08.05.2024 |
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Racing vs Majadahonda. El triunfo de la lógica

Racing y Rayo Majadahonda ofrecieron un gran partido que se saldó con vitoria local | Se adelantaron los visitantes a los cuatro minutos pero dos golazos de Pablo Torre dieron la vuelta al marcador | Manu Justo puso el 3-2 definitivo

Manu Justo celebra el definitivo 3-2. / Hardy
Manu Justo celebra el definitivo 3-2. / Hardy
Racing vs Majadahonda. El triunfo de la lógica

Cuando Dustin Hoffman coincidió con Laurence Olivier en el rodaje de ‘Marathon Man’, le contó que para hacer de Rico Rizzo en ‘Cawboy de medianoche’ había estado varios meses metiendo una piedra en su zapato derecho para que la cojera le saliera natural a la hora de rodar. El actor británico, sin entender nada, le preguntó por qué simplemente no se había dedicado a interpretarlo. Era lógica la extrañeza de Olivier porque pertenecía a una escuela tradicional que nada tenía que ver con el llamado método Stanislavski que practicaba entonces su colega americano. Le gustaba lo natural, no lo forzado. Como ayer intentó hacer el Racing, simplemente se dedicaba a realizar su trabajo de la mejor manera posible, a hacer lo que había que hacer en cada momento sin hacer cosas raras. No hubo ayer experimentos en el once inicial, sino que cada uno jugó en su sitio sin que el entrenador metiera en su zapato piedra alguna, lo que fue fundamental para ganar, probablemente, al mejor equipo que ha pasado este año por El Sardinero. Fue una victoria de mérito y el conjunto cántabro la logró sin traicionarse y apostando, sencillamente, por la lógica.

Ni Íñigo jugó en banda ni Pablo Torre estuvo en el banquillo. Cada uno comenzó el partido en su puesto natural y eso hizo que la carta de presentación que tuvo el Racing en la tarde de ayer fuera de las mejores de toda la temporada. A pesar de encajar un gol en sólo cuatro minutos, lo cierto es que al equipo se le vio por vez primera jugando a mandar, a querer, a llegar y a buscar el gol sin esperar al segundo tiempo para hacer lo que se puede hacer en el primero. Y tuvo su recompensa porque levantó ese tanto inicial de los madrileños en dos minutos de oro de la perla de Soto de la Marina, a quien será difícil que alguien le vuelva a colocar en el banquillo.

En un momento quedó en evidencia la ocurrencia que había tenido el entrenador seis días antes. Lo malo fue que el Racing se trajo consigo de Valladolid esa debilidad defensiva que, por sorpresa, había enseñado en territorio castellano. Aquel día se vino abajo la solvencia y la fiabilidad atrás de la que había presumido el conjunto cántabro. Era la que le permitía, independientemente de si estuviera bien o mal, mantenerse en pie. No fue ningún cerrojo en el José Zorrilla, donde encajó tres goles, ni tampoco ayer en su propio campo, donde recibió dos aunque pudieron ser más. Y lo peor fue comprobar cómo al Rayo Majadahonda no le costó demasiado trabajo en el primer tiempo fabricar acciones de verdadero peligro, ya que no sólo marcó un par, sino que Parera sacó otras dos. Lo de Pablo Torre fue un espectáculo. El entrenador se había dado el absurdo lujo de prescindir de él para ganar contención ante un equipo en puestos de descenso que no ganaba a nadie sacrificando así a su principal herramienta ofensiva.

Obviamente, ayer el canterano salió con ganas de hacer evidente el capricho del técnico madrileño, por lo que comenzó siendo el protagonista del partido. En el fondo, es lo que suele suceder cuando, como ayer, son los suyos los que tienen el balón. Es una pieza fundamental para enlazar con el centro del campo y enviar balones a las bandas y al punta. Y tanto Camus, como Soko y Cedric se beneficiaron de ello.

En sólo dos minutos, conectó con su paisano para provocar ya el primer córner del partido y unos segundos después facilitó la primera carrera del camerunés, que ayer comenzó más enchufado que otros días. El encuentro apuntaba maneras, pero a los cuatro minutos llegó el gran golpe. Fue la primera muestra de las facilidades que el conjunto cántabro ha pasado a conceder a sus rivales. Avanzó Jorge Casado, el lateral izquierdo del Rayo, al ver una puerta abierta que atravesó con descaro. Le seguía Cedric pero Soko, en lugar de ir en su ayuda, hizo la estatua. Dio la impresión de que el balón se iba a ir por línea lateral y Medina, en lugar de ir con todo a por él, optó por reclamar el fuera de banda, pero no lo fue. Al jugador rayista le salió un buen centro al área que Mowi, toda una pesadilla durante los 65 minutos que estuvo en el verde, controló a la perfección adelantándose a Pol Moreno y superando a Parera.

Todo racinguista confiaba en que lo sucedido con la defensa en Valladolid hubiera sido un accidente, pero a la vista está que no fue así. Es cierto que el Rayo no volvió a inquietar al conjunto cántabro hasta casi cuarenta minutos después, pero de nuevo cogió sesteando a los jugadores verdiblancos, tanto a los que formaban la retaguardia como a los que debían iniciar ese trabajo desde la vanguardia. Primero, un intento fallido de sacar el balón regaló la pelota al rival en campo propio, lo que aprovechó otra vez Mawi para colarse en la cocina de nuevo, pero en esta ocasión el ganador del duelo fue Parera. Apenas dos minutos después, un centro de Iturraspe desde zona de tres cuartos fue cabeceado, no se sabe cómo ni por qué, por el más pequeño de todos, que era, cómo no, Mowi. Siempre Mowi. Qué favor le hizo al Racing Abel Gómez cuando le sacó del partido mediado el segundo tiempo.

Entre ambas acciones llegó el segundo del equipo madrileño, que nació de una jugada elaborada en la que Raúl Sánchez, un tipo en estado de gracia, aprovechó un buen centro (sí, de Mowi) para, presentándose a la espalda de Medina, rematar a placer. Era increíble que el balón hubiera cruzado raso y de mala manera el área verdiblanca de lado a lado, pero lo más feo de todo fue que ensombreció en parte lo que había hecho Pablo Torre en los minutos nueve y diez, cuando había surgido la preocupación por ese gol del Rayo que había hecho aparecer los fantasmas en Los Campos de Sport. Pablo Torre los espantó a todos.

Y lo hizo con dos enormes goles. Sobre todo, el primero de ellos. Búsquenlo y guárdenlo. Marco Camus había provocado una falta en el ecuador del lateral derecho del área madrileña. Todos esperaban un centro porque parecía lo más normal. Hay que ser muy bueno para intentar cualquier otra cosa, pero Pablo Torre lo es. Y rompió la normalidad. Se metió una piedra en el zapato. Viva Stanislavski. Se metió en la piel de los mejores, de nombres que da rubor nombrar en la categoría de bronce, para marcar un gol que estaba fuera de sitio. Lanzó directo y coló la pelota en toda la escuadra del segundo palo. Para enmarcar. Qué manera de dejar en mal lugar a quien se dio el lujo de prescindir de él una semana atrás.

Lo bueno fue que el festival no terminó ahí, sino que Pablo Torre estaba en su momento de gloria y lo exprimió al máximo. Esta vez, fue Soko quien arrancó por su banda dejando tirados a dos rivales y sacando un centro que fue rematado por el canterano llegando desde atrás y con una medio volea con la que envió la pelota bien pegada al palo. En apenas un puñado de segundos, el canterano había resuelto el problema en el que se había metido el Racing por ese madrugador gol madrileño.

Lo mejor fue que la remontada fue justa, ya que el conjunto cántabro salió con verdadera intención de ser protagonista. Quiso tener el balón y lo tuvo. Encontró a sus bandas y llegó. Incluso halló la manera, gracias a otra buena acción de Pablo Torre en la frontal, de que Cedric rematara a portería. Lo hizo tras girar sobre sí mismo, pero le cogió con su pierna mala y la pelota se fue alta. El nigeriano se marchó sin marcar y, para colmo, quien anotó el gol de la victoria fue quien compite con él por el puesto. Manu Justo ya suma sus mismos goles y, además, está demostrando estar con el cargador bien completo porque anota las que tiene.

Ayer marcó el gol de la victoria en un segundo tiempo de los que gustan poco a los entrenadores. Todo el control mostrado por el Racing hasta la recta final del primer tiempo se vino abajo y el partido quedó roto prácticamente desde que ambos equipos salieron de vestuarios. La posesión pasó a ser, de partida, casi por completo para el Rayo, que jugó demasiado cómodo. Insistió en jugar desde campo propio, el Racing no salió bien a la presión o, al menos, no lo hizo de manera conjuntada, y el rival encontraba demasiadas facilidades, pro no avanzaba. De hecho, Parera tuvo la mitad de trabajo que en los primeros 45 minutos porque sólo tuvo que atajar un lanzamiento lejano. Llegó más el Racing y fue quien marcó y quien se llevó los tres puntos.

El tanto fue una buena jugada combinada que frenó Soko pisándola, concluyendo que estaba en inferioridad, levantando la cabeza y viendo venir a Medina, a quien parecía no haber invitado nadie a la fiesta. Sin embargo, el lateral vasco ya había aparecido de manera frecuente en ataque. Tanto es así, que la mejor ocasión hasta ese 3-2 también fue un buen centro suyo que, en esta ocasión, remató Marco Camus de manera forzada. En el 74 lo hizo Justo de cabeza, girando el cuello de manera académica y llevando la pelota a donde era imposible que llegara el partido. Fue otro golazo. El tercero de la tarde. Hicieron falta tres para llevarse todo el botín porque delante hubo un gran equipo y porque, además, Fernández Romo mostró una valentía que no había tenido antes. Fue a por el partido. Durante muchos minutos se vio a Borja un tanto superado en sus labores de contención en el medio campo al ser evidente la inferioridad numérica verdiblanca pero el técnico le mantuvo en el campo porque  no se quería firmar la rendición metiendo a Tienza. Y el gallego respondió porque fue quien lideró el ataque en los minutos previos a que llegara el gol moviendo la pelota cerca del área rival. Ayer ganó la lógica. Y lo lógico es que el Racing salga a ganar en su propio campo esté quien esté delante.

Racing vs Majadahonda. El triunfo de la lógica
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