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Editorial
12:39
11/06/23

La izquierda radical se despelleja

(I-D) La ministra de Igualdad, Irene Montero, la la portavoz de Podemos y candidata a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Alejandra Jacinto, y la vicepresidenta y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante la marcha por el Día Internacional de los Trabajadores en el Círculo de Bellas Artes, a 1 de mayo de 2023, en Madrid (España). Los sindicatos CCOO y UGT han convocado esta manifestación en más de 70 ciudades de España, reivindicando la subida de los salarios y la bajada de los precios, en un contexto de tensión con la patronal por el estancamiento de la negociación del V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva.
Fernando Sánchez / Europa Press
01/5/2023
(I-D) La ministra de Igualdad, Irene Montero, la la portavoz de Podemos y candidata a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Alejandra Jacinto, y la vicepresidenta y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante la marcha por el Día Internacional de los Trabajadores. Fernando Sánchez / Europa Press
La izquierda radical se despelleja

​Se despertó con la noticia de que Sumar le ponía el veto, que exigía que Irene Montero no formara parte de las listas conjuntas si llegaban a un acuerdo de coalición. Pocas horas más tarde el Tribunal Supremo metía un nuevo rejón a la ministra de Igualdad: la condenaba a pagar 18 mil euros a Rafael Marcos, ex marido de María Sevilla, la mujer que secuestró a su hijo durante meses y acusó a Marcos de maltratador. Montero también le llamó maltratador a pesar de haber sido absuelto,  y se encontró con una querella que ahora ha resuelto, en su contra, el Supremo.

Ione Belarra no dejó de intentar que Sumar rectificara su decisión sobre la ministra de Trabajo, pero desde tiempo atrás conocía el grado de animadversión que provocaba su amiga y compañera.

No puede sorprender la escasa simpatía que despierta Montero. Se revuelve cada vez que alguien  dice que ha llegado tan alto porque es la compañera de Pablo Iglesias, que la impuso como portavoz parlamentaria primero y ministra después, pero aunque se revuelva es evidente que ha recibido trato de favor en Podemos desde el momento en el que Iglesias posó la mirada en ella.

Montero es sectaria,  intransigente y dirige el ministerio de Igualdad con una visión equivocada, porque para ella la palabra igualdad se circunscribe exclusivamente a cuestiones  relacionadas con la identidad de género. Ha dado prioridad absoluta a los trans, como si hasta que llegó Podemos al gobierno no tuvieran reconocimientos sociales - lo que era incierto- y bajo su iniciativa y con el apoyo de Sánchez aprobó leyes que recibieron un rechazo masivo pero sobre todo la reprobación de los profesionales de la Salud y de la Justicia, así como de los sectores del Psoe que más hantrabajado en el feminismo. Montero ve a los hombres como enemigos  y los trata como tales.

No ha sido la ministra más querida, sino todo lo contrario. No ayudó a su imagen la compra del chalet de Galapagar, como tampoco ayudó su prepotencia, su superficialidad,  su falta de empatía más allá de su círculo de colaboradoras. Nunca se le vio un gesto de cercanía, y sí muchos en los que intentaba demostrar quién mandaba allá donde se encontrara.

La discrepancia entre Sumar y Podemos por la integración de  Montero en unas listas comunes, se ha seguido con pasión: para muchos españoles, Montero ha sido tratada como merecía. Era la ministra más impopular,  más detestada. Por sus leyes disparatadas -están siendo tumbadas por las instancias judiciales- y  por  sus descalificaciones a quienes no aceptan su forma de gobernar, entre las que se incluyen llamar machistas a los jueces por aplicar con rigor su ley del solo es sí es sí, que favorece a los delincuentes sexuales.

Ha vivido un viernes negro que augura que se acaban los años de pisar fuerte en política y de imponer su criterio. Casi siempre equivocado. 

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