La prolongada confrontación entre Israel y Hamás ha alcanzado su cuarto mes, sumiendo a la Franja de Gaza en un estado de agitación continua. La contienda, que se desató el pasado 7 de octubre con un ataque multifacético de la milicia islamista palestina, ha dejado un saldo trágico de 1.200 vidas, mayoritariamente civiles, y ha marcado un sombrío hito al tomar más de 240 personas como rehenes.

Desde ese fatídico día, el conflicto ha creado un delicado equilibrio de fuerzas en la región, aumentando la tensión en un Oriente Medio ya volátil. Los Estados Unidos, temerosos de una escalada, han intensificado sus esfuerzos diplomáticos para desescalar las hostilidades. Antony Blinken, secretario de Estado norteamericano, se embarca en su cuarta gira por la región en tres meses, visitando nueve destinos clave, desde Turquía hasta Egipto, en un intento por mantener la paz.

Sin embargo, la región enfrenta una nueva dimensión de preocupación tras la muerte del número dos de Hamás, Salah Al Arouri, en un suburbio de Beirut, bajo control de Hezbolá, el partido-milicia proiraní. Este hecho ha elevado las alarmas sobre la posibilidad de que el conflicto se extienda al vecino Líbano, especialmente después de que Hezbolá respondiera con más de 62 misiles contra una base militar israelí.

La retórica incendiaria no es exclusiva de Hezbolá. Israel, por su parte, ha lanzado serias advertencias al Líbano, sugiriendo que Hezbolá debería aprender de la experiencia de Hamás en los últimos meses. Las tensiones se agudizan, dado que estas declaraciones surgen como las primeras del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, después de la muerte de Al Arouri, aunque Israel no haya reconocido oficialmente su implicación en el ataque.

La comunidad internacional observa con inquietud, especialmente los Estados Unidos, ante el temor de que Israel busque expandir la guerra al Líbano. Altos funcionarios estadounidenses, según fuentes del diario The Washington Post, sugieren que Netanyahu podría buscar prolongar el conflicto como una estrategia política para evitar investigaciones internas relacionadas con la seguridad del pasado 7 de octubre.

Un informe de Inteligencia estadounidense arroja luz sobre la complejidad de la situación. Según fuentes citadas por The Washington Post, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) podrían enfrentar dificultades al lidiar con dos frentes de guerra simultáneos, dada la dispersión de activos y recursos militares debido al conflicto en Gaza.

En medio de estas tensiones, el ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, exhorta a una solución urgente para los ciudadanos del norte de Israel que no pueden regresar a sus hogares debido a la escalada. La retórica del líder israelí destaca la urgencia de encontrar una solución diplomática, pero advierte que, de no lograrse, Israel y las FDI eliminarán la amenaza.

Mientras tanto, en Gaza, tras tres meses de intensos bombardeos y una ofensiva terrestre sin precedentes, las FDI proclaman haber desmantelado el "marco militar" de Hamás en el norte del enclave palestino. El portavoz del Ejército de Israel, Daniel Hagari, señala que han eliminado alrededor de 8,000 milicianos en esa zona, centrándose ahora en el centro y sur de Gaza. No obstante, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, advierte que el conflicto podría prolongarse por muchos meses más.

En cuanto a las cifras humanas, la guerra ha dejado un doloroso saldo de al menos 22,835 palestinos fallecidos, en su mayoría civiles, según el Ministerio de Salud de Hamás. Además, el 85 % de los gazatíes se ha visto obligado a abandonar sus hogares, dejando a la Franja sumida en una crisis humanitaria. La perspectiva del día después en Gaza se torna espinosa, con debates internos entre las facciones del Gobierno israelí sobre el futuro de los palestinos en la Franja.

En este contexto, las tensiones entre Estados Unidos e Israel se agudizan, mientras el alto diplomático norteamericano, Antony Blinken, llega con una misión crucial: persuadir a Netanyahu de que no extienda el conflicto al Líbano. Simultáneamente, Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, insta a evitar que el Líbano sea arrastrado a un conflicto regional.

La incertidumbre y la complejidad del conflicto en Oriente Medio plantean interrogantes sobre la capacidad de la región y la comunidad internacional para encontrar soluciones diplomáticas y evitar una escalada que podría tener consecuencias devastadoras para la estabilidad regional.