27.04.2024 |
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MIRANDES - RACING

El espectáculo debe continuar

Errores de organización del Mirandés hicieron que el partido de Anduva comenzara con centenares de aficionados verdiblancos en las puertas sin poder entrar | Nadie les compensará por el perjuicio

La afición racinguista en Miranda. / CDM
La afición racinguista en Miranda. / CDM
El espectáculo debe continuar

Mientras afuera, a un puñado de metros, se vivía el caos y una cierta desesperación, dentro la vida transcurría con normalidad, como si no sucediera nada. El partido de fútbol arrancó a la hora señalada y en seguida llegó un gol, pero buena parte de los racinguistas que se habían desplazado a Miranda y que habían pagado un dinero importante para disfrutar del espectáculo se lo perdieron. Unos cantaban y celebraban y otros se mordían las uñas y se cabreaban de pura frustración. Sólo les separaban unos metros, pero unos estaban a un lado de la frontera apelotonados y esperando a cruzar la valla y otros al otro. Como la vida misma.

El racinguismo organizado se ha quejado del maltrato que recibió por parte del Mirandés. No lo entienden. Y tampoco que nadie tomara la iniciativa de retrasar el espectáculo hasta que todo aquel que había pagado su entrada y que había acudido con tiempo a la puerta estuviera acomodado en su asiento. El programa de festejos continuó como si todo estuviera saliendo bien, como si la organización fuera perfecta y no estuviera pasando nada extraño. Así, el árbitro decretando con su silbato el inicio del encuentro fue como el coronel Kilgore ordenando a sus soldados ponerse a surfear en medio de un bombardeo con napalm en ‘Apocalypse Now’. «Coronel, no es un buen día para el surf», le recuerda el capitán Willard. Dio igual. Se impuso la cadena de mando. A jugar.

Lo cierto es que, más propio que de una película bélica, lo vivido en los aledaños de Anduva se pareció más a un momento absurdo o surrealista de alguna cinta de Luis Buñuel. Al ‘Fantasma de la libertad’ o ‘El discreto encanto de la burguesía’. En la vida real, algo así sólo se puede ver en un evento deportivo y, sobre todo, futbolístico. A nadie se le pasa por la cabeza que alguien que paga cuarenta euros por una entrada para el teatro o el cine y llegue más de media hora antes a la cola acabe sentándose en su butaca cuando la función lleva veinte minutos en marcha por un error del organizador. Y es lo que sucedió en Miranda, lo que cabreó sobremanera a los allí presentes de tal manera que la Asociación de Peñas Racinguistas (APR) ha hecho público un duro comunicado que pone al Mirandés en el centro de mira. Buñuel fue siempre amigo de poner a burgueses y personas refinadas en situaciones críticas. Demostraba así que, ante éstas, reaccionaban igual que el mayor de los miserables o desarrapados. En la lucha por la supervivencia, surgían sus instintos más primarios, por lo que quedaba en segundo plano el saber estar, el protocolo y la teórica mayor cultura y educación que tenían. Se aprecia, por ejemplo, en ‘El ángel exterminador’, en la que, tras una fastuosa cena, un grupo de nobles y adinerados personajes se ven incapaces de abandonar la habitación donde han pasado la sobremesa. En Anduva pasó al revés. Lo que no pudieron hacer los aficionados del Racing fue entrar.

Si el maestro de Calanda hubiera visto lo sucedido en Miranda, a buen seguro que se le habría ocurrido rodar a un grupo de personas elegantes yendo a un teatro distinguido y exclusivo para el que han pagado una cara entrada y donde son recibidos con un trato degradante, como si de unos desarrapados se tratara, para estudiar su comportamiento ante algo así. No hay duda de que habría incluido un plano con un rebaño de ovejas guiado por la vara de un pastor. Es un recurso fácil pero efectivo. A Anduva acudieron prácticamente 1.200 racinguistas y la gran mayoría de ellos ocuparon uno de los fondos. Sólo había una puerta disponible para entrar, los tornos se atascaron y se formó un embudo que dejó allí plantados a buena parte de los aficionados verdiblancos. Así, el encuentro comenzó con buena parte del graderío racinguista a medio llenar. Desde la APR aseguran que hubo quien estuvo haciendo cola una hora y ni aún así pudo estar en su sitio cuando comenzó el encuentro. Precisan que hubo quien logró entrar por fin cuando el encuentro estaba cerca de llegar a la media hora de juego. Un despropósito que, además, según anuncian los peñistas, tampoco provocó que se pasara por allí alguien del Racing para interesarse por su situación. Multitud de seguidores se perdieron buena parte del espectáculo por el que habían pagado por culpa de un error de los organizadores, pero aquí no ha pasado nada. Es como en esas películas ambientadas en momentos revolucionarios o bélicos que se mantienen sólo como contexto, sin que terminen de condicionar el día a día de los protagonistas. Sólo es ruido. Como sucede en ‘Roma’, de Alfonso Cuarón, con la Masacre del Corpus Christi en Ciudad de México en junio del 71 o con ‘Soñadores’, de Bertolucci, con el mayo del 68 francés, que hasta el final está simplemente como telón de fondo.

El espectáculo debe continuar, que cantaba Queen. El fútbol lo hizo como si no hubiera habido espectadores sumidos en una encerrona, a los cuales, por cierto, nadie ha devuelto porcentaje alguno de su entrada.Todo esto sucedió bajo un sol de justicia que incluso provocó alguna insolación y la asistencia de los sanitarios. Una vez dentro, el aficionado se encontró con la grada que ya se había encontrado hace años, una tribuna de las que pone el Escobedo en los partidos de Copa del Rey para aumentar el aforo. Es decir, que quienes pagaron bien pagada su entrada se tuvieron que colocar en una instalación similar a un andamio sin posibilidad de una mínima sombra. Pasan los años y en la Segunda División que se pone chula si hay una esquina que no es del color que ha de ser y que obliga a los fondos de animación a cumplir con unas normativas extraordinarias, se permite un graderío así. Los futbolistas disfrutaron de pausa de hidratación pero a las cinco de la tarde de un caluroso sábado estaba allí ese grupo de hinchas racinguistas totalmente vendido.  Las peñas han criticado al Mirandés y, en parte, al propio Racing, pero no a la afición local. La concordia allí fue total y no les culpan de haber chocado con un nuevo responsable de seguridad que, según denuncian, ni siquiera tuvo tacto con algún menor armado con peligrosos globos. Porque es cierto que el coronel Kilgore se acabó saliendo con la suya y terminó sacando la tabla de surf, pero también que en cualquier momento pudo haber recibido alguna bala perdida.

El espectáculo debe continuar
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