En un gesto de solidaridad y respeto, los jugadores del Cádiz FC solicitaron guardar un minuto de silencio antes del partido contra Osasuna en honor a los guardias civiles brutalmente asesinados en Barbate. Sin embargo, la iniciativa estuvo a punto de ser saboteada por los Indargorri, un grupo de ultras de extrema izquierda independentista.

Los Indargorri amenazaron con boicotear el minuto de silencio, generando una atmósfera de tensión en el Estadio Ramón de Carranza. Ante esta situación, y en un intento por evitar conflictos mayores, los jugadores del Cádiz decidieron optar por otra muestra de respeto: lucir un brazalete negro en sus uniformes durante el encuentro.

Esta decisión, aunque no exenta de polémica, permitió que el partido se desarrollara sin mayores incidentes. A pesar de las amenazas y tensiones, el gesto de los jugadores del Cádiz reflejó su compromiso con la memoria de los guardias civiles fallecidos y su rechazo a la violencia.