27.04.2024 |
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Aprender inglés, la petición de un pueblo cántabro para convivir con un parque eólico

Aprender inglés, la petición de un pueblo cántabro para convivir con un parque eólico

Los vecinos de La Costana (Campoo de Yuso) han aprovechado la futura instalación del parque eólico de El Escudo para que los niños puedan aprender inglés en su pueblo, como parte del programa que debe diseñar la promotora del proyecto para compensar a quienes convivirán con los aerogeneradores.

Las familias de esta localidad, situada a orillas del embalse del Ebro y que tiene unos 70 habitantes, se ahorran con estas clases los 14 kilómetros que tendrían que recorrer para recibirlas en Reinosa, el núcleo de población más grande de los alrededores, un trayecto que en invierno está además condicionado por la nieve.

En paralelo al programa de compensación por los impactos causados al paisaje, el medio ambiente o el patrimonio, la declaración de impacto ambiental formulada en 2021 para el proyecto eólico de El Escudo recoge que el promotor tiene que desarrollar un programa de compensación del impacto sobre la población del parque, de acuerdo con las autoridades de los municipios afectados (Luena, Campoo de Yuso, Molledo y San Miguel de Aguayo).

La promotora del parque eólico de El Escudo, que se espera que esté en funcionamiento en 2025, ha empezado el programa de compensaciones con esta actividad educativa, que se ofrece en las antiguas escuelas de La Costana, adonde acuden dos días por semana 19 alumnos de infantil, primaria y secundaria.

Tras cuatro años de pasos administrativos y casi veinte de estudios y debate en la región, la Comisión de Ordenación del Territorio y Urbanismo de Cantabria dio la semana pasada luz verde a este parque eólico, que impulsa Biocantaber, sociedad formada por Iberdrola, Ocyener y Banco Santander como socio inversor.

Estos promotores recuerdan que el parque de El Escudo tendrá 25 molinos y, con una inversión cercana a los 110 millones de euros, aspira a convertirse en el segundo de Cantabria, tras el de Cañoneras, que se instaló en 2008.

Los padres, "encantados"

Vanesa lleva a sus hijas Inés y Elisa a estas clases, una experiencia "genial" porque, además de "cerquita de casa", son gratis, reconoce a EFE.

Lo considera además una oportunidad para que los niños de la zona, de diferentes edades, hagan "piña". "Es importante", subraya, mientras que Sergio, otro padre, está "encantado" con este servicio, aunque no sabía que formaba parte de un programa de compensación eólico.

"Hay una carencia enorme de este tipo de servicios. Todas las familias con niños tenemos que desplazarnos lo más cerca a Reinosa a recibir estas actividades", subraya la responsable de esta iniciativa, Patricia Argos, de la empresa Crecimiento Rural Sostenible, contratada por Biocantaber para desarrollar el programa de incentivos y ayudas a vecinos y empresarios de la zona.

Más medidas

Tenerlo "en la puerta de casa es un lujo", añade Argos, que ha establecido "un censo de necesidades" transmitidas por los vecinos.

Además de las clases, se plantean medidas de apoyo a la dependencia, convenios con los ganaderos, proyectos de recuperación de patrimonio, jornadas de formación, un plan de digitalización y turismo para los municipios afectados o la creación de un portal de venta digital para productores locales.

También un descuento en la tarifa para los cerca de 2.000 contratos de suministro eléctrico de la zona, explica Agustín Valcarce, en representación de la promotora.

La idea de Biocantaber es "ligar el desarrollo rural al eólico" y que las poblaciones donde se implanten los parques se aprovechen de beneficios sociales con estas medidas "pioneras", que se están poniendo en marcha antes incluso de la instalación del parque, subraya.

Desde los ayuntamientos están encontrando "mucha predisposición" para colaborar. "Hay ayuntamientos que se han opuesto, pero la mayoría no lo están rechazando", afirma, antes de apuntar que "hace más ruido el que se opone"

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