En el marco de las elecciones gallegas, la expectación crece ante un escenario político marcado por la tensión y la incertidumbre. Todos los análisis y pronósticos convergen en señalar un desenlace altamente ajustado entre el Partido Popular y la coalición formada por el Bloque Nacionalista Galego (BNG) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Este inminente resultado ha avivado la atención sobre cada detalle, desde el nivel de participación hasta el impacto del voto exterior, dadas las potenciales implicaciones decisivas en el resultado final.

Según las cifras proporcionadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la diáspora gallega juega un papel significativo en este proceso electoral. Más de 476,000 ciudadanos gallegos residen en el extranjero y están habilitados para ejercer su derecho al voto, representando un considerable 17.7% del total de electores. A medida que avanzaba la jornada electoral, a las 12 horas, el censo en el extranjero ya había registrado una participación del 6.15%, equivalentes a 29,300 votos emitidos.

La distribución geográfica de esta diáspora revela patrones interesantes. La provincia de Ourense lidera con el mayor porcentaje de residentes en el extranjero, alcanzando el 29.1%. Le siguen las provincias de Lugo con el 20.6%, y A Coruña y Pontevedra, ambas con el 15.1% de ciudadanos gallegos en el Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA). Este último, se configura como un termómetro crucial para entender la dinámica electoral en el ámbito internacional.

En el análisis pormenorizado del CERA, se destacan los países con mayor concentración de gallegos en el extranjero. Argentina se erige como el principal destino, con 166,289 inscritos, seguido por Cuba (45,672), Brasil (45,391), Uruguay (37,165) y Suiza, el primer país europeo en número de gallegos en el censo, con 34,114 inscritos. Este panorama lleva a considerar a Argentina prácticamente como la "quinta" provincia gallega, evidenciando la significativa presencia de la diáspora en el proceso electoral.

Históricamente, la participación de los residentes en el extranjero ha sido variable. Tras alcanzar su punto máximo en 2005 con un 34%, la adopción en 2011 del sistema del voto rogado provocó un marcado descenso en la participación. La intención de fortalecer las garantías del proceso electoral se vio acompañada de una complejidad en los trámites, resultando en un declive sostenido: 3% en 2012, 2.5% en 2016 y 1.2% en 2020, según datos proporcionados por la Xunta de Galicia.

La eliminación del voto rogado ha inyectado optimismo en las expectativas de participación de los gallegos en el extranjero. Aunque no se espera que representen una proporción abrumadora del total, su influencia podría ser determinante en un escenario de elecciones tan reñido. Cabe destacar que en anteriores comicios, este segmento de votantes ha mostrado una inclinación hacia el Partido Popular.

Si el resultado final revela un empate técnico entre los principales contendientes, el voto exterior podría asumir un papel fundamental en la definición del veredicto electoral. Sin embargo, se advierte que no será sino hasta el lunes 26 de febrero cuando se proceda al recuento de estas papeletas, en un proceso que podría prolongarse hasta el próximo día 29.

En este contexto, las elecciones gallegas dejan entrever una complejidad que va más allá de la mera disputa política interna, extendiéndose hacia la participación internacional y la importancia de un proceso electoral que se vislumbra como uno de los más ajustados en la historia reciente de la región.