Desde mi punto de vista cuando nacieron los partidos políticos, diferentes agrupaciones que pretendían mejorar la vida de los ciudadanos con sus propuestas en temas económicos, sanitarios y sociales, en su inicio funcionó, pero a día de hoy ha degenerado en corrupción, chiringuitos y redes clientelares.

El gobierno central se ha convertido en un sistema piramidal, que solo hace ricos a los altos cargos mientras estrangula a la población.

Y también pasa en Cantabria. Por todos los cántabros es sabido, pero todos callan, que los partidos que gobiernan (PRC-PSOE) son el sistema del que hablo. 

Su líder, Miguel Ángel Revilla (PRC) se jacta de no tener una sola persona corrupta en su partido, pero es otra mentira en la cara de los ciudadanos, sabiendo, además, que está mintiendo, lo que cabrea aún más.

El último, el candidato regionalista Felipe Piña, investigado por presunta prevaricación continuada. Ya solo por eso, debería salir de las listas y no presentarse en estas elecciones. 

Pero claro, la soberbia, hipocresía, y sin escrúpulos de todo aquel que pertenece a ese partido regionalista, hace que ni siquiera se le pase por la cabeza. La pasta es la pasta y el sueldo público vitalicio es a lo único que aspiran.

Las mentiras, dicen tiene las patas cortas, pero en la política parece que da igual. El organismo que más diligencia, honestidad, productividad y veracidad tendría que tener, es la cloaca con más ladrones de la historia de cualquier empresa privada.

Y no pasa nada, ¿por qué no pasa nada? ¿Por qué tienen esa inviolabilidad si debería ser al contrario ya que están usando nuestro dinero y no el suyo? No se entiende.

Cada día que pasa, esta empresa pública tiene más dinero (robando a los cántabros con impuestos y derivados) y cada vez los ciudadanos tenemos menos, menos dinero, menos vivienda, menos trabajo, menos salud, menos familia. 

Y con sus mentiras viven y gastan y malgastan y se forran. Han conseguido instaurar un gran negocio mintiendo, y seguirán haciéndolo. Hasta que despertemos.