Pedro Sánchez. La marca del mentiroso
¿Qué es lo último que hace el mentiroso?. Lo sabemos todos porque todos lo hemos sufrido en alguna ocasión: acusar de mentir a todos los demás. Ese es Sánchez hoy y esa es su desesperada estrategia para intentar engañar de nuevo a todo un país.
No hay marca que delate más que esa al mendaz que, pillado una y otra vez en mentira, al verse perdido y como única forma de intentar escapar, encampanado, ofendido y bravucón nos acusa a todos los demás de mentir.
Es lo que está haciendo y dice que va a seguir haciendo buscando salvar el colchón por todas las teles, todas las radios y hasta montándose un plató a medida en el que se trasmuta en "incisivo entrevistador" que hace preguntas a sus ministros para que le den jabón.
Piensa que con ello puede hasta romper el viejo axioma de que se puede engañar a algunos, hasta a muchos, una vez y hasta dos o tres, pero que no puede engañarse siempre y a todos.
Sánchez, que ya lleva un tiempo en la fase, otro síntoma de egolatría y ambición, en que se cree sus propias mentiras, considera que puede borrarnos la memoria, hasta la más inmediata y hasta el hecho de haber manifestado ya un profundo rechazo por él en el voto de hace tan sólo un mes, que no llegará ni a dos cuando volvamos a las urnas.
Mintió a los españoles, comenzando por los votantes y afiliados de su partido, el PSOE, desde el día uno y seguirá mintiendo hasta su final. En su trayectoria, el verdadero milagro ha sido pillarlo diciendo una verdad o dando cumplimiento a una promesa.
Ahí están sus pactos, con todos aquellos a lo que dijo negarse, desde la extrema izquierda, a los separatistas, con parada y fonda en Bildu y a Bildu, renegado chulescamente para la posteridad ¿"Cuantas veces quiere que se lo diga?; ahí quedan sus indultos a los sediciosos, eliminando incluso el delito por si querían volver a intentarlo de nuevo y sus obscenos manoseos de la Justicia "¿Y al fiscal general quien lo nombra?. Pues eso" (aderezado con sonrisilla) y la conculcación de normas, modos y leyes y hasta de la Constitución. Dos veces, pero a toro pasado y sin remedio, se consideraron inconstitucionales en fondo y método sus decretos.
Ahora ha repescado a Zapatero de sus trabajos como testaferro intelectual y adelantado de los regímenes bolivarianos y lo ha convertido en su adalid y portaestandarte. A aquel ZP que dejó a España en la angustia y la quiebra económica, el que abrió la espita del odio político, enterrando la Reconciliación y los consensos de la Transición, el que cuestionó nuestra propia Nación y su unidad ("discutida y discutible") y el que apadrinó a los podemitas que luego Sánchez, su ya más aventajado seguidor y ahora jefe supremo, elevó a socio de gobierno y consintió, acunó y convirtió en leyes, con atroces consecuencias, sus delirios liberticidas y sectarios.
Es Zapatero quien le abre la senda del perdedero por el que escaparse, no hay que llamarle a eso mentiras, "son cambios de opinión" y es Sánchez, el gran mentiroso, quien repite de inmediato y como mantra que es una víctima del odio, la calumnia y la mentira y acusa a la pérfida derecha, los perversos empresarios y, muy en particular los medios de comunicación de sus males: "La derecha mediática me odia e inocula veneno" para concluir en otra victimista y obvia falsedad "Cuando uno enciende la televisión y ve algunas tertulias se pregunta: ¿dónde están los progresistas?".
Lo dice la misma boca y el mismo puño que ha controlado, como nunca ni nadie, y sectarizado hasta el paroxismo a los medios públicos y que ha gozado de favor de los canales afines o sumisos hasta ejercer una absoluta hegemonía y convertir en tantas ocasiones la información en propaganda y la opinión en agitación gubernativa. Y ello aparte de sus homilías y sermones sin límite de tiempo ni mesura en autobombo que nos endiñaba a su antojo.
Pues aquí lo tenemos, el mentiroso clamando contra la mentira y al que dicta los telediarios quejándose de que no le dan el jabón que debieran. ¿Y saben en realidad que es lo que nos está viniendo a decir? Pues que el 29 de mayo hemos votado mal, que somos malos y gentes descarriadas y que debemos volver a su redil y arrepentirnos por haber hecho tal cosa. Que bueno, que a los que han perdido por su culpa pues enterrados queden pero que lo salvemos a él. Que luego, ya si eso volverá a hacer lo mismo, pactar con los mismo y a mentirnos a todos y siempre de nuevo. Que es Sánchez y que otra cosa no puede hacer.