Dos cubos, una pala, ropa cómoda, protector solar, un buen sombrero y Gabriel Lacasa ya está listo para participar de nuevo en el concurso de castillos de arena de Comillas, sin que su síndrome de Down le haya impedido disfrutar como el que más durante medio siglo de esta actividad junto a decenas de niños.

La de Gabriel, acompañado de hermanos, primos y sobrinos que le arropan, es una historia de ilusión y constancia de toda una familia por mantener una tradición que se remonta a los años 60 del pasado siglo, pero también del deseo de demostrar las capacidades que cada uno puede aportar.

Oriundo de Madrid, Gabriel pasa los veranos en la villa marinera cántabra junto a su familia desde que nació, a la que todos llegaron a través del amor de sus abuelos por este pueblo donde se conocieron en 1914 en unas fiestas y que eligieron como segunda residencia, forjando un especial cariño por este mar y esta playa. Gabriel, el cuarto de diez hermanos, es «el núcleo de la familia», como le define su hermano mayor Luis Lacasa Heydt, así como «el engranaje fundamental para mantenernos unidos porque que conserva la inocencia de los niños y cuida de todos».

Con seis años participó por primera vez en este concurso que llegó a tener carácter provincial y desde entonces su pasión no ha hecho más que crecer, hasta el punto de que, durante el corto periodo de tiempo que dejó de celebrarse, insistió tanto a su padre que éste logró del Ayuntamiento que retomara su organización cada verano. Cuenta su hermano que Gabriel tiene su particular técnica para levantar su castillo, que siempre comienza por elegir un buen sitio, después hacer un gran agujero para tener el material necesario y por último, pero no por eso menos importante, coger la arena más cercana al mar para forman churros al estilo de la Sagrada Familia de Gaudí.

Durante todos estos años su mayor ilusión siempre ha sido participar en el concurso, donde es habitual que reciba algún premio especial por su técnica o por su destreza con la arena, arropado por su familia que ya suma más de 60 personas a su alrededor, que en todo momento le regalan palabras de ánimo y aliento.

Además, su conocimiento de la playa de Comillas le hace estar siempre atento a las mareas porque si hay algo que le enfada sobremanera es cuando el oleaje se lleva el trabajo de toda una mañana bajo el sol a cubo y pala.

Este verano, con 64 años, sigue cogiendo su palo y el cubo y bajando a la playa de Comillas a participar en el concurso con la misma ilusión y las mismas ganas que las decenas de niños que le rodean en las parcelas cercanas.

Durante este medio siglo, todos sus hermanos han participado con él en el concurso, pero ahora son los sobrinos los que han tomado el relevo familiar, de forma que, según explica Luis Lacasa, Gabriel se ha convertido en el ‘más veterano’ de todos cuantos acuden a la playa cada verano a levantar sus castillos con la única ayuda de la arena y su imaginación.