02.05.2024 |
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LAS PALMAS 1-1 RACING

El Racing mantiene la reacción

El conjunto cántabro arañó un empate de última hora en el campo del líder l Firmó un mal primer tiempo pero reaccionó bien en el segundo l El gol de Las Palmas fue igualado desde el punto de penalti por Pombo tras actuar el VAR
Mboula, encarando a su par ayer en el estadio Gran Canaria. / LA LIGA
Mboula, encarando a su par ayer en el estadio Gran Canaria. / LA LIGA
El Racing mantiene la reacción

Es posible que el fútbol no sea justo pero suele devolver a cada uno lo que le quita. Ayer al Racing no le dio nada que no fuera suyo, pero el VAR llamó al orden para concederle un empate que, en líneas generales, mereció. Y no es poca cosa teniendo en cuenta que jugaba en el campo del líder. Es cierto que su primer tiempo fue para encerrar, pero reaccionó al tiempo para llevarse un punto del estadio Gran Canaria con la sensación, además, de haber merecido incluso algo más de lo que se llevó.

El encuentro se pareció, en cierta medida, al que disputó el conjunto cántabro en Eibar. Lo normal habría sido que se hubiera ido sonrojado y vapuleado al descanso, pero fue capaz de conseguir agua y jabón a tiempo de lavarse la cara y merecer mucho más a partir de la reanudación. En el fútbol, como se ve, sí hay segundas oportunidades. En Ipurua sólo le dio para maquillar el resultado pero ayer para, al menos, conseguir un empate como el que ya selló el equipo verdiblanco en El Sardinero en la primera vuelta ante el conjunto grancanario. No se le da mal Las Palmas al Racing. Si es capaz de empatarle a puntos, el golaveraje lo tendrá igualado. Ahora sólo le falta remontarle 17 puntos. Ánimo ahí.

Las Palmas se adelantó con un golazo en el primer tiempo y el Racing empató con uno de penalti. Por fin anotó el equipo verdiblanco desde los once metros. A la tercera fue la vencida. No sólo para el conjunto cántabro, sino también para el propio Jorge Pombo. Se había pedido ejecutar la pena máxima el día que lo falló Iñigo Vicente y también cuando lo falló Sekou. En ambos intentó pelearlo sin llamar demasiado la atención para no montar una escena pero acabó cediendo ante quienes cogieron antes la pelota. Ambos lo fallaron pero él ayer lo marcó. Lo hizo con clase, además. Y su acierto no sólo valió un punto, sino también mantener con vida la reacción que se presupone ante todo cambio de entrenador y ante todo cambio de libreto futbolístico. No perder en Las Palmas pudo saber a una victoria por mucho que el empate confirmara la caída del Racing hacia posiciones de descenso. Ahí se pasará, al menos, toda esta semana. Hay que salir cuanto antes.

Aficionados racinguistas en Las Palmas. / LA LIGA
Aficionados racinguistas en Las Palmas. / LA LIGA

Al árbitro le costó convencerse a sí mismo de que había habido penalti sobre Dani Fernández. El centro fue de Saúl, el lateral izquierdo, y la falta la cometieron sobre el lateral derecho. Sólo eso ya habla con claridad de la ambición con la que se fue el Racing a por el empate en la segunda mitad y, sobre todo, en el último tercio de contienda. El balón se paseó en paralelo a la portería sin que nadie fuera capaz ni de rematarlo ni de despejarlo. Y llegó al otro extremo del área. Por allí llegó el zaguero verdiblanco para recogerlo e intentar provocar una segunda jugada, pero un defensor le derribó. El trencilla interpretó que primero había tocado pelota y que ahí no había nada que ver, pero sonó el timbre. Ojo, paren el balón, que hay que revisar la acción.

Se paró el partido. Buena señal. Mejor aún cuando desde Las Rozas conminaron al colegiado a que fuera a verlo en la pantalla. Cuando eso sucede, se puede dar por hecho que la jugada va a acabar en infracción. Y así fue. ¡Penalti! Por fin el VAR intervino para hacerse amigo del Racing. Y esta vez no había quien discutiera con Jorge Pombo. Éste había cedido el protagonismo a sus compañeros en las anteriores ocasiones y había sido un error, por lo que era su turno. Y el maño marcó con clase, con solvencia, como hacen los grandes. Remató con la seguridad de quien sabe que va a la huerta a coger una lechuga a la que ha visto crecer. Remató alto a la izquierda del portero, engañándole y con la fuerza suficiente para que el tipo de los guantes no tuviera nada que hacer.

Corría el minuto 87 pero el árbitro descontó ocho. Miedo. El Racing no pudo darse por satisfecho porque sabía que aún había mucha leña que cortar. En Segunda División siempre suceden muchas cosas en el descuento pero, por suerte, no pasó nada. Es cierto que el conjunto cántabro se echó atrás y que Las Palmas tocó a rebato. También es verdad que tuvo que intervenir Miquel Parera y que el equipo local botó un par de córners, pero no se alteró el resultado. Y qué bien sabe cuando uno se va con un punto del campo del líder después de haber igualado un resultado en contra y de haber sufrido. El de ayer fue el segundo desplazamiento consecutivo ante un rival de la zona alta y el bagaje ha sido de cuatro puntos de seis posibles. Ni tan mal. Ahora toca corregir la trayectoria en casa.

Lo mejor fue que el Racing no empató de casualidad, sino por merecimiento. Mejoró ostensiblemente en el segundo tiempo, cuando comenzó a encadenar llegadas al área amarilla. De hecho, lo normal es que hubiera igualado la contienda unos pocos minutos antes, cuando Matheus, que entró en el segundo tiempo, remató al larguero. Es ya el duodécimo disparo al palo del conjunto cántabro. Basta ya. Con que sólo la mitad se hubieran ido para dentro, quizá estaría el racinguismo ahora pensando en qué vestido ponerse para jugar en Primera División el próximo año.

Mboula y Sekou, pugnando por un balón aéreo. / LA LIGA
Mboula y Sekou, pugnando por un balón aéreo. / LA LIGA

Finalmente, Iñigo Vicente no formó parte del once inicial. Es lógico. No sólo por haberse perdido tres entrenamientos, sino, sobre todo, porque un virus estomacal deja baldado a cualquiera. Y el elegido no fue ni Marco Camus, ni Arturo, ni Pombo, sino Yeray. José Alberto confía de verdad en él. Él no va a sumar canteranos a la convocatoria para que viajen por el país, sino para jugar. Y hay que darle mérito por mucho que el cántabro no pudiera ejercer ni de media punta ni en banda derecha, que es en los dos puestos donde mejor se desenvuelve y donde mejor puede sacar a relucir su artillería.

El resto del equipo inicial fue el mismo que había dado la campanada en Cartagena a excepción del punta, que ayer fue Sekou. No había razón para mover más el manzano después de las buenas sensaciones que había dejado allí el conjunto cántabro. En el segundo tiempo sí entraron Vicente, Matheus y Juergen. Qué bueno fue ver a este último aunque quienes de verdad se hicieron notar fueron los dos primeros. Sobre todo, el delantero brasileño al ser el autor de ese remate al larguero que pudo haber cambiado la historia. Lo cierto es que tiene una gran habilidad para rematar pero no para marcar. Ya llegarán. Es en lo que confía todo punta. En cambio, Sekou se marchó sin haber podido ni tan siquiera probar al portero rival.

Por encima de todo, porque el primer tiempo del Racing fue malo. No se sintió poderoso con balón porque apenas lo tuvo pero tampoco sin él. Ni gustó ni se gustó. Es cierto que Yeray probó fortuna a los once minutos y que una buena internada de Mboula terminó con un mal disparo de Seko desde la frontal, pero nada de eso sirvió para meter el miedo en el cuerpo de un equipo isleño que se sentía mejor y más preparado para, con el paso del tiempo, acabar llevándose todo el botín. Actuó Las Palmas con galones, logró el gol que había salido a buscar y, a partir de ahí, dio la sensación de que pensó que con eso le podía valer, pero el cántaro de leche se cayó el suelo y al final le entraron las prisas.

Las Palmas jugó muy fácil en ese primer tramo de partido, como si no necesitara gran cosa para fabricar acercamientos verdaderamente peligrosos. Era cuestión de tiempo, de que se encendiera la luz, de que a alguien le entrara la inspiración y rompiera el cascarón. Y el equipo local confirmó que tenía razón, que todo era cuestión de tiempo. A los 24 minutos, Pejino se deshizo con tremenda habilidad de Saúl para marcar un gol que parecía imposible pero que subió al marcador. Nadie tenía muy claro qué camino había seguido la pelota para instalarse dentro de la portería pero lo cierto fue que Parera tuvo que entrar a sacarla de dentro.

Íñigo levanta las manos para reclamar una jugada durante el partido en Las Palmas. / LALIGA
Íñigo levanta las manos para reclamar una jugada durante el partido en Las Palmas. / LALIGA

La sensación generalizada era la de que Las Palmas era un equipo considerablemente mejor, pero lo cierto era que el marcador lo dejaba todo abierto a lo que pudiera suceder. De hecho, incluso pudo marcharse el Racing al descanso con el tanteador igualado si Jorge Pombo hubiera estado más acertado a la hora de cabecear un buen centro de Mboula tras una gran acción individual por su banda en la que dejó sentado a su par. Pudo haber entrado como entró el de Pejino, pero el fútbol es una cuestión de acierto.

Mejoró el Racing tras el descanso. Igualó el juego y ya no dio la sensación de estar jugando un adulto contra un menor. En definitiva, empezó el conjunto cántabro a merecer más de lo que en ese momento le concedía el resultado. Sin embargo, en la parroquia local también contaban con una esperanza justificable en la posibilidad de cazar un contragolpe y acabar de una vez por todas con el partido. De hecho, a los 67 minutos de juego, logró Las Palmas firmar una rápida transición que intentó finiquitar con una asistencia final del hombre de la varita mágica, Jonathan Vieira, a Pejiño. Sin embargo, éste no controló bien cuando sólo le quedaba Parera por librar. Les faltó poco a los de amarillo para haber cerrado la puerta a todo lo que quedaría por suceder.

Fue dos minutos después de esa ocasión de oro del conjunto amarillo cuando una asistencia de Mboula terminó con el remate al larguero de Matheus. Todo el mundo tenía claro que algo iba a suceder, de que el resultado no iba a terminar así. Y lo que sucedió fue el penalti. Pombo lo marcó y a partir de ese momento tocó defender el repentino tesoro con el que se había encontrado el conjunto cántabro. José Alberto dio entrada a Pol Moreno por un Germán que se marchó quejándose de un dolor en la espalda y, aunque tocó sufrir, el Racing se marchó con un empate y José Alberto sin haber perdido aún como entrenador verdiblanco en liga a pesar de haber jugado en dos plazas como Cartagena y Las Palmas. No se puede decir que sea un mal inicio por mucho que el conjunto cántabro se vaya a pasar la semana en posiciones de descenso. No es fácil recuperarse de cinco derrotas consecutivas.

El Racing mantiene la reacción
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