27.04.2024 |
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Feijoo lo sabe

Feijoo lo sabe

Feijoo lo sabe, claro que lo sabe. Sabe que no será Presidente de Gobierno y sabe que el rechazo a su partido por parte del PSOE no es algo nuevo. Sabe que la conjura de que a la derecha ni agua es una argamasa más que suficiente para que la denominada mayoría de progreso sume sus escaños a favor del hoy presidente en funciones. Sabe de antemano que los independentistas catalanes prefieren al líder socialista, que a fin de cuentas está abierto a hablar de todo, sin límites, y a afanarse en buscar fórmulas que den satisfacción a quienes desean un brexit a la española.

Sabe también que en un régimen parlamentario gobierna quién más escaños tiene, que no es el caso y sabe, sobre todo que la política va más allá, que no se agota en la investidura y ha optado por hacer política asumiendo el relato socialista y de Sumar de que lo suyo va a ser un fracaso, un batacazo más que dice Sánchez quien, por cierto, también acudió a una investidura fallida y ahora está en Moncloa. Feijoo sabe que lo que le espera a partir del 27 de septiembre es el regodeo de la izquierda al no alcanzar los escaños necesarios para ser presidente de Gobierno.

La izquierda no puede disimular su satisfacción ante este escenario. Esto les produce más satisfacción que la mayoría de progreso aún por ahormar y concretar. Así es la política cuando lo que se busca es, en el fondo, la humillación del adversario. Sin embargo, los socialistas corren el riesgo de equivocarse. Se equivocan cuando la gozan diciendo que Feijoo está solo cuando nunca antes el PP ha logrado tanto poder institucional como el que ahora ostenta. Calculan mal los socialistas el poderío de la Oposición con mayoría absoluta en el Senado y calculan mal, muy mal, cuando tratan de obviar que no han ganado las elecciones. Pueden, sin embargo, alardear de amigos como ERC, Junts, Bildu y demás siglas que conforman la mayoría progresista y esa mayoría, por supuesto legítima, es la que les va a permitir gobernar.

Y Feijoo lo sabe. Y sabe que será un Gobierno legítimo al que hará oposición, es decir, hará política, con unas herramientas democráticas nunca antes vistas en un partido de oposición, de manera que el PP no solo debe preparar un gran discurso de investidura sino que además deberá establecer la debida disciplina e inteligencia interna para realizar una oposición entendible y eficaz. Deberían aprender en Génova 13 de la disciplina de la izquierda. No se da en sus filas ni un solo grito. Todos se ajustan a los argumentarios sin saltarse una coma, mientras que en el PP, algunos parecen ir por su cuenta generando más confusión que otra cosa.

Feijoo sabe que sus conversaciones con los partidos que acepten el encuentro no van a ir más allá de la cordialidad y educación y por eso reiterar una y otra vez en que es posible su investidura es pura melancolía. Hace bien, cumple con su obligación acudiendo a la investidura. Eso es hacer política y en política unas veces se gana y otras se pierde, pero lo importante es cumplir con el deber aunque no de los réditos deseados y Feijoo cumple con su deber dando a conocer las propuestas que avalan 172 escaños en el Congreso, mayoría absoluta en el Senado y con el gobierno de la mayoría de autonomías. Feijoo está menos solo de lo que los socialistas tratan de hacer ver.

Feijoo lo sabe
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