27.04.2024 |
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Inundaciones Cantabria. La resaca, limpieza y rabia

Varios trabajadores limpian los destrozos ocasionados ayer por la crecida del río Asón a su paso por la localidad cántabra de Ampuero, este martes. EFE/Pedro Puente Hoyos
Varios trabajadores limpian los destrozos ocasionados ayer por la crecida del río Asón a su paso por la localidad cántabra de Ampuero, este martes. EFE/Pedro Puente Hoyos
Inundaciones Cantabria. La resaca, limpieza y rabia

El primer día tras las inundaciones que azotaron Cantabria ayer, lunes, ha sido muy duro para los vecinos de las zonas afectadas, que con la rabia y la frustración muy recientes no tienen más que resignarse y limpiar los cuantiosos destrozos causados por el agua.

En Limpias, los vecinos han podido volver a ver este lunes el suelo de de sus garajes, totalmente anegados ayer por el agua, que ha dejado inservibles muchos recuerdos y objetos, como ha podido comprobar Efe.

A ello hay que sumar los daños en calles, viviendas y locales, que han llevado al Gobierno cántabro a pedir al Consejo de Ministros la declaración de zonas afectadas gravemente por una emergencia de Protección Civil para las localidades inundadas.

Al llegar a Limpias puede parecer que el desbordamiento del Asón no ha sido para tanto, y que ya está todo en su sitio, pero en cuanto uno comienza a pasear por sus calles se da cuenta de las consecuencias.

Así, se ve a los operarios trabajando a destajo para reanudar los suministros -como la luz- y colocando en su sitio los contenedores, que fueron arrastrados por el agua.

Los vecinos, por su parte, poco a poco van achicando el agua, evaluando los daños y limpiando como pueden.

“Fue todo rapidísimo, cuando nos dimos cuenta ya estaba inundado”, explica el vecino de uno de los primeros bloques del pueblo, cuyo aparcamiento subterráneo quedó completamente sumergido, perdiéndose casi todo lo que había dentro.

Los presentes comparaban ésta escena con la que dejó la última riada que hubo y las posible soluciones a las necesidades más apremiantes de la comunidad, sobre todo en lo relativo al garaje y a cómo poder usarlo cuando lo vacíen del todo.

Justo en ese momento pasa por la carretera principal el chatarrero. “Hoy va a tener más donde elegir que nunca”, dice uno de los vecinos con cierta ironía, en relación a todo el material que de un día a otro se ha convertido en chatarra.

Enfrente, el personal de una tienda de maquinaria de jardinería hace lo propio sacando el agua. Uno de los vecinos señala que su dueño pidió una vez quitar las maderas del río para evitar que se forme tapón, a cambio de aprovechar el material, pero "le dijeron poco menos que por eso le podían meter en la cárcel".

Otro habitante de Limpias, que en su garaje guardaba desde bolos cántabros de mucho valor a una carroza navideña o diversos aparatos electrónicos, ha perdido la mayoría a pesar de que recibió el aviso de un vecino para sacar los coches.

"Me tocó el timbre el vecino a las seis y media de la mañana, no me enteré del agua pese a que tenemos alarma. Pude sacar justo el coche y el quad, el resto no", explica, antes de añadir que, "en media hora se había puesto esto indecente”, ya que "las bombas de achique no hacen milagros".

En su opinión, "lo peor es que va a ocurrir más veces porque no dejan limpiar los ríos y no puede ser". “Resignación, no queda otra. Siempre pagamos los mismos”, insiste.

Este vecino ha perdido "muchos recuerdos" y desconoce cuáles de ellos se los va a compensar el seguro o el consorcio.

A pocos metros, en Ampuero, la situación está parecida. Todo el mundo evalúa daños y los efectos se dejan sentir cuando uno se fija con atención más allá de las carreteras, que ya están todas por esa zona más o menos transitables.

La plaza de toros tiene a su alrededor un reguero de barro que no da lugar a dudas, mientras que los comerciantes siguen limpiando sus locales, que muchos de ellos no han podido abrir con normalidad, de nuevo con resignación por saber que no es la primera ni la última vez que les pasa. <Sin autor>

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