26.04.2024 |
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Mucho trabajo para ‘El Niño’

Tanto Sergio García como pablo mendoza salieron a buscar el ko pero ninguno lo encontró | El cántabro, que no mostró su mejor versión, se encontró con un combate peligroso que le hizo trabajar hasta un último asalto en el que se la jugó

Sergio ‘El Niño’ García conecta una buena mano en el rostro de Pablo Mendoza. / Hardy
Sergio ‘El Niño’ García conecta una buena mano en el rostro de Pablo Mendoza. / Hardy
Mucho trabajo para ‘El Niño’

Los dos salieron a buscar el KO, pero ninguno lo encontró. ‘El Niño’ lo quería porque lo echa de menos, el otro porque, inferior como era, entendía que era la única manera que tenía de ganar. Se encomendó a su buena mano, pero ésta no encontró el camino correcto. Como el rival que tuvo en El Malecón delante, el cántabro había comenzado su carrera tumbando a sus rivales y, de hecho, su primer gran título, que fue el Campeonato de España, lo ganó castigando de lo lindo a su rival y terminando la faena por la vía del cloroformo. Sin embargo, no gana antes de tiempo desde hace más de tres años. Y quería hacerlo el pasado viernes por la noche, a una hora más propia de brujas que de boxeadores, para confirmar que su pegada ha mejorado; que ahora quizá saca menos manos que antes y que administra más sus golpes porque sabe cómo y cuándo hay que pegar para hacer daño y que los rivales no aguanten tanto en pie, pero su rival de nuevo lo volvió a conseguir. Se fue caminando. Y lo celebró como una victoria. Al cuarto asalto nadie daba un duro por que fuera a llegar al sexto, pero aguantó y él también buscó acabar por la vía rápida, pero eso es mucho decir cuando está Sergio García delante.

Pablo Mendoza lo buscó porque sólo sabe ganar así, pero no estuvo ni cerca. Sólo cuando el cuatro veces campeón de Europa rompió la distancia de seguridad y admitió boxear en corto con él tuvo el americano alguna mínima oportunidad, pero si ‘El Niño’ se ponía a boxear no había combate. La superioridad del púgil local, aún no enseñando su mejor versión, fue manifiesta, pero el peligro también. El nicaragüense afincado en Toledo se presentó en Torrelavega con nueve KOs en otras tantas victorias cosechadas en trece combates y eso quería decir que la mano le pesaba. Es prácticamente su única arma y por eso la soltó a pasear de manera constante y un tanto tosca, pero también peligrosa.

Mendoza tenía las ideas claras porque, por otro lado, eran muy simples: sacar su zurda abierta en cuanto pudiera a riesgo incluso de comerse algunas buenas contras. En el primer asalto acertó con un par de ellas y eso le debió animar, por lo que repitió la maniobra de manera constante en los asaltos sucesivos, pero buena parte de las manos se perdían en el aire, ya que a partir del segundo acto el cántabro se protegió mejor no sólo gracias a su capacidad de convertir su cuerpo en una coraza, sino por su sentido de la distancia, su ballesteo y su rápido movimiento de piernas. Su rival se perdía mientras contabilizaba puños contra la nada, lo que desgasta tremendamente. 

Sergio García manejaba bien las distancias, llevaba el ritmo del combate y dominaba los espacios. Era él quien iba a buscar a su oponente, pegaba y se iba. Lo hacía bien. El cántabro comenzó explotando el jab para continuar con golpes abajo y ganchos que hicieran levantar la cabeza de un contrincante a quien se le empezó a notar el desgaste en el segundo capítulo. Su rostro comenzaba a notar el castigo y también su tórax buscando un aliento más presente que nunca al estar boxeando al aire libre. 

La mayor envergadura del púgil local fue importante para mantener a Mendoza a distancia. Éste se mostró más pesado de piernas, con unos movimientos más toscos que su oponente y mucho más limitado técnicamente, pero tenía el peligro escrito en la cara. Por eso hizo trabajar mucho a Sergio García. Y trabajo es lo que había salido a buscar ‘El Niño’. Éste quería acabar por la vía rápida y lo buscó hasta el último tañido de campana, pero también sabía que una buena mano del nicaragüense podía dar un giro total a su carrera. Y jugar con ese peligro y esa amenaza constante no es fácil. Uno puede tener el combate absolutamente controlado y la victoria a los puntos garantizada desde el quinto asalto, pero una mano lo podía echar todo abajo. Esa incertidumbre constante es la que necesita todo combate y la del viernes a la hora de los lobos la tuvo.

Quizá por eso no le salió a ‘El Niño’ la pelea buena y vistosa que buscaba para enseñar una buena carta de presentación en el continente americano, donde siguieron la velada con interés por la presencia de ‘Maravilla’ en el menú. En esos combates que le deberían esperar a Sergio García en el futuro tendrá rivales de esos que con una sola mano cambian de manera brusca el guión de una pelea y bueno fue enfrentarse a esa situación y a esa tensión. El cántabro pegó para noquear pero también se defendió e incluso encajó. Quizá recibió más de lo que tenía que haber recibido y, por ejemplo, en el sexto asalto se comió tres buenas manos de Mendoza tras empezar él mismo el intercambio con un gancho. Y apenas se inmutó. Es bueno confirmar la capacidad de encaje de un boxeador que suma ya 32 combates sin haber recibido ni tan siquiera una cuenta de protección.

Entre el segundo y el quinto asalto quizá se vio lo mejor de ‘El Niño’. Envió a su rival a la escuela y le dio algunas buenas lecciones de boxeo mientras seguía sumando asaltos ganadores. Mendoza no hacía más que soltar manos abiertas y pocas encontraron su objetivo, lo que genera una cierta impotencia y un cansancio que se apreció bien en los dos primeros tercios del combate. Comenzaba los asaltos de manera valiente el nicaragüense pero los acababa sufriendo. La campana era su mejor amiga.

Fue cruzado el ecuador del combate cuando el torrelaveguense aceptó la invitación a pelear en menos distancia. El cántabro nunca ha dicho que no a nada ni a nadie. Y ahí también dominó, pero el peligro también se hizo mayor. De hecho, recibió quizá más de lo recomendable, lo que permitió a Mendoza, que se veía poco antes llegando el primero a casa a cenar, crecerse y volver a recuperar la fe en que una de sus buenas manos lo pudiera cambiar todo. 

Ni él se rindió en su cruzada por tumbar al campeón continental ni éste dio por buena una victoria a los puntos en los últimos asaltos. Tanto es así, que durante los últimos segundos del combate hubo un intercambio de metralla serio que culminó con los dos puestos en pie. Sergio notó una de las combinaciones que recibió y su rival olió sangre, por lo que, arengado por su esquina, se fue a por todo para acabar siendo él quien recibiera. Como siempre, al final sonó la campana y puso fin a un combate que para Mendoza y su equipo prácticamente supuso una victoria. Sabían bien que las cartulinas les iban a dar perdedores, pero se fueron como si fueran ganadores. ‘El Niño’ volvió a casa con una nueva victoria en su haber, con su invicto aún vigente y tras una buena noche de trabajo y de sensaciones recuperadas tras el confinamiento y ocho meses sin subir a un ring a jugársela. Le habría gustado terminar antes de tiempo y quizá resultar más espectacular, pero desde un principio ha sido consciente de que esto va de boxear. Lo que digan los demás nunca les ha importado. Deja que otros ladren es el lema del Kronk.

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