27.04.2024 |
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La España que revisa las cuentas

Facturas.
La España que revisa las cuentas

Bajar a la compra, hablar con los vecinos y salir a tomar un café son un buen complemento a los sondeos de opinión que presentan conclusiones generales. Los datos de intención de voto a nivel nacional y en Cantabria dejan clara la desconfianza con las autoridades nacionales y regionales. Son dos mundos paralelos, en los que los mensajes que llegan desde arriba contrastan radicalmente con la realidad de la gente corriente.

Los vecinos de mi barrio dedican más tiempo a revisar las facturas y calcular la subida de precios que a las ocurrencias de corbata del presidente. Sobre todo porque la mayoría de mis vecinos no llevan corbata. La preocupación no es si pueden bajar a la playa y mostrar sus barrigas con los kilos de más, sino cómo hago para llenar la nevera y que aún me quede algún euro para poder salir unos días de vacaciones.

Mientras nuestro presidente regional se dedica a promocionar su último libro, en muchos hogares de Cantabria se plantean cómo pueden afrontar la compra de los libros del colegio del próximo curso. Si no es fácil pagar el alquiler y el cada vez más caro recibo de la luz con sueldos mileuristas, el comienzo de curso escolar supone un golpe adicional.

Mientras la ministra de Trabajo se dedica a generar procesos de empatía y escucha con la población, muchos de nuestros vecinos buscan oportunidades laborales en Cantabria. Y sobre todo se rompen la cabeza para ayudar a los más jóvenes de casa, en una Comunidad donde el desempleo juvenil roza el 30%. Más allá de trabajar en el restaurante de verano durante unos meses, el panorama es desolador.

Ahora nos venden como un logro el que una persona rellenita pueda ir a la playa o como un avance contra el cambio climático el que comamos insectos y pongamos la lavadora a las 3 de la mañana. Todo un desafío al sentido común y a la realidad de los hechos que contribuye a alimentar ese mundo paralelo en el que viven algunos políticos. Cuanto más confusa sea la realidad, cuánto más difícil sea reconocer qué es verdad o mentira, más manipulables somos los ciudadanos.

Frente a los artificios ideológicos, frente al márketing simplista de la corbata, la realidad del surtidor de gasolina o el recibo de la cesta de la compra devuelven a los ciudadanos a la realidad. La tarjeta de crédito no es de goma y hay que volver a calcular las cuentas. Esa es la España real que algunos han olvidado.

La España que revisa las cuentas
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