Todo campesino, agricultor o ganadero sabe que la libertad de los lobos es la muerte de los corderos. O un peligro para otros animales domésticos. Lo difícil es hacérselo entender a algunos políticos cuyo saber y contacto con la Naturaleza en ocasiones se reduce a sus salidas de fin de semana al campo. La Unión Europea mantiene una legislación muy estricta que protege a los lobos y prohíbe su caza. Frente a ella venían chocando hasta ahora todas las iniciativas de ganaderos y cazadores para revisar algunos aspectos de esa normativa a la vista del crecimiento de las manadas y de la indiscriminada actuación de estos depredadores. En España, en la pasada legislatura, el Gobierno mantuvo la prohibición de la caza del lobo pese a las reclamaciones de las autoridades de las comunidades de Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria que ante la sordera de Madrid han trasladado sus quejas a Bruselas. Hasta ahora, sin éxito.

Pero las cosas podrían cambiar. Hace ahora un año la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, se llevó uno de los mayores disgustos de su vida. No fue para menos: Dolly, un poni que llevaba con su familia desde que ella era un niña, apareció muerto en la finca que la familia de la presidenta posee en la región alemana de Baja Sajonia. Un lobo le había matado. El caso dio pie a un vivo debate en la prensa alemana en el transcurso del cual algunos ecologistas asumían la defensa del lobo un con ferocidad digna de mejor causa.

El debate sigue, no solo en Alemania, porque la legislación ultra protectora que en la práctica se resuelve en que este tipo de cánidos son intocables rige en todos los países de la UE. A partir de este caso y como contrapunto a una corriente de opinión favorable a revisar las medidas que protegen al lobo, una serie de países, entre ellos España, hace unos meses dirigieron una carta al comisario de Medioambiente para intentar frenar cualquier intento de modificar la legislación actual encaminado a debilitar la protección legal del lobo. Hasta ahora ganaderos y cazadores venían tropezando con un muro en sus reclamaciones aunque recordaban -con estadísticas de los daños: quince mil ataques en lo que llevamos de año y, según ASAJA, pérdidas por valor de nueve millones y medio- los destrozos provocados por los ataques los lobos. Hasta ahora sin éxito.

Pero las cosas podrían estar cambiando. Inopinadamente su causa podría haber encontrado una aliada en la presidenta de la Comisión. El factor humano. Quizá la triste la muerte de Dolly haya servido para algo.