27.04.2024 |
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Maldito 2024

Cartel con el año 2024. / ep
Maldito 2024

Los temores se imponen a los deseos respecto a lo que trae en el zurrón el recién estrenado 2024. Lo siento, pero todas las extrapolaciones del venidero laberinto de variables nacionales e internacionales nos ponen delante de los ojos un horizonte pesimista.

Empezando por las nacionales:

Los factores de implosión en la amalgama de fuerzas en las que descansa el triunfalismo de Pedro Sánchez (véase su carta de fin de año a los militantes del PSOE) nos remiten a dos verificables datos de la realidad. Uno, el carácter voluble del propio presidente del Gobierno. Y otro, las tres fracturas latentes y no tan latentes de dicha amalgama: la socialista (de Sánchez a García Page) la independentista (derechas de PNV-Junts frente a izquierdas de Bildu-ERC) y, en fin, la de la izquierda populista ("Sumar" balcanizada y la reciente emancipación de Podemos).

Tampoco se avecinan días de vino y rosa en el tablero internacional que va a ser zarandeado por los procesos electorales en medio mundo, aunque, por la cuenta que nos trae a los españoles, importan más los de la UE (junio) y EE. UU. (noviembre). En ambos late un asunto de fondo: el futuro de la Democracia, amenazada por las tesis populistas que se alimentan de pulsiones radicales, xenófobas y autoritarias.

Las urnas europeas se convierten así en elemento verificador del avance o el retroceso de la ultraderecha. Como en las urnas norteamericanas, sobre las que planea retorno de Donald Trump a la Casa Blanca. Los dos procesos cursan como factores de riesgo en un mundo ajeno al buenismo institucionalizado (ONU) tras la segunda guerra mundial.

Nos jugamos el destino del llamado mundo civilizado (democracia, ley y derechos humanos). Incluso el del otro, donde reinan las teocracias como la iraní (presente en el activismo armado de Hamas, Hezbolá y huties) o nacionalismos emergentes como el de India (sumados al ruso de Putin, que ralentiza la cercana guerra de Ucrania a la espera de que el nacionalista Trump vuelva a la Casa Blanca).

El maldito 2024 también acarrea problemas de kilómetro cero para los españoles, cuyo inmediato horizonte político viene asimismo marcado por las citas electorales de Galicia, País Vasco, Europa y tal vez Cataluña. Todos reflejarán los ya mencionados factores de implosión del tablero, a los que añado el hecho de que la gobernabilidad del Estado depende de fuerzas que aspiran a reventarlo.

Y también la desalentadora circunstancia de que los líderes de las dos fuerzas mayoritariamente instaladas en el centro del sistema (Feijóo a la derecha y Sánchez a la izquierda), siguen viviendo de espaldas. Ni están sin se les espera para concertarse los llamados asuntos de Estado o, simplemente, los de interés general.

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