27.04.2024 |
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Pilar Cernuda
13:47
6/03/22

Putin es comunista, es decir, extrema izquierda

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, junto al vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera. Efe
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, junto al vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera. Efe
Putin es comunista, es decir, extrema izquierda

Los de Podemos, comunistas como Putin, -Belarra, Montero y poco más-andan diciendo que si Pedro Sánchez  autoriza un nuevo envío de armas  a Ucrania,  romperán la coalición. No aprenden. Siguen haciendo el ridículo. Se dejan llevar periódicamente por  calentones de  boca que luego no cumplen. Amagan con dar pero no dan y las amenazas se quedan en nada. Y ora cosa es como buenos comunistas ahora Putin es la extrema izquierda, así cambian la versión del relato. 

Para desgracia de los que han votado a Podemos pensando que era un partido que cumplía las expectativas comunistas más ortodoxas,  el comportamiento de la mayoría de sus dirigentes les han hecho comprender que son tan casta como aquellos contra los que levantaron bandera. Si no más. Y no solo  por el asunto Galapagar, el primero de una sucesión de hechos que demostraron que les gustan los cargos tanto como aquellos de los que decían abominar,  sino que también les atraen los oropeles que rodean el poder.

Como siga en manos de personajes inconsistentes, empeñados en objetivos de segundo nivel mientras cuestionan los asuntos de Estado, Podemos acabará en la irrelevancia. La primera que se dio cuenta fue Yolanda Díaz, que  no quiere quedar contaminada por su proximidad con políticos, y sobre todo políticas, de poca monta y escaso futuro. Aunque también Díaz tendría que poner más empeño en ser una figura con altura de miras y proyecto convincente.  Rufián ha arremetido  contra ella cuando alertó a  Pedro Sánchez sobre  el apoyo que le dio Díaz al anunciar el envío de armas a Ucrania: “Cuídese de quienes le aplauden siempre”. Habría que decirle al independentista catalán que también debe cuidarse el presidente de gobierno de quienes solo le aplauden cuando obtienen importantes beneficios a cambio. Caso de Rufián y sus compañeros de ERC.

La guerra es un asunto muy serio, y se hace más inquietante  todavía para los españoles cuando en el gobierno se sientan personas sin altura de miras y enredados en slogans que se caen de puro antiguos. El “No a la guerra” de los tiempos de Vietnam tenía un sentido, pero es ridículo cuando la guerra que se  sufre hoy la emprende un dictador comunista que pretende anexionarse un país con bombardeos masivos que causan miles de muertos entre la población civil,  atacada incluso  durante un alto el fuego que el dictador comunista no cumple. El no a la guerra tendría que gritarse en la Plaza Roja para que lo escuchara Putin, no delante de quienes tratan de ayudar a Ucrania para que se defienda de quienes han emprendido una masacre.

A Podemos no le queda más vida que lo que dure esta legislatura, y da la impresión de que quieren aprovechar hasta el último minuto porque saben que no volverán a pisar la mesa del Consejo de Ministros: tendrán menos escaños, y Sánchez, si vuelve a ganar -está por ver- con toda seguridad buscará fórmulas de gobierno que no perjudiquen tanto a su imagen y a su partido. Su alianza con el Podemos del “no a la guerra” le  proporciona más descrédito que estabilidad.

Putin es comunista, es decir, extrema izquierda
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