01.05.2024 |
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Un nuevo estudio advierte contra el "parasitismo" de los países en la aplicación de políticas ecológicas

Tradicionalmente se ha considerado que las políticas ecológicas son costosas para los países que las aplican, mientras que otras naciones pueden no hacer nada y "aprovecharse", lo que conduce a la inacción mundial ante la crisis climática. Pero una nueva investigación, alerta de que esto podría no ser ya así y que, por el contrario, la transición ya se está produciendo y para muchos países adoptarla es la mejor estrategia para reducir costes.
Un nuevo estudio advierte contra el "parasitismo" de los países en la aplicación de políticas ecológicas

MADRID, 4 (EUROPA PRESS)

Tradicionalmente se ha considerado que las políticas ecológicas son costosas para los países que las aplican, mientras que otras naciones pueden no hacer nada y "aprovecharse", lo que conduce a la inacción mundial ante la crisis climática. Pero una nueva investigación, alerta de que esto podría no ser ya así y que, por el contrario, la transición ya se está produciendo y para muchos países adoptarla es la mejor estrategia para reducir costes.

A medida que la economía mundial se transforma, el "parasitismo" puede ser ahora el enfoque más arriesgado, no sólo desde el punto de vista medioambiental, sino también económico, alertan en una investigación dirigida por las universidades de Exeter, Cambridge, la Open University y Cambridge Econometrics, todos ellos en Reino Unido, que publican en la revista 'Nature Energy'.

Según el nuevo estudio, los riesgos y las oportunidades varían drásticamente entre los países, dependiendo de su grado de competitividad en los mercados de combustibles fósiles. Los países se dividen en tres categorías, cada una con diferentes incentivos impulsados por la transición verde.

Así, Los grandes importadores de combustibles fósiles, como la UE y China, obtendrán múltiples beneficios de la descarbonización. Mientras tanto, los "grandes exportadores competitivos de combustibles fósiles", como Arabia Saudí, pueden evitar el declive económico inundando los mercados mundiales con combustibles fósiles a bajo precio.

La tercera categoría, la de los "grandes exportadores no competitivos", como Estados Unidos, Canadá y Rusia, podría verse afectada por los activos de combustibles fósiles varados y la falta de inversión en nuevos sectores tecnológicos.

Sin embargo, las naciones que se encuentran en el extremo perdedor pueden evitar estos impactos diversificando sus economías, alejándolas de los combustibles fósiles y orientándolas hacia nuevos sectores tecnológicos, incluidas las exportaciones con bajas emisiones de carbono, advierten.

"Los costes y beneficios de la descarbonización y las políticas relacionadas con ella se han malinterpretado y tergiversado durante algún tiempo --advierte Jean-Francois Mercure, del Instituto de Sistemas Globales de la Universidad de Exeter--. En realidad, la transición ecológica está en marcha, se sepa o no, y esas políticas ya están en juego".

"Tradicionalmente se considera que la descarbonización es cara --continúa--, pero en realidad depende de la cantidad de industria con altas emisiones de carbono que tenga que perder cada país, frente a la cantidad que se pueda ganar en nuevos sectores tecnológicos".

El profesor Jorge Viñuales, de la Universidad de Cambridge y coautor del estudio, añade que "hay que dar la vuelta a la narrativa predominante de que, mientras otros se descarbonizan, tú puedes aprovecharte de ellos en tu beneficio. A medida que la economía se transforma, si no se descarboniza, se está disparando en el pie. La cuestión clave es cómo hacerlo en las condiciones específicas de tu país".

El estudio afirma que la rápida sustitución de los combustibles fósiles por las energías renovables provocará una "profunda reorganización de las cadenas de valor de la industria, el comercio internacional y la geopolítica".

Los investigadores esbozan una estructura de incentivos que difiere según la posición de los países en relación con la industria de los combustibles fósiles. Según ella, los grandes importadores, como la UE, el Reino Unido, China, India y Japón, tienen un escenario en el que todos salen ganando, ya que pueden eliminar su dependencia de los combustibles extranjeros y crear puestos de trabajo al gastar ese dinero en el país y desarrollar nuevas tecnologías en casa. Estos países ya están llevando a cabo una rápida transición.

Las condiciones económicas pueden llevar a los grandes exportadores competitivos (algunas naciones de la OPEP) a inundar los mercados de combustibles fósiles para evitar la disminución de los volúmenes de exportación a medida que la demanda alcanza su punto máximo y disminuye.

Los grandes exportadores no competitivos (EE.UU., Canadá, Rusia y posiblemente algunas naciones sudamericanas como Brasil) no podrían competir en precio en este mercado inundado, sufriendo un doble golpe por la disminución de la demanda y los bajos precios del petróleo y el gas.

Sin embargo, a diferencia de los grandes importadores, la industria de los combustibles fósiles es mucho más importante para la actividad económica y el empleo, lo que reduciría los incentivos económicos o crearía barreras políticas para la descarbonización a corto plazo.

El 'free-riding' significaría exponer a estos sectores a un cambio estructural sin una estrategia clara de salida. Los países que se encuentran en esta situación deben considerar cuidadosamente cómo reducir su exposición a los activos varados, y cómo aprovechar los beneficios de la transición que pueden utilizarse para proteger a los trabajadores expuestos, advierte el informe.

La investigación sugiere que, a menos que se reconozca y se aborde este nuevo juego geopolítico, el mundo podría quedar atrapado en un punto muerto en el que algunos países abracen la nueva ola tecnológica, mientras que otros podrían quedar atrapados en un círculo vicioso de industria relacionada con los combustibles fósiles en declive y obsoleta, y en última instancia, en el declive postindustrial.

Según apuntan, La solución al declive industrial sigue siendo la innovación en nuevos sectores y la diversificación económica. "La naturaleza disruptiva de la transición hacia las bajas emisiones de carbono hace insostenible una estrategia macroeconómica basada en el 'business-as-usual' --apunta el doctor Pablo Salas, del Instituto de Liderazgo en Sostenibilidad (CISL) de la Universidad de Cambridge--. Apoyar la innovación con bajas emisiones de carbono es la única manera de mantener la competitividad a largo plazo en una economía que se descarboniza".

Los investigadores subrayan que no defienden políticas climáticas concretas, sino que se limitan a identificar la nueva situación geopolítica mundial antes de la vital Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26, que se celebrará en Glasgow.

El profesor Neil Edwards, que dirigió el proyecto financiado por el Consejo de Investigación del Medio Ambiente Natural del Reino Unido desde la Universidad Abierta, que proporcionó la modelización climática utilizada para el trabajo, destaca que "sigue siendo una creencia muy extendida que los políticos no tienen ninguna motivación para promulgar las políticas necesarias para proteger el clima tal y como se establece en el Acuerdo de París, pero nuestro documento muestra claramente que hay fuertes incentivos políticos y, además, que el cambio está en marcha", señala.

Respecto a las opciones a las que se enfrentan países como Estados Unidos, Canadá y Rusia, el economista jefe de Cambridge Econometrics, Hector Pollitt, señala: "Prevemos un panorama sombrío que está condicionado a que los responsables políticos, las empresas y los ciudadanos de esos países no cambien su comportamiento estratégico y su toma de decisiones. Pero este sombrío panorama puede invertirse si gestionan una transición ordenada, apoyan la creación de empleo en los nuevos sectores y facilitan la movilidad de los trabajadores entre las antiguas y las nuevas industrias".

El doctor Mercure concluye que "la diversificación económica para alejarse de los combustibles fósiles es compleja pero necesaria para proteger las economías de la volatilidad que suele producirse al final de una era tecnológica. Tenemos que reconocer que el fin de la era de los combustibles fósiles está a las puertas".

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