La chispa de estas protestas fue encendida por un grupo de mujeres con hijos, quienes inicialmente demandaban mejoras materiales. Sin embargo, lo que empezó con solicitudes de comida y leche rápidamente escaló a una expresión de descontento político, resonando en varias partes de la isla y extendiéndose incluso a la ciudad de Bayamo, a pesar de los esfuerzos del gobierno por cortar las comunicaciones.

Beatriz Johnson, la primera secretaria provincial del Partido Comunista de Cuba (PCC) en Santiago de Cuba, hizo acto de presencia en un intento por apaciguar los ánimos, prometiendo la distribución inmediata de productos básicos. Sin embargo, fue recibida con escepticismo y rechazo por los manifestantes, quienes no se dejaron convencer por sus promesas de azúcar, arroz y leche pendientes de entrega.

A pesar de la vigilancia policial y la presencia de agentes de seguridad del Estado, las protestas se mantuvieron pacíficas. Los intentos de las autoridades por evitar que las manifestaciones se propagaran a otros lugares, como el parque Céspedes, no lograron detener la difusión de videos a través de las redes sociales, permitiendo que el mundo fuera testigo de la situación en Cuba.

El silencio de los medios oficiales sobre las protestas y la falta de información sobre posibles detenidos deja muchas preguntas sin responder. Sin embargo, el descontento popular es evidente en una isla que enfrenta apagones diarios y una crisis económica severa, con una población que demanda no solo mejoras materiales, sino también libertad y cambios políticos.

Cuba se encuentra en una encrucijada, con una crisis que ha generado una migración sin precedentes y un descontento que parece no encontrar solución. Las voces de Santiago de Cuba y otras ciudades resonarán en la historia como un testimonio de la lucha por la dignidad y los derechos fundamentales en medio de tiempos oscuros