Han transcurrido cien días y da la sensación de que  podrían haber sido mil y estamos en lo mismo, porque se desprende de esos cien días un tufo de abulia y de inanidad que me lleva a pensar que nada a cambiado.

Declara Buruaga que sus prioridades son bajar los impuestos y enderezar el desaguisado de la sanidad cántabra. Pero lo cierto es que una cosa son sus declaraciones y otra muy diferente los hechos. 

En primer lugar, la reforma fiscal, está cuando menos poco trabajada; el papel lo resiste todo, pero  mucho me temo que la realidad no, y al final la realidad es tozuda y acaba desenmascarando a los impostores tarde o temprano.

De momento la señora Buruaga nos pretende engañar a los cántabros cuando nos promete un ahorro bastante superior al real  durante la legislatura, parece olvidar que las medidas que ahora tome el gobierno no tendrán efecto hasta el ejercicio fiscal próximo. Es difícil no tener la sensación, ante algo tan burdo,  de que se nos toma por tontos. Eso por no hablar de que aumenta casi un 10% los presupuestos; pretenden recaudar menos y así les cuadran las cuentas. Pues una de dos, o no piensan cumplir su propio plan o mienten con total desfachatez.

Si fuera un ejecutivo serio, antes de anunciarnos la rebaja de impuestos,nos habrían explicado de dónde van a ahorrar ese dinero.... que sitios para recortar los hay; sin ir más lejos se les llena la boca diciendo que van a recortar el sobredimensionado e inútil entramado empresarial público, aunque lo cierto es que, hasta la fecha, para lo único que se han dado prisa es para nombrar los cien altos cargos del sistema, creo que uno menos que en las anteriores legislaturas, sospecho que porque ya tiene a todos sus adláteres bien colocados.

La otra gran promesa del gobierno Buruaga es prestar atención especial a la sanidad, pues menos mal, porque si del presupuesto en su conjunto sale un 9% resulta que el de la Consejería de Sanidad sólo lo  hace un 6% ¿?

 Para rematar coloca al Sr. Pascual al frente de dicha consejería que, durante su anterior etapa como Director Gerente del HUMV, tuvo el dudoso honor de privatizar todos los servicios auxiliares que pudo, curiosamente beneficiando a la empresa que, por las mismas fechas, contrataba a dos familiares directos. Estoy convencido de que se trató de una maldita casualidad.

No se si el Sr. Pascual tendrá más familiares que colocar porque ya , el otro día, nos quiso vender una especie de sanidad a la carta ( rectificando después, eso si, tras el presumible tirón de orejas), dónde tendría prioridad quien es más pagador, para entendernos, los más pudientes. 

Vaya! Otra casualidad, la reforma fiscal de la Sra. Buruaga también favorece, sobre todo, a los más ricos.

Sigo asombrado viendo como se premia semejante ejecutoria hasta que caigo en la cuenta de que premiar la mala gestión es lo acostumbrado, para muestra ahí tenemos al Sr. Arasti para confirmarlo; su medida estrella al frente de la consejería en su anterior etapa fue poner en manos de señores que aportaban 200.000 euros 20 millones de dinero público en un proyecto opaco, en un sector que desconocían,  sin patentes propias, sin red comercial, sin nada. 

El Sr Arasti, tal y como reconoció en comisión parlamentaria, dio ese dinero de todos los cántabros sin ni siquiera ver un triste análisis de mercado. Por supuesto el dinero desapareció.

En definitiva, otros cuatro años de Cantabria navegando a la deriva, con la misma cantinela desde el siglo pasado, con la misma atonía, sin un proyecto real que saque a nuestra tierra del lento e inexorable declive en el que llevamos inmersos tanto tiempo.

La verdad es que para seguir con las mismas mentiras, proyectos y hábitos que el gobierno anterior tampoco era necesario el cambio. Por no hacer, ni siquiera abren una comisión que investigue los desfalcos ocurridos bajo la presidencia del Sr. Revilla.

Cualquier observador imparcial de los primeros 100 días de gobierno de la señora Buruaga habrá perdido toda esperanza de que nuestra administración cambie y se ponga a la altura de lo que merecen los cántabros; todo ello con la desconfianza que produce que se intente echar tierra sobre el alcance político de los robos cometidos durante anteriores legislaturas o el que se legisle para beneficiar descaradamente a los más favorecidos de la sociedad.