27.04.2024 |
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El famoso debate entre Sánchez y Feijóo

El famoso debate entre Sánchez y Feijóo

Veo que Pedro Sánchez se lanza desde este mismo lunes al ruedo en medios a los que siempre, siguiendo malos consejos, evitó. Y Feijóo, que nunca evitó nada, también inaugura semana entrevistado en otra radio que le viene siendo casi hostil. Desde hoy, la campaña, puesto que en campaña estamos, da un giro tras el terremoto que han supuesto los pactos en toda España, comenzando por el extraño caso de Barcelona, porque en Cataluña la política no es rara, sino rarísima, incomprensible. Ahora, ¿cuál es el siguiente capítulo? Pues lo de siempre: los debates sobre los debates.

La constitución de los ayuntamientos y la formación de gobiernos en las autonomías ha demostrado que a veces caben el sentido común y el pragmatismo allá donde antes reinaban los oídos sordos y la confrontación: forzoso es reconocerle al PP un sentido de Estado, para evitar gobiernos independentistas, que hasta ahora no había mostrado tan claramente. Qué duda cabe de que sus votos a opciones rivales para evitar que anti sistemas entrasen a gobernar zonas tan sensibles como las capitales catalana y vasca han sido muestra de una generosidad y de una visión que, sin duda, hallarán recompensa en las urnas inminentes.

Por otro lado, es obvio que seguir apelando al 'peligro de la ultraderecha' para intentar fomentar el voto hacia la izquierda es algo que ya no surte efecto: con razón o sin ella, se ha perdido el miedo al pacto con Vox. Ese pacto que gustará más o menos --más bien menos-- en el PP, pero que ya se ha mostrado que le será imprescindible para poder gobernar. De la misma manera que Sánchez admite ya en entrevistas periodísticas que tratará de llegar a acuerdos, tal vez a una coalición con Sumar de Yolanda Díaz, una vez que ella ha realizado el trabajo que el presidente y secretario general del PSOE no pudo, no supo o no quiso hacer: quitarse de en medio a los elementos de Podemos que más desafinaban, con Irene Montero y Pablo Echenique a la cabeza.

Ha sido un reajuste político en toda regla el que se ha operado en menos de tres semanas, desde las elecciones municipales y autonómicas. Reajuste a derecha, que ha asumido la inevitabilidad del acuerdo con la derechísima, y reajuste a la izquierda, que ha sacado del ruedo político a personajes que seguramente no merecían estar en él. Ha sido el primer paso hacia el tsunami total de dentro de un mes: sea cual sea el resultado de los comicios, gane o pierda Feijóo o lo haga Sánhez, ya nunca volverán aquellos planteamientos de ruptura total, incluso con la lógica, que pregonaba Pablo Iglesias. Y probablemente, por su parte, en Vox hayan entendido el mensaje de que los populismos 'a lo Trump' no casan ni con Europa ni con España.

Tengo, pues, la esperanza de que la próxima Legislatura, que será la de los grandes cambios tecnológicos, económicos, morales y supongo que políticos, será más calmada, más constructiva, menos trepidante, más aburrida, que es cualidad que los suizos atribuyen a una buena democracia. Veremos si, en lugar de insultarse, descalificarse e intentar 'derogarse' mutuamente, Pedro Sánchez y Feijóo, y luego todos los demás, son capaces de asumir en sus próximos debates --¿Uno? ¿Dos? ¿Más? ¿Solos? ¿y los otros candidatos? ¿Y Yolanda Díaz, que no tiene representación parlamentaria, podrá participar?-- que, efectivamente, la política llevada a cabo en estos cinco últimos años ha cambiado. Ha dejado cosas buenas --fin del 'procés' en Cataluña, mejora de la presencia internacional-- y, obviamente, muchas malas. Lo que no va a poder hacer es repetirse; ni gobierno Frankenstein ni gaitas.

Ahora, a ver si en lugar de instalarse en una dialéctica política que tiene muy aburrido al personal, debaten de veras sobre el futuro que nos aguarda, que puede ser maravilloso o tétrico, lo que ellos nos elijan.

El famoso debate entre Sánchez y Feijóo
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