26.04.2024 |
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ALAVÉS 3-0 RACING

RETORNO AL PASADO

El racing dejó una pobre imagen en Mendizorroza, donde sólo durante apenas diez minutos recordó al equipo de las últimas semanas  | Un error grosero de Germán adelantó al Alavés, que marcó otros dos en un mal segundo tiempo

alaves racing
RETORNO AL PASADO

A Mendizorroza no viajó ayer el ilusionante Racing de las últimas semanas, sino el del mes de noviembre. Fue un equipo triste, plano, incapaz con balón y sin gol. Como si no hubiera habido cambio alguno. Volvió, de hecho, a quedarse sin marcar, algo que no le sucedía desde el partido ante el Ibiza, y, para colmo, uno de los jugadores por los que más había apostado José Alberto jugó como cuando lo alineó Fernández Romo. Fue un error de los gordos de Germán el que abrió la puerta al Alavés, que anotó el segundo de penalti después de haber estampado el Racing un balón a la madera. Lo dicho: como si el equipo hubiera vuelto al pasado.

Cuesta entender la manera que tuvo el Racing de presentarse en Mendizorroza. Se plantó con un bloque bajo de partida que renunció a una presión alta, a incomodar el inicio del juego babazorro sabedor, quizá, de lo afilado que suele ser el Alavés cuando emprende el ataque, de su capacidad para firmar rápidas transiciones cuando va superando trincheras. Quiso el conjunto cántabro agruparse, sentirse seguro y arropado atrás, juntar sus líneas, bajar la persiana e incomodar a su rival, pero lo cierto es que no lo consiguió. El equipo vasco jugó muy cómodo. Apenas generó peligro de verdad pero el partido, sobre todo en sus primeros veinte minutos, transitó por una autopista para sus intereses.

El Racing tardó cinco minutos en pasar de medio campo y siete en hacerlo con el balón controlado. Fue un espejismo. En los quince minutos siguientes, sólo lo logró otra vez más gracias a una carrera de Jorge Pombo que prometía pero que quedó en nada al tropezarse el maño. La cosa pintaba mal. Los hombres de José Alberto insistían en intentar iniciar en corto pero no les salía, no eran capaces de superar la primera línea de presión alavesista, por lo que el balón estuvo constantemente en poder de quien jugaba en casa. La cosa pintaba mal.

Lo peor fue que el mal olor no se quedó en una simple sensación. El teórico plan con el que había aparecido el Racing se fue por la borda cuando, lejos de presumir de fiabilidad y solvencia defensiva, le regaló un gol a su potente rival. No se puede permitir algo así quien pretende asaltar Mendizorroza. Decía José Alberto en la previa que su equipo debía rozar la perfección si quería ganar en la capital vasca y, de primeras, a los doce minutos, vio cómo Germán, el jugador de quien menos se podía esperar algo así, le puso la cena en bandeja a Luis Rioja. El experimentado central andaluz bajó un balón aéreo con la cabeza de manera fina y con intención de cedérselo a un compañero invisible que, en teoría, debía estar a su derecha. No lo estaba. Sólo apareció el atacante blanquiazul, que libró la buena salida de Parera con un tremendo talento para adelantar a su equipo.

La sensación de superioridad era tremenda pero lo cierto es que el Alavés sólo lanzaría una vez más entre palos antes del descanso. Fue con un remate fuera del área de Salva Sevilla al que respondió bien Parera. Poco a poco, fue reaccionando el conjunto cántabro y, sobre todo entre los minutos 25 y 35, se vio al fin al Racing que todo racinguista esperaba. Logró adelantar sus líneas y jugar más en campo contrario. Fue por fin un equipo más parecido al de José Alberto que al de Romo y lo más normal habría sido que hubiera empatado la contienda.

Matheus remató al muñeco una asistencia de oro de Dani Fernández (ojo a esta pareja) con la que rompió la línea defensiva local y Jorge Pombo estampó un balón en toda la escuadra de la portería alavesista para culminar una rápida transición del Racing que no pudo terminar Mboula y que a punto estuvo de hacerlo el maño. Para colmo, una arrancada del delantero brasileño obligó a Sivera, el portero del Alavés, a lucirse para evitar un autogol al cortar Maras el pase de la muerte del atacante. El Racing, como ya hiciera en Santander, confirmó que podía mirar a los ojos al Alavés.

Además de con una gran parada de Parera a un duro remate de Rebbach, el segundo tiempo comenzó con la lesión y las lágrimas de Saúl. No parece gran cosa, pero interrumpe el gran momento que estaba disfrutando. Entró Satrústegui para recuperar sensaciones pero se tragó lo peor del partido, que fue la consumación de la victoria local. El dominio del Alavés, por mucho que en el Racing se detectara una mayor intención de adelantar líneas, fue absoluto. Estuvo avisando sin acabar apenas jugadas pero rondando constantemente el área verdiblanca. El navajazo era cuestión de tiempo.

Llegó desde el punto de penalti. Salva Sevilla es un valor seguro desde los once metros y dejó bien plantado a Parera. Reaccionó Romo metiendo a Arturo por Aldasoro y a Yeray por un Mboula que, como su equipo, también se pareció más al de la etapa anterior que al de las últimas semanas. Iñigo Vicente, por el otro extremo, estuvo incluso más ausente, pero se tragó toda la contienda. Se echó de menos el talento porque Pombo apenas olió la pelota tras el paso por vestuarios y, si ni los extremos ni el media punta están, el delantero centro tampoco.

Ni siquiera tras quedarse con un hombre más dio sensación el Racing de poder hacer daño al Alavés. Se la jugó José Alberto jugando con Arturo como único medio centro para meter a Cedric pero lo que llegó fue el 3-0 tras una fina acción del exracinguista Sylla, que terminó por congelar a un rival ausente.

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