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Pilar Cernuda
22:48
30/09/23

Cuatro días de infarto y muchas tensiones

Imagen de archivo del Congreso de los Diputados. EFE/ Fernando Villar
Imagen de archivo del Congreso de los Diputados. EFE/ Fernando Villar
Cuatro días de infarto y muchas tensiones

La trastienda está plagada de gestos, filtraciones interesadas y explicaciones no pedidas con las que algunas figuras políticas intentan buscar justificación  a silencios o, por el contrario, a pasos adelante que resultaron equivocados. Estos  días del debate y votaciones para la investidura de Núñez Feijóo han sido de infarto.

Provocó auténtica conmoción todo lo relacionado con la intervención de Oscar Puente,  ex alcalde de Valladolid y ex portavoz del PSOE  del que Sánchez prescindió a  las pocas semanas porque sus ruedas de prensa habían  provocado mal clima entre los periodistas, por su carácter bronco y respuestas desabridas.

El propio Puente contaba en el Congreso, al terminar su confrontación con Feijóo, que hacía aproximadamente un mes el presidente de gobierno le había tanteado para preguntarle si estaba dispuesto a intervenir en el debate. Dijo que sí, y una semana antes Sánchez le llamó para confirmarle que él sería quien se enfrentaría a Feijóo en nombre del PSOE.

El papel de Yolanda Díaz no ha quedado muy claro. Unas fuentes   de Sumar aseguraban que fue ella la que prefirió no intervenir por razones varias, entre ellas para no provocar problemas -bastantes tiene ya- con Podemos. Otras sin embargo, poco amigas de la vicepresidenta, contaban que ella quiso, que Sánchez le respondió que no y que ella interpretó que pretendía ser  el único que  hablara en nombre de gobierno;  cuando tras la  intervención de Puente preguntó a Sánchez  por qué no había sido informada, por su cargo y por ser líder del partido de coalición, el presidente le respondió que había tomado medidas para que no se filtrara la información. Probablemente la verdad de lo sucedido esté en el justo medio de las dos versiones.

Sí era  hecho absolutamente constatable el malestar que provocó en las filas socialistas la decisión de Pedro Sánchez de elegir a Oscar Puente para replicar a Núñez Feijóo. Se podía  admitir la no intervención del presidente como  estrategia para minusvalorar la figura del candidato,  pero que fuera Puente el designado y se hiciera  a espaldas del grupo parlamentario, muchos de los diputados lo consideraron completamente inadecuado. Además de una falta de respeto al grupo,  el auténtico minusvalorado por el secretario general del partido. La incomodidad se les notaba en el gesto, pero además algunos diputados socialistas, sotto voce, confesaban su desacuerdo.

A medida que crecía el entusiasmo entre las filas del PP, y en el resto de los partidos asumían que Feijóo estaba dando la talla por la  serenidad  con que afrontaba los insultos y descalificaciones personales, decrecía el ánimo en las filas socialistas y en las de sus socios.  Feijóo además estuvo especialmente atinado el segundo día del debate cuando puso contra las cuerdas al portavoz del PNV, la portavoz de Bildu y al propio presidente de gobierno.  En ningún momento se vio sombra de duda  en el PNV sobre el sentido de su voto.  Sí se advirtió en cambio  que en Sumar las cosas no están tan apaciguadas como pretenden hacer ver Yolanda Díaz y sus incondicionales.

No solo Podemos es el problema.  Hay marejada en Izquierda Unida,  llegaban noticias de que en Equo estaban indignados porque Yolanda había impedido que López de Uralde ocupara un lugar en las listas con posibilidades y ha perdido su escaño. Y crecían los rumores de que  Pablo Iglesias se mantiene estos días en silencio pero  prepara ya  la carga con la que arremeter contra Díaz y el propio Sánchez en cuanto haya nuevo gobierno.

Los cuatro días de debate no hubo charla entre políticos y periodistas en la que no se hicieran cábalas sobre posibilidad de nuevas elecciones.

Se daba por hecho que Feijóo no superaría la votación, pero los interrogantes se centraban en si cedería al chantaje de Junts y de  ERC, dos partidos enfrentados entre sí y que al mismo tiempo competían para ver cual de  ellos dos ponía más alto el listón.

BRUSELAS,  VIGILANTE  

Al finalizar el primer día, llegaba de Bruselas, directamente desde el círculo de Puigdemont,  que hasta el momento no se había producido negociación directa con el prófugo. Recibió a Yolanda Díaz, sí,  además en la sede del Parlamento Europeo, pero Puigdemont no consideró que fuera una enviada de Pedro Sánchez.

Desde ese mismo círculo explicaban que quien estaba enredando era ERC, que sí negociaba con el gobierno y presumía de que intercambiaba papeles con la gente de Moncloa para ver cómo se podía abordar el problema de la amnistía y el referéndum. ERC no renunciaba a esas dos condiciones y  Sánchez estaba dispuesto a asumirlas con ligeros toques para que no pudieran ser considerados amnistía ni referéndum. La razón:  el propio Sánchez y gran parte de sus ministros, hasta conocer el resultado del 23 de julio, se cansaron de decir que eran inconstitucionales y por tanto no lo iban a admitir.

Fue por tanto sorprendente que la tarde el jueves, día previo a la segunda y definitiva votación a la candidatura de Feijóo, ERC y Junts publicaran  un comunicado conjunto defendiendo la misma posición: la amnistía la daban ya por concedida, y ahora exigían los pasos necesarios que garantizarían que si Sánchez era presidente el referéndum no tendría marcha atrás.

LOS GRUPOS DE WASAP

La duda se volvió a centrar en si habría intento de investidura de Sánchez o habría nuevas elecciones al renunciar Sánchez a admitir esas dos exigencias.

En  Moncloa, nos consta, están analizando minuciosamente la situación y viendo  cómo podría repercutir en el voto de unas nuevas elecciones el debate de investidura de Feijóo  que ha provocado auténtica sorpresa, sorpresa en positivo. O cómo podría reaccionar el votante socialista que no quiere ni pensar en amnistía y referéndum, si un Sánchez que les ha decepcionado por su entreguismo a los independentistas, renunciara a la investidura con el argumento de que no se somete al chantaje porque el defiende a España y a su Constitución.

Con todos esos análisis sobre la mesa, más los datos que esperan recibir en Moncloa en los próximos días sobre la intención de voto tras el debate de Feijóo,  Pedro Sánchez actuará en consecuencia.

El escenario se ha enredado para él. Porque Feijóo ha resultado mejor candidato de lo que preveían los socialistas, aunque tiene la rémora de su alianza con  Vox. No es casual que en su intervención ante el grupo de socialistas europeos celebrada el jueves en Madrid, Sánchez  se refiriera a PP y Vox como si fuera un solo partido. Preocupan también a  los socialistas algunos comentarios que se hacen ya en los despachos y pasillos  de Bruselas. En política son importantes los pasillos.

En el Parlamento Europeo el grupo popular, socialistas y demócrtas, más los liberales,  han  pasado tres años intentando que se levantara la inmunidad a Puigdemont para que compareciera ante la justicia española, como pedía el gobierno. Y resulta que  una vicepresidenta de ese gobierno se ve con Puigdemont en la sede del Parlamento Europeo. Evidentemente,  no para  insistirle en su obligación de presentarse ante el juez Llarena. Tampoco ha sentado nada bien la visita de Albares a Bruselas para intentar que el Parlamento autorice la oficialidad del catalán. No es el ministro de Asuntos Exteriores quien debe negociar ese asunto, y mucho menos cuando él mismo  está vinculado a la continuidad de su gobierno, y por tanto de su propio cargo, a esa aprobación. Por no mencionar que el PE ya rechazo en varias ocasiones el uso de otras lenguas.

Por otra parte, si ya incomodó que por propio interés Pedro Sánchez convocara elecciones en plena presidencia de turno europeo -cosa distinta es que las elecciones tuvieran fecha fijada de antemano, como ocurrió durante la presidencia francesa- más incomoda todavía que no estén haciendo los esfuerzos necesarios  para cumplir los objetivos marcados por la UE y por la propia España para ese semestre, con  un Sánchez cumpliendo solo con su papel protocolario, sin dedicar más esfuerzo al trabajo europeo.

Arden los grupos de wasap de los parlamentarios del PSOE. El oficial, en el que reciben las citas de agenda y los argumentarios, pero también los grupos que forman los parlamentarios afines,  en los que comparten noticias y comentarios sobre la marcha de la política. 

No todos los diputados del PSOE piensan de la misma manera, pero son inamovibles respecto al voto: en ningún caso votarán  contra Sánchez, y la insistencia de dirigentes del PP para que se abstengan o voten a favor del PP les provoca auténtica indignación.  Más allá de la indignación que les puede provocar a muchos de  ellos que Pedro Sánchez  ceda ante Bildu, Junts, ERC y algunos de los partidos de Sumar.

Cuatro días de infarto y muchas tensiones
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