Alberto Núñez Feijóo no tiene los apoyos suficientes. Tampoco los tiene Pedro Sánchez. Pero los españoles fuimos bastante claros en las elecciones del 23 de Julio, y parece que no se quieren dar cuenta, o no quieren hacer caso. A pesar de que yo, personalmente, no comparto esta opción, el hecho constatado es que los ciudadanos votamos por un gobierno PP-PSOE. Dimos al PP nuestro apoyo con 8.160.837 de votos, y dimos también al PSOE nuestro apoyo con 7.821.718 de votos. De los 24.688.087 votos válidos, más de la mitad (15.982.555 votos) eligieron la coalición PP-PSOE.

Pero esto parece que no interesa. No interesa el voto del ciudadano. No interesa la opinión del ciudadano. Sólo interesa el dinero, el poder y la 'belle vie' de los políticos, y esa buena vida no puede llevarse a cabo si el dinero de los ciudadanos se reparte entre los ciudadanos y no entre los políticos. Y con PP-PSOE el dinero de los españoles no llegaría a las filas del PSOE.

En el debate de investidura el candidato a la presidencia Alberto Núñez Feijóo ofreció al PSOE, dado que es la segunda fuerza más votada, la opción de gobernar con el PP, pero su líder Pedro Sánchez, se ha negado si quiera a pronunciar una sola palabra. Se cree tan superior a la raza humana, casi como un 'semidios supremo de la divinidad' que piensa que está por encima de la ley, el orden y todo ser viviente de la faz de la Tierra.

Al PSOE no le interesa gobernar con el PP, porque le tendrían fiscalizado, y no podría despilfarrar y repartir el dinero de los españoles entre sus filas. Al PSOE no le interesa gobernar con el PP, porque no le interesa la paz entre españoles, no le interesa el enriquecimiento de los españoles, no le interesa la independencia económica de los españoles, porque su partido desaparecería, como todos los partidos extremistas comunistas que le siguen, que subsisten cual garrapata en cuerpo ajeno, sangrando a los españoles para su peculio o enriquecimiento personal. O si no miren a la 'pijocomunista' de Yolanda Díaz, gastando el dinero de los españoles en regalitos, viajes, ropa y abusando del absentismo laboral sin tener que rendir cuentas al jefe, y cobrando claro.

Un jefe, Pedro Sánchez, que con su actitud 'macarra' como la de todos los diputados que componen las filas de su partido, y sus decisiones 'psicópatas', están llevando al país a tiempos que ni él ni sus matones conocieron por la edad que tienen, pero que sueñan con que vuelva para amedrentar a la población.

Una población, que está tan dormida que deja que los políticos cambien su modo de pensar, de vestir,  incluso de hablar. Un cambio en la sociedad que ya está ocurriendo, y que la mayoría no se da cuenta, bien por su incompetencia intelectual, bien por su interés propio, que prefiere ser un mantenido del Estado a tener independencia individual frente a un Estado dictatorial como en el que vivimos actualmente.

Pues bien, pienso que el Rey Felipe VI tiene la llave para cambiar esto. Por un lado porque su institución, la Monarquía peligra con estos cuatro gatos 'mal paridos' que dicen ser independentistas -vascos y catalanes que han chupado de la teta del Estado, no ya desde que yo tengo memoria, sino desde la época en que mi bisabuelo tenía memoria-, y quiere romper la convivencia de los españoles por cuatro duros.

Y por otro lado, porque dentro de sus funciones, según la Ley -esa que algunos creen que no tienen que cumplir- está la de no proponer a ningún candidato, si cree que éste no podrá ser investido presidente, porque no tenga los apoyos suficientes dentro de la Cámara del Congreso. Y esta opción, que es legítima, que puede ser perfectamente ejecutada, se justificaría por el simple hecho de que los partidos extremistas que apoyan al PSOE para conseguir sus objetivos de romper España, no tienen pensado presentarse ante el Rey, el Jefe del Estado, por lo que éste, bien puede suponer, y está en su derecho, que el PSOE no tiene apoyos fiables para ser investido presidente.

En manos de Felipe VI, pues está la llave para dar un vuelco a la deriva de este barco que no está llevando por unas aguas tan fangosas que nadie sabe qué podrá ocurrir después. Sólo espero que el Rey esté a la altura, como lo ha estado siempre.