En un escenario político donde la estabilidad y la continuidad liderativa son fundamentales, Santiago Abascal, actual presidente de Vox, se encuentra a punto de asegurar su cuarto mandato consecutivo al frente del partido. Esta posible reelección, que podría extender su liderazgo hasta el año 2028, se perfila como un hecho inminente, según las últimas informaciones provenientes del Comité Electoral de Vox.

La formalidad de este proceso radica en la proclamación de Abascal como presidente electo, una decisión fundamentada en la obtención de los avales necesarios, los cuales han alcanzado la cifra de 3.269, superando así el umbral establecido. Con la ausencia de otros candidatos en las elecciones primarias, la repetición de Abascal en el cargo parece ser un hecho prácticamente consumado, pendiente únicamente de la ratificación que se espera se lleve a cabo durante la Asamblea General Extraordinaria, convocada para este sábado.

La situación del partido. No obstante, esta perspectiva de continuidad no se desenvuelve en un contexto exento de desafíos y controversias para el partido. Vox, que experimentó una merma significativa con la pérdida de 19 escaños en las elecciones generales del 23 de julio, se ha visto afectado por un goteo constante de salidas de miembros destacados y renuncias de cargos en los últimos meses. Este fenómeno, que algunos han interpretado como un síntoma de divisiones internas, ha generado un ambiente de especulación y debate dentro de las filas del partido.

En este sentido, Abascal ha salido al paso de las críticas negando la existencia de corrientes internas y divisiones, atribuyendo las salidas a meros «avatares» propios de la dinámica partidista. El líder de Vox ha señalado, además, que existe un interés particular por parte de «dos o tres personas» en socavar la imagen del partido mediante la difusión de manifiestos anónimos y llamamientos a su refundación. No obstante, la realidad inobjetable es que varias figuras prominentes han decidido apartarse de la primera línea, entre ellas, Iván Espinosa y Víctor Sánchez del Real, quienes inicialmente estuvieron vinculados al partido.

La renuncia más reciente, la del número 2 de la Asamblea de Madrid, José Luis Ruiz Bartolomé, quien ha optado por retornar al sector privado, ha generado nuevas especulaciones y ha focalizado la atención en la presidenta del partido en la comunidad, Rocío Monasterio, como posible sucesora. Sin embargo, tanto Monasterio como Abascal han negado esta posibilidad, expresando su compromiso continuo con el partido y asegurando una confianza mutua.

Reorganización interna. En este contexto de incertidumbre interna, la reorganización de la estructura dirigencial del partido se erige como un elemento destacado. En una jugada estratégica, Abascal ha introducido cambios en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), el máximo órgano de dirección. La nueva ejecutiva, sujeta a la ratificación de la asamblea, prescinde de tres vicepresidencias y centraliza el liderazgo con la figura de Ignacio Garriga, quien asumirá tanto la vicepresidencia como la secretaría general.

Este movimiento estratégico ha sido interpretado como una medida para aplacar el malestar dentro del partido, especialmente en relación con la continuidad de Javier Ortega Smith, diputado nacional y portavoz municipal en Madrid, en el CEN. Ortega Smith, quien previamente fue objeto de especulaciones sobre su disposición a disputar la presidencia del partido, ve así consolidada su posición en la nueva dirección. El sorpresivo adelanto de la Asamblea General ordinaria de marzo a enero, según la explicación de Abascal, tiene la intención de separar las cuestiones internas del partido de los próximos procesos electorales.