26.04.2024 |
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Pilar Cernuda
08:16
24/01/23

La lista más votada

El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo (d), junto a la secretaria general del partido, Cuca Gamarra, durante la clausura de la jornada parlamentaria Garantías del Estado de Derecho en el Congreso este lunes. EFE/Sergio Pérez
El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo (d), junto a la secretaria general del partido, Cuca Gamarra, durante la clausura de la jornada parlamentaria Garantías del Estado de Derecho en el Congreso este lunes. EFE/Sergio Pérez
La lista más votada

Lleva tiempo Núñez Feijóo proponiendo un pacto con el PSOE para que gobierne la lista más votada, pero Sánchez no contesta, no se da por aludido. Quedaron atrás los tiempos en los que  PP y PSOE anunciaron que era la medida más lógica, pero el secretario general del PSOE se llamaba Rubalcaba, un hombre con un sentido de Estado  que no se ve en el secretario general socialista actual. Por no decir que además nadie se fiaría de que Sánchez cumpliera con su palabra. En honor de Rubalcaba hay que decir además que  cuando  defendió esa idea era un candidato del PP el que tenía todas las papeletas para ganar las elecciones.

Sería una buena cosa que se llegara a un acuerdo para reformar la ley electoral, la experiencia demuestra que la proliferación de  aparición de partidos  regionalistas, nacionalistas e independentistas  que venden caros sus votos al gobierno de turno,  es una desgracia. Aunque mayor desgracia todavía tener en el Congreso de los Diputados a partidos  de extrema izquierda y extrema derecha que convulsionan la vida social y política con propuestas impropias de una democracia.

Países como Italia o Grecia no solo dejan gobernar al partido que gana elecciones sino que les premia con escaños extra para que puedan hacerlo  con una cierta estabilidad, sin que permanentemente se vean chantajeados, o bloqueados, por los partidos de la oposición. Es una solución inteligente, que quizá se pueda contemplar algún día en España. Pero no se puede ser optimista respecto a las posibilidades de que se plantee en el futuro inmediato una reforma de la ley electoral, aunque son varios los candidatos, del PSOE y del PP, que la han propuesto en el pasado.  Pero cuando esos candidatos se convertían en presidentes, se olvidaban de llevarlo a cabo.

Y así nos va, a  pesar de que es evidente que nunca ha tenido España cuarenta años más pacíficos, estables y rentables en todos los sentidos que cuando PP y PSOE se alternaban en el gobierno pactando sus iniciativas con partidos afines. O entre ellos mismos, que no se pueden olvidar los importantes pactos de Estado a los que llegaron los dos partidos mayoritarios.

Tiempos que no volverán, aunque sería deseable. Por lo menos no volverán mientras el PSOE esté en manos de Pedro Sánchez, que  no tiene el menor pudor en pactar con  partidos que no pasarían el examen de respeto a los valores de la democracia. El mismo Sánchez lo decía antes de llegar a acuerdos con ellos, así que no hay que llamarse a escándalo por acusar a sus actuales socios de déficit democrático.

La única salida que tiene hoy la España actual es reformar la ley electoral para que gane el partido más votado, otorgar escaños suplementarios a quien gane las elecciones…  O llegar a un gran pacto en las sucesivas legislaturas entre socialistas y populares para sacar adelante conjuntamente  leyes imprescindibles y parar así los pies a partidos ultra que, por el contrario, son perfectamente prescindibles.

Pero eso, en nuestra política de hoy en día, donde gobernar es la máxima aspiración, y no el ciudadano, aún es una utopía.

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