En este viernes 13, hemos sido testigos de "la foto de la vergüenza". En cierto modo, podríamos decir que ya lo veíamos venir. Algunos de la derecha argumentan que esto no estaba en el programa. Yo sostengo que los programas actuales son simplemente eslóganes. Como es bien sabido, un eslogan no está destinado a cumplirse, solo sirve para llenar las paredes y las mentes de fantasías. La sonrisa del presidente junto a Mertxe Aizpurua podría interpretarse como falta de expresión o como confirmación de lo que ya sabíamos: que es un hombre con poca sensibilidad. Sánchez siempre se quedaba en un segundo plano, como si estuviera viendo un partido de pádel, y algunos pensábamos que su ambición carecía de afán de crispar. Ya no estoy tan segura de eso. Ahora, los nacionalistas actúan como señores feudales, y el presidente parece funcionar como un caudillo con la corona de Felipe, la hermetismo de un maniquí y las pelotas de pádel. Votamos por listas cerradas, figuras televisivas que se niegan a hablar con los periodistas y espontáneos, todo acompañado de un eslogan: ¡Adelante!, así que no deberíamos sorprendernos.

La estrategia consiste en correr hacia adelante y borrar la sangre de la foto. No sabíamos que todo sería tan barato ni tan rápido. El presidencialismo abierto y progresista ha derivado en una suerte de caudillismo silencioso que cada año recibe más abucheos en el Día de la Fiesta Nacional. Entiendo la indignación popular que pueda generarse, ya que la mujer de la foto fue condenada por apología del terrorismo, una peculiar y lúcida maldad contra la cual no valen ironías intelectuales ni sabidurías de ningún otro género. Para el socialista, "adelante" es sinónimo de "pasar página" y normalizar los pactos entre los herederos políticos de la banda y los compañeros de partido de sus víctimas. Para la sensibilidad castellana, esto ha ido demasiado rápido. La víctima, no el verdugo ni sus herederos, debería decidir si avanzamos o no, si normalizamos que Bildu se haya presentado a las elecciones del 28 de mayo con 44 condenados por terrorismo (siete de ellos con delitos de sangre).

"Es la víctima, no el verdugo ni sus herederos, quien debe decidir si avanzamos o no, si normalizamos que Bildu se haya presentado a las elecciones del 28 de mayo con 44 condenados por terrorismo".

Entonces, todo este cuento sobre los derechos históricos y la España plural que nuestro presidente viene contando nos lleva rápidamente hacia su segunda legislatura, pero de ninguna manera hacia adelante. Resulta que hay casos no ajusticiados, empezando por aquel atentado de ETA en el que los autores se vieron favorecidos por la amnistía de 1977. El atentado tuvo lugar en otro viernes 13, en septiembre de 1974, en la cafetería Rolando de Madrid. Javier Pradera comentaba en El País que personas del ámbito cultural fueron probablemente encubridoras o cómplices de esta masacre, y ETA no reivindicó su autoría hasta mucho tiempo después. De aquellos viernes rojos a estos viernes negros, algunos aún esperan que se haga justicia o que el socialismo cumpla con su palabra y su eslogan. Toda esa ingenuidad del socialismo bienintencionado, todos esos votantes que cierran los ojos para creer en el progresismo y no ver la imagen de la foto. Entre el cinismo y la audacia de pasar página, así se va escribiendo la historia de la anti España.