03.05.2024 |
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Gracias al PP, hay reforma del «solo sí es sí»

La ministra de Derechos Sociales Ione Belarra (i) aplaude la intervención de su compañera de partido y ministra de Igualdad, Irene Montero (d), durante el pleno celebrado este jueves en el Congreso. EFE/Zipi Aragón
La ministra de Derechos Sociales Ione Belarra (i) aplaude la intervención de su compañera de partido y ministra de Igualdad, Irene Montero (d), durante el pleno celebrado este jueves en el Congreso. EFE/Zipi Aragón
Gracias al PP, hay reforma del «solo sí es sí»

ESTOS días ha sido noticia la aprobación en el Congreso de los Diputados de la reforma de la funesta Ley del sólo sí es sí, que ha provocado que, hasta la fecha, hayan tenido lugar más de mil rebajas de condenas y más de cien excarcelaciones de delincuentes sexuales, en un goteo constante que continuará incrementándose durante los propios meses, en lo que en cualquier otro país de nuestro entorno hubiese supuesto un escándalo de grandes dimensiones, que hubiese llevado aparejados ceses fulminantes, dimisiones de ministros o, en la mayoría de los casos, incluso la caída del gobierno cuyo proyecto de ley produjo unos efectos tan desastrosos y una alarma y un reproche social tan enormes.

Todo lo ocurrido en torno a esta Ley ha puesto de relieve el interminable catálogo de vicios y comportamientos indecentes de Podemos, una formación política que incluso después de haberse revelado las execrables consecuencias que ha tenido la aplicación de dicha Ley, pretendía seguir manteniéndola contra viento y marea.

Ha quedado patente su ignorancia e incompetencia al redactarla de una forma tan chapucera; su soberbia y su prepotencia al hacer oídos sordos a las múltiples advertencias que se les hicieron desde distintos ámbitos acerca de que supondría reducciones de penas y puestas en libertad de violadores y pederastas; su arrogancia y su hipocresía al asegurar que estas advertencias eran únicamente propaganda machista y reaccionaria, puesto que no se daría ni un solo caso de rebajas de condenas; su desfachatez y desvergüenza al reírse de sus efectos intentando minimizarlos con una frivolidad digna de mejor causa; su crueldad e insensibilidad al ignorar y despreciar el profundo dolor causado a las víctimas del desaguisado que habían causado cuando este se hizo patente y evidente; su indecencia e irresponsabilidad al culpar a los jueces de estos efectos indeseables, sosteniendo que lo que tenían que hacer los jueces era formarse mejor, pues no sabían aplicar la Ley y eran unos machistas y fascistas culpables de todo lo que estaba ocurriendo; su mezquindad y maldad al intentar por todos los medios impedir la reforma pese a que incluso sus propios socios de gobierno reconocían ya abiertamente sus aberrantes consecuencias, y la necesidad de modificarla para evitar que siguieran produciéndose en el futuro.

A esas alturas ya se había hecho evidente la necesidad de reformar semejante bodrio legislativo y los socialistas, después de demasiado tiempo, tuvieron que rendirse a la evidencia de que la modificación de lo que estaba mal hecho era imprescindible; no obstante, dada la sinrazón de sus compañeros del Consejo de Ministros cuya soberbia les impedía reconocer lo que era a todas luces evidente, tuvieron que acabar aceptando la mano tendida por los populares para intentar poner fin a tamaño desatino; eso sí, de manera que no se notase demasiado y diciendo tonterías monumentales como que lo que se había pactado con la oposición era una especie de fe de erratas sin ningún contenido importante, y es que hasta este punto hemos llegado en la política española, en la que parece indigno y humillante llegar a pactos con los partidos de la oposición, tal es el abismo que se ha abierto de nuevo entre esas dos Españas que desde hace unos años se empeñan en revivir, pese a que los españoles las habíamos dejado atrás hace mucho tiempo. En cualquier caso, y pese a todo, bienvenida sea esa inaplazable y necesaria modificación de esta malhadada Ley, que condujo a lo que podríamos llamar la reforma del sí o sí.

Gracias al PP, hay reforma del «solo sí es sí»
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