Para escribir de un debate cara a cara antes de que se produzca dotando a las conjeturas de una cierta consistencia hay que acudir al retrovisor. Avizorar por dónde puede ir la estrategia de uno y otro candidato a partir de sus intervenciones en debates similares al previsto para la noche del lunes.

Es la primera vez que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se enfrentan en un debate de estas características en igualdad de condiciones. Mismas reglas, mismo tiempo. Sus anteriores confrontaciones en el Senado adolecían precisamente de esa igualdad que ahora a Feijóo le permitirá replicar sin una castrante limitación de tiempo frente a la barra libre de la que disponía Sánchez en su condición de presidente del Gobierno.

En esas sesiones en la Cámara Alta pudimos ver a un Sánchez de tono arrogante que encajaba mal las críticas a su gestión y que rara vez respondía a las preguntas que le formulaba su antagonista. Sánchez no respondía a las preguntas pero embestía en las réplicas desviando la cuestión hacia territorios que le eran más favorables.

Por su parte Feijóo que en esas sesiones de control empezó con cierta contención ,fruto sin duda de su carácter moderado , fue subiendo de tono y de punch a medida que la cosa se calentaba. A partir de aquellas sesiones tan encorsetadas en los tiempos para el líder de la oposición y con un reloj tan generoso en el caso del presidente solo se puede extraer alguna conclusión al respecto de lo que dará de sí el cara a cara de esta noche.

Sánchez es agresivo, está en su naturaleza y si se siente perdedor puede acabar mostrando su lado más provocador como cuando en un debate similar a este ,el que se celebró en diciembre de 2015, llamó "indecente" al entonces presidente del Gobierno Mariano Rajoy. Rajoy que acusó el desconcierto y replicó llamándole "ruin, mezquino y miserable". Sánchez no se inmutó. Ese dato debería ser tenido en cuenta por Núñez Feijóo, un hombre que a fuer de convencional se diría incapaz de levantar la voz a nadie y menos aún faltarle al respecto. Pero es mucho lo que está en juego -nada menos que el poder y la posibilidad de inclinar a favor o en contra el voto de los electores indecisos. Ante ese horizonte, hará bien Núñez Feijóo en estar prevenido porque en cualquier momento sí Sánchez intuye que va perdiendo el debate puede recibir una dentellada que consiga desconcertarle rompiendo su imagen de hombre tranquilo. En esta u otra circunstancia, lo que ya se puede decir es que el duelo será interesante.