14.05.2024 |
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RACING 1-0 ZARAGOZA

El Racing rompe tendencias

Logró su primera victoria en casa, su primer gol en El Sardinero y también el primero a balón parado de la temporada | Enlaza su segunda victoria seguida y sale del descenso tras jugar con uno más el segundo tiempo

Los jugadores del Racing celebran la victoria.
Los jugadores del Racing celebran la victoria.
El Racing rompe tendencias

Fue una noche para romper con todo, para terminar con una sequía que ya estaba generando mucha sed en el racinguismo. El Racing por fin ganó, por fin marcó su primer gol en casa, por fin marcó a balón parado y por fin encadenó dos victorias consecutivas que, para colmo, le sacan de las posiciones de descenso. Combo completo. Qué más se puede pedir. Por fin salió cara y contó con una circunstancia que le benefició y que aprovechó, que fue la posibilidad de jugar con uno más todo el segundo tiempo. Como contra Las Palmas, pero al revés. Esta vez no tocó atrincherarse, sino sacar los tanques. Era su momento, lo sabía y lo disfrutó.

El gol que lo cambió todo lo marcó Jorge Pombo, un jugador surgido, precisamente, de la cantera del Zaragoza. Él pidió perdón, pero por dentro lo celebró a lo grande por todo lo que sabía que significaba. Ayer volvió a ser el líder ofensivo de los suyos y uno de los que probó el principal argumento defensivo que ayer tuvo el conjunto maño, que fue su portero Cristian Álvarez. Sólo le faltó ponerse la capa porque sólo él fue quien tuvo la culpa de que el partido se mantuviera con vida hasta el final. El Racing sabía que necesitaba un segundo gol pero no pudo. No le sobran goles y para amortizar el que logró marcar echó mano de su solvencia atrás. La de ayer fue su cuarta portería a cero en cinco partidos. Ojo al dato.

Todo lo cambió la expulsión porque el primer tiempo vivió de la incertidumbre, ya que fútbol, desde un punto de vista estético, hubo muy poco. En ese sentido, el encuentro no cumplió con lo que prometió en sus primeros minutos, cuando sí aparecieron las áreas con asiduidad. Incluso tuvieron que intervenir los porteros, pero fue una rareza porque Parera acabaría siendo un espectador más mientras que Cristian Álvarez esperaría al segundo tiempo para hacerse un gigante. Porque lo que dominó antes de la tarjeta roja y del descanso fue una cierta atonía, un gran respeto o miedo a las consecuencias que pudiera tener un gol en contra. Es decir, que el juego resultó aburrido. Sólo la promesa del bocadillo del descanso permitió que la mirada del espectador mantuviera cierto brillo.

La tortilla colocada entre pan y pan vino aliñada con un ingrediente inesperado porque, segundos antes del descanso, cuando el más hambriento ya estaba quitando el papel de aluminio, Giuliano Simeone fue expulsado por doble amarilla. Ya la primera pudo ser roja porque nació de una entrada con los tacos por delante que tuvo poco que envidiar a la que dejó al Racing con diez contra Las Palmas. Sin embargo, el trencilla, que comenzó con el gatillo fácil, no fue tan cruel. Con todo, el delantero maño siguió jugando como si no tuviera lastre alguno y cometió otra dura entrada en el descuento que dejó a su equipo con uno menos concediendo, de esta manera, la promesa de un segundo tiempo más divertido o, al menos, con un Racing con sus líneas más adelantadas.

Ayer salió, como era previsible, a esperar, con un bloque medio que no quería dejar sin oxígeno a su rival nada más sacar en corto. El Zaragoza comenzó haciéndolo en todo momento y durante buena parte del primer tiempo tocó en lugares intrascendentes mientras los primeros jugadores verdiblancos le esperaban en zona de tres cuartos. Le costó salir de ahí, avanzar y superar líneas. No encontró a los que quería encontrar arriba, no halló espacio entre líneas porque los hombres de Fernández Romo se mantuvieron bien organizados y situados para conseguir que pasaran pocas cosas cerca de su área. Y lo consiguieron aunque la historia amenazó con ser diferente en los primeros compases del encuentro.

El Zaragoza salió con ganas, dejándose llevar por su necesidad y como si fuera el equipo que jugaba en casa. Buscó, por encima de todo, entrar por banda derecha como si quisiera dejar en evidencia a Fernández Romo, que el día anterior había destacado el gran trabajo de Satrústegui, a quien prácticamente nadie ha podido superar en las últimas semanas. Y es cierto que está secando a sus extremos y ganando los duelos, pero ayer el equipo maño le quiso buscar la boca y lo cierto es que fue capaz de dar forma a dos buenos ataques construidos por ese carril del tres, pero no llegaron muy lejos porque Parera, sin necesidad tampoco de lucirse, estuvo atento.

El Racing se volvió a presentar, como en las últimas semanas, como el único equipo de la categoría que todavía no ha marcado a balón parado. Y dio la impresión de querer acabar con este lastre porque sus dos únicos remates del primer tiempo nacieron en un córner primero y en un saque de falta después. El saque de esquina lo cabeceó Fausto Tienza sin necesidad siquiera de saltar y sin grandes oposiciones. Picó la pelota pero fue dirigida a donde estaba Cristian Álvarez, que voló para despejar el cabezazo de Matheus en la segunda de las acciones.

No mucho más produjo en ataque el Racing y tampoco el Zaragoza. El conjunto cántabro no sufría y demostraba tener las ideas mucho más claras que su rival, ya que estaba contento con su guión. Sabía que debía esperar su momento aunque carecía de artillería para mostrar de verdad su colmillo. Lo intentó Pombo y también Mboula, que mantuvo un interesante duelo con Gabi Fuentes, pero se echó en falta más colaboración de las demás líneas.

La expulsión era una invitación a cambiar esta situación y uno de los llamados a dar un paso hacia delante era Dani Fernández, un lateral con proyección ofensiva que tenía su gran oportunidad. Estuvo con el freno echado en el primer tiempo pero en los primeros segundos del segundo ya botó un centro peligroso que estuvo a punto de convertirse en gol en propia puerta de Jair. Sólo Cristian Álvarez salvó in extremis que el balón se fuera para dentro iniciando así su festival particular.

Lo normal habría sido que el conjunto cántabro se hubiera adelantado en alguna de las tres ocasiones muy claras que tuvo nada más salir de vestuarios. A esa primera siguió la enorme respuesta que tuvo a un cabezazo de Matheus a boca jarro tras una gran acción individual de Íñigo Vicente y, sobre todo, a un lanzamiento del delantero brasileño tras recoger un balón en la frontal del área que iba directo a gol. El guardameta se estiró todo lo que pudo para tocar lo justo y conseguir que el cuero volviera a golpear al palo. Otro palo más. Ya son nueve. Tremendo dato.

El equipo maño había respondido a la expulsión sin cambiar nada. Reapareció en el campo con un 4-4-1 pero a los diez minutos ya dibujó una defensa de cinco al retirar a Mollejo para meter a Valentín Vada y sumar talento por dentro. Y lo cierto es que el encuentro cambió y acabó ese ímpetu inicial del conjunto cántabro. El equipo maño había reaccionado a la expulsión pero Fernández Romo tardó más. No lo hizo hasta el minuto setenta, cuando lanzó una verdadera apuesta por ir a por el partido. Quitó a Satrústegui para meter en el campo a Saúl García, con lo que el equipo pasó a tener dos laterales con mucho recorrido, y quitó a Fausto Tienza para situar a Arturo en la sala de máquinas. Quiso así que ésta tuviera más balón y que se pareciera más, en definitiva, a la que es cuando está Juergen.

Lo malo es que Cristian Álvarez seguía estando bajo palos y segundos antes de esta maniobra del técnico local se volvió a lucir al despejar, como si de un portero de balonmano se tratara, un cabezazo de Fausto Tienza en el segundo palo tras un saque de falta de Íñigo Vicente. Vaya pesadilla de portero. Estuvo cerca de volver a hombros a casa pero no pudo con el remate de Pombo que se convirtió en el primer gol de la temporada. Nació en un saque de esquina bien puesto por el extremo de Derio al corazón del área. Allí se elevó y cabeceó a gol con potencial. Buscó el Racing el segundo y tanto Matheus, como el autor del gol pudieron poner el 2-0, pero se volvieron a chocar con la inspiración del portero rival. Ambos fueron sustituidos cerca del noventa por Peque y Ayoub, que tuvieron en sus pies también aumentar la cuenta. El catalán se marcó una jugada para enmarcar pero, a la hora de rematar, el marroquí se la quitó de los pies para hacerlo él. Menos mal que no tuvo consecuencias. Ayer no era un día para echar nada en cara a nadie.

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