27.04.2024 |
El tiempo

Un tipo duro

A pesar del daño que se hizo en el hombro el día anterior, Mantilla terminó siendo titular en Leioa | Ocupó el lateral izquierdo, desde donde fue a más | Sacó de banda, chocó e incluso dio volteretas olvidando la zona dañada

Álvaro Mantilla, disputando un balón aéreo en Sarriena. / Hardy
Álvaro Mantilla, disputando un balón aéreo en Sarriena. / Hardy
Un tipo duro

Álvaro Mantilla es un tipo duro. Uno de esos que toma café negro después de cenar y que se afeita a navaja y sin espuma; de los que juega en manga corta aunque esté nevando y de los que parecen llevar puesta siempre una coraza porque no hay nada que le rompa. Cuando hace apenas dos semanas cayó sobre su hombro izquierdo tras intentar rematar en plancha un centro durante un entrenamiento, transmitió tal sensación de dolor que los técnicos y los compañeros le pidieron que dejara el entrenamiento, pero él no quiso. Continuó hasta que, media hora después, se echó al suelo para cortar un ataque durante el partidillo y, seguidamente, él mismo se levantó y dijo ‘hasta aquí hemos llegado’. Se había lesionado, pero apenas cinco días después estaba ya con todos. Lo malo fue cuando el pasado martes, a 24 horas de un partido en el que intuía que por fin iba a ser titular, volvió a dañarse el mismo hombro tras otro mal aterrizaje, esta vez tras disputar un balón aéreo. Entonces sí dejó la sesión de inmediato. Se intuían problemas y lo normal era darle por descartado, pero nadie se atrevía a hacerlo. Ni siquiera su entrenador. Todos saben que es un tipo duro.

Y tanto es así, que ayer entró finalmente en la alineación. No fue para jugar como central y, de esta manera, suplir la ausencia de Óscar Gil, sino para ocupar el lateral izquierdo y dar descanso a Maynau. Su debut oficial en el primer equipo había sido en la derecha y su segunda aparición, sin haber tenido nunca la posibilidad de participar en cualquier otro partido entrando desde el banquillo, fue para hacerlo en el costado opuesto. Contra el Portugalete sólo pudo jugar 45 minutos pero ayer contó con más tiempo. Buena señal.

Lo cierto es que hubo un momento en el que parecía que se iba a repetir la historia porque Joan Maynau estuvo calentando con cierta intensidad durante el tramo final del primer tiempo. Aquello invitaba a pensar que la nueva aventura del canterano no iba a tener mucho futuro, pero pudo respirar tranquilo cuando, durante el descanso, no fue el catalán quien siguió acelerando el trabajo de puesta a punto, sino que fue Soko, que fue quien entró por Camus. Es éste quien no termina de conseguir jugar más de 45 minutos, ya que en su primera titularidad, que fue contra el Alavés B, tuvo que pedir el cambio  tras la primera parte y ayer, en su segunda experiencia en el once, de nuevo vio caducar la aventura a la misma hora.

Mantilla se había dañado el hombro apenas 24 horas antes pero jugó como si no le hubiera pasado nada. Es posible que al correr se le notaran movimientos más contenidos en la zona dañada el día anterior, pero, por lo demás, el jugador cántabro no se dejó llevar por la lesión. De hecho, sacó de banda con normalidad, fue al choque cuando hubo que hacerlo e incluso rodó cuando, incorporándose al ataque en las postrimerías del primer periodo, fue derribado por un rival y dio un par de volteretas. Simplemente se levantó y dijo aquello de sigan, sigan, que aquí no hay nada que ver. No pasó lo mismo cuando, ya en el segundo periodo, salió de la cueva para mantener un duelo aéreo con Garai en la medular. Sencillamente, le atropelló. El cántabro fue con todo y, aunque es cierto que fue él quien cabeceó, derribó al contrario y éste quedó en suelo quejándose del incidente. El objetivo estaba cumplido: o se gana el duelo o se para el juego. Él hizo las dos cosas.

Para Mantilla era un día importante. Es un jugador que siempre lo da todo y Sarriena parecía un buen escenario para reivindicarse. Incluso puede que mejor que Los Campos de Sport. Tras la mili que hizo en el Laredo, está bien acostumbrado a patearse campos semejantes. No había miedo. Rozada entendió que podía ser un día para él porque en Laredo aprendió que no se puede ganar en territorios semejantes si no se ganan batallas individuales o se cazan las segundas jugadas. Y tener en el campo a un futbolista que transmite tanta intensidad es siempre un seguro.

No se prodigó Mantilla en exceso en ataque. Esa función se la quedó en exclusividad Álvaro Bustos. Ambos tenían a Goti correteando por esa banda, lo que siempre conlleva una responsabilidad añadida, pero, a cambio, el propio extremo asturiano del Racing tenía tan superado al carrilero leiotarra que limitó al máximo sus ganas de ir más allá de la línea de medios. Eso hizo que el bando azulgrana apenas buscara atacar por ahí. Sólo lo hizo cuando se encontró algún regalo.

Y lo encontró porque tuvo Mantilla unos minutos especialmente desafortunados con el balón en torno a la media hora de juego. Sufrió dos pérdidas y, sobre todo una de ellas, no acabó en gol porque el rematador, que fue Segado, un jugador que acababa de entrar al terreno de juego, decidió perdonar. El balón se fue alto y aquello salvó al Racing y también salvó a Mantilla, que ya había visto cómo el único gol que ha recibido hasta ayer su equipo había nacido a partir de una pérdida suya.

Lo cierto es que el jugador de Camargo fue creciendo con el balón. Es normal. Es una cuestión de confianza y su segundo tiempo fue mejor que el primero en ese sentido.  Administró bien sus aventuras ofensivas aunque lo cierto es que incluso rondó el gol a los 19 minutos de juego, cuando remató completamente solo un saque de falta botado por Martín Solar después de jugar al despiste con Álvaro Bustos. Tan bien lo hicieron, que funcionó. Y tan cierto es que el cántabro cabeceó flojo y atajó el portero como que estaba en fuera de juego y el árbitro lo vio.

También buscó Mantilla en un par de ocasiones las carreras de Cedric sin fortuna, tanto con un pase en profundidad como con un centro. No se vio en Sarriena la locomotora que puede con todo cuando el jugador cántabro va cargado de carbón pero fue un buen paso. Fue claramente a más y sólo queda por ver si va a tener continuidad el domingo ya sea repitiendo en la izquierda o dando descanso a Ceballos, que es el único junto a Matic que ha jugado los 180 minutos repartidos entre el partido del sábado y el de ayer.

Un tipo duro
Comentarios