las mismas las mismas preguntas que persiguen a Vera: ¿Capta esta imagen el espíritu que animaba la obra de Jorge? 

Una partitura de theremín se abre paso a través de la banda sonora, un recordatorio espectral de que lo que lo que suena como una voz humana podría ser sólo un facsímil eléctrico.