En una decisión que ha generado controversia, el Ayuntamiento de Pamplona ha pasado a manos de EH Bildu, a pesar del silencio mantenido durante 25 años por sus concejales sobre actos violentos, incluido el asesinato de Tomás Caballero, concejal de Unión del Pueblo Navarro (UPN). ), por ETA en 1998. Este silencio ha sido compartido por Joxe Abaurrea, entonces concejal de Herri Batasuna, y sus actuales ocho compañeros de EH Bildu en el consistorio pamplonés.

Esta toma de poder en el ayuntamiento más importante de Navarra ha sido posible gracias al apoyo necesario del Partido Socialista (PSN), siendo interpretada por algunos como la última concesión de Pedro Sánchez a los independentistas y los herederos políticos de la banda terrorista ETA.

A pesar de su veteranía, Abaurrea no será elegido alcalde. En su lugar, el cargo recaerá en Joseba Asirón, descrito por fuentes consultadas por ABC como "un hombre de paja" y un rostro menos polémico. Sin embargo, Asirón, con antecedentes penales por atentado a la autoridad y agresión a una mujer, la concejala de Navarra Suma, Carmen Alba, durante los Sanfermines de 2019, seguirá siendo una figura clave en el consistorio.

Asirón, condenado a seis meses de cárcel y una multa de más de 2.000 euros, además de una inhabilitación temporal, fue contratado por EH Bildu como asesor durante su tiempo fuera del pleno, permitiéndole continuar su influencia dentro del ayuntamiento. Esta situación ha generado críticas, con voces que califican su conducta como "legal, pero no decente".

El control del área más importante del Ayuntamiento de Pamplona por parte de Bildu, ahora en manos de un concejal con un historial de agresión, pone en evidencia las tensiones y desafíos que enfrentará la gestión municipal en un contexto de profunda división política y social. La situación en Pamplona se convierte así en un punto crítico en el panorama político español, donde las decisiones y alianzas continúan generando intensos debates y preocupaciones.