30.04.2024 |
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Festival del Racing para empezar la temporada

El Racing comenzó la temporada goleando al Eibar (4-0), anuló las mejores virtudes de su rival y actuó con acierto en las áreas. Íñigo Vicente, Aldasoro, Peque y Lago Junior fueron los goleadores.

Festival del Racing para empezar la temporada

Comenzó el Eibar siendo muy superior, manejando el balón, enlazando, superando líneas e incluso llegando, pero a los 23 minutos ya perdía 2-0 y a los 38 3-0. Así da gusto. Incluso marcó un cuarto y pudieron ser más. Hacía siglos que el Racing no comenzaba tan bien una temporada, con la sensación de equipo hecho desde la primera jornada, de tener las ideas claras y de ser superior sin necesidad de tener el balón. Fue intenso y fue práctico. No llegó demasiado pero celebró más goles de los que marcó en cinco semanas de pretemporada. Lo bueno comenzó ayer y el conjunto cántabro estuvo a la altura.

Como si no hubiera pasado el tiempo, como si el verano no hubiera influido en las vidas de los jugadores del Racing y aún fuera la recta final del curso 22-23. Así fue el partido de ayer ante una potencia como el Eibar, que no entendió nada de lo que sucedió, sobre todo, en un primer tiempo que avanzó a base de balazos. Tres lanzamientos entre palos firmó el equipo de casa en los primeros 45 minutos y tres goles marcó. Teniendo en cuenta su habitual solvencia defensiva, sabía que ya tenía medio trabajo hecho. Sólo quedaba protegerse.

Terminó el conjunto cántabro la campaña pasada con cinco victorias consecutivas en El Sardinero y ayer mantuvo la racha. Como si la música no hubiera dejado de sonar. Sacó máximo partido a su firme apuesta por la continuidad porque llegó a la primera jornada con sólo tres fichajes y dos de ellos se quedaron en el banquillo. El único que entró de partida fue Ekain y confirmó todo lo bueno que se decía de él. Es un jugador que quizá no sepa escribir en verso pero que lo hace en prosa como nadie. Su productividad amenaza con quedarse sin dígitos. En cuestión de segundos, ayer provocó la falta con la que se abrió la lata y firmó la asistencia al gol de Aldasoro.

Antes ya había dado la nota. Lo había hecho ayudando a robar balones en campo contrario construyendo el triángulo de las bermudas junto a Aldasoro e Íñigo. El Eibar comenzó con ganas de mostrar galones, de presentarse en El Sardinero como el equipo grande que es, de situar el contenido a la altura del continente. Y lo cierto es que arrancó transmitiendo sensaciones de poderío. De hecho, el exracingusita Quique González, que ayer actuó como su gran referencia ofensiva, estuvo cerca de marcar a los cincuenta segundos.

El Racing no se puso nervioso. Sabía lo que tenía que hacer. Intuía que el conjunto armero iba a intentar salir jugando desde atrás y, por lo tanto, se puso el babero y agarró bien los cubiertos. Había carne fresca. Apretó y fue con fe. Y robó mucho. De hecho, aunque su rival intentaba jugar más bonito, él lo hacía mejor y, sobre todo, con más acierto e intensidad. Esto último no se negocia. Quien muestra más tiene mucho ganado y ayer los duelos y las segundas jugadas fueron para el conjunto cántabro, que poco a poco fue equilibrando la contienda. Pasaban los minutos y el Eibar ya no parecía tan guapo.

Un robo de Ekain en la frontal ya estuvo cerca de terminar con asistencia de Vicente y gol de Peque. Una aventura individual suya pocos minutos después fue abortada con una falta cercana al área que el ‘diez’ verdiblanco convirtió en obra maestra. Lanzó una falta perfecta, por encima de la barrera, enviando el balón sobre la cabeza de Soriano, el más bajo de todos, para llevarla a la escuadra derecha de Luca. Éste quedó vendido cuando, pocos segundos después, otra recuperación en campo rival la convirtieron en geometría Ekain y Vicente para que Aldasoro rematara a gol con la fortuna de que el balón golpeó en un central y confundió al portero.

Era el minuto 23 y el Racing le ganaba 2-0 al Eibar. ¿Dónde estaba la cámara? El conjunto cántabro retrasó sus líneas unos metros y su rival se desorientó. Sufrió el golpe. Hubo unos minutos de incertidumbre hasta que una veloz transición lideraba por Mantilla, que secó a Yanis en defensa y humilló a Arbilla en ataque, comenzó a escribir el tercero de la tarde. Con un caño al veterano lateral zurdo del equipo vasco, ganó tiempo para asistir a Sangalli, que entró en el área trazando una diagonal y siendo objeto de penalti. También fue amarilla. Tres de los cuatro defensores visitantes llegaron al descanso amonestados.

El lanzamiento de once metros, la distancia que tantos quebraderos de cabeza dio al Racing el curso pasado, fue ejecutado por Peque con maestría. Un problema menos, un acierto más. Aquello pintaba perfecto. Quiso crecer el Eibar en la recta final del primer tiempo pero los dientes los afiló en el segundo, cuando Etxeberria realizó un doble cambio para dar un paso hacia delante. El equipo cántabro, por su parte, lo dio hacia atrás. Fue tan reconocible que todos los presentes sabían que se iba a sentir a gusto resguardándose en un bloque bajo. Aceptó ser la pared frontal del frontón logrando que su rival tuviera mucho balón pero poca ocasión. Que no pasara nada. Y apenas pasó nada. Lo que pasó lo abortó Ezkieta mientras que las contras verdiblancas fueron una amenaza constante.

Una de ellas cerró el partido de manera definitiva. Fue de manual. Se juntaron los talentos del equipo y salió una obra maestra. Lago Junior se hizo con un balón en campo propio, buscó al bueno y se lo dio a él al mismo tiempo que arrancaba la moto. Íñigo Vicente controló y esperó. Aguantó la pelota hasta el momento oportuno de devolvérsela a la bala marfileña, que aprovechó el regalo para ganar la espalda a la defensa y culminar la jugada desbordando calidad. Menudo festival.

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