26.04.2024 |
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El Sinfín, al borde del abismo

Sumó en Pamplona una nueva derrota y si hoy Nava gana en Valladolid, prácticamente consumará su descenso | Defendió bien a Anaitasuna y Ernesto se lució bajo palos, pero de nuevo falló el equipo en ataque

Acción de ataque del Sinfín sobre la defensa de Anaitasuna. / DIEGO GÓMEZ
Acción de ataque del Sinfín sobre la defensa de Anaitasuna. / DIEGO GÓMEZ
El Sinfín, al borde del abismo

Es difícil ganar sin pasar de 23 goles. Hay que rozar la perfección en defensa y tener una gran portería para conseguirlo, pero a veces, como ayer en Pamplona, ni siquiera eso es suficiente. Al Sinfín le falta algo para ganar. Quizá sea un poco de todo, pero lo cierto es que está agotando todas sus vidas y como hoy Nava gane en la pista del Atlético Valladolid, se puede ir despidiendo de jugar en Asobal la próxima temporada. Necesitaba ganar ayer a Anaitasuna para encender una nueva vela a la esperanza pero de nuevo se quedó sin cerillas, sin argumentos con los que sacar verdadero partido a su buen hacer en la retaguardia, que ayer estuvo bien respaldada por un soberbio Ernesto. Dio igual. Varias veces amagó el equipo de Víctor Montesinos con al menos empatar la contienda pero siempre fue a remolque, nervioso, con la presión en su rostro y, lo que quizá es más preocupante, durante algunos momentos del primer tiempo, incluso entregado.

Porque no arrancó bien el Sinfín. No consiguió que se hiciera evidente sobre el parqué que se estaba jugando la vida, que los dos puntos que había sobre la mesa eran el último clavo ardiendo al que aferrarse para, por lo menos, seguir caminando con un objetivo que alcanzar. Y ese mal inicio le hizo, una vez más, ir constantemente a remolque, siempre con la necesidad de reaccionar, de remontar y recuperar desventajas que en el primer tiempo no fueron más allá de los cuatro goles (10-16, 12-8) pero que en el segundo llegó incluso a los cinco (19-14). A todo eso respondió siempre el equipo santanderino, pero no tiene ahora mismo el motor suficiente para completar un verdadero volteo en el marcador. Siempre acaba pagando sus mediocres puestas en escena.

Sabía Montesinos que algo había que cambiar para que su equipo volviera a ganar. En condiciones normales, ya había visto que resultaba imposible. No quería morir dándose de cabezazos contra la misma pared, por lo que introdujo novedades de partida. La primera fue la de devolver a Ernesto a la portería. Y el madrileño estuvo estelar siendo él quien impidió que Anaitasuna abriera ya distancias insalvables en el primer tercio de encuentro. Además, colocó a Pla de partida en el extremo, a Óscar le colocó en un lateral y a Roca en el otro porque Zungri parece no estar para nadie en esta recta final de campeonato. Ayer de nuevo tuvo apenas una presencia testimonial en el encuentro porque incluso llegó a ser Óscar García quien acabó el mismo en su posición.

Comenzó el entrenador cordobés alternando cada pocos minutos en pista a Xavi Castro y al citado lateral valenciano. Quien siguió estando prácticamente siempre fue Malus, que ayer al menos aportó un par de goles pero apenas miró a portería. Ni mucho menos se echó el equipo a las espaldas sabedores todos de las lagunas ofensivas que estaba mostrando. Al final, terminaron siendo sus compañeros en los laterales quienes se jugaron las bolas calientes siendo Xavi Castro quien marcó tres de los últimos cuatro goles de los suyos.

Porque lo cierto es que llegó con vida el Sinfín a la recta final del encuentro, lo que parecía impensable después del parcial de 4-0 que puso las cosas 19-14. Teniendo en cuenta los guarismos goleadores tan bajos con los que estaba avanzando el partido, parecía ya una diferencia difícilmente salvable. Menos aún, cuando Víctor Montesinos ya había quemado la que parecía ser su última bala en la recámara para intentar romper con la lógica establecida y dar la vuelta a la situación: atacar sin portero y, por lo tanto, con siete jugadores de pista.

Le fue bien en el arranque del segundo tiempo porque convirtió el 14-11 con el que se fueron ambos equipos a descansar en un ilusionante 15-14. Dio la impresión de que Anaitasuna había cortocircuitado. Ya antes del descanso, el Sinfín también había recuperado del fondo de armario el 5-1 con el que ya había complicado las cosas al conjunto navarro cuando quiso dañar la portería de Ernesto y con ese ataque con su portería vacía parecía haber dado un paso más. Pasó a jugar el Sinfín con dos pivotes (Muñiz y Lon) y ese sentimiento de jugar con uno más le permitió, cuando menos, conectar por fin con al segunda línea, algo que le costó enormemente durante todo el encuentro. Y, cuando lo hizo, se encontró con un Ramiro que no tuvo su día al fallar lanzamientos en los que ya parecía haber hecho lo más difícil o, directamente, encontrarse con la madera.

Lo malo fue que la reacción del Sinfín no tuvo continuidad. Se quedó en el 15-14 y, a partir de ahí, comenzó el mejor momento de Anaitasuna, con el que empezó a volar y a correr y dio la impresión de dar carpetazo al partido. En medio, el equipo santanderino falló su tercer penalti del encuentro y cortó la racha local desde esa misma distancia. La presencia de Dija, todo un seguro en esa especialidad, quizá podría haber aportado esos tres tantos con los que la historia podría haber sido diferente.

Con 19-14 parecía marcharse el tren. Más aún, recordando algunos pasajes del primer tiempo en los que el Sinfín había transmitido su intención de sacar bandera blanca al ni tan siquiera correr a defender tras alguna de las muchas pérdidas en las que cayó a lo largo del encuentro. Y eso que algunos de los contragolpes fueron abortados por Ernesto, sobre todo uno que a buen seguro que se colará entre las mejores intervenciones de toda la jornada.

El parcial de 4-0 fue respondido con otro de 0-3. Volvió el 5-1 en defensa que había aparecido por vez primera en la contienda después de un tiempo muerto solicitado por Quique Domínguez tras ponerse el Sinfín a tres goles (12-9) tras el único gol de Herrero Lon. Y salió bien a la primera pero no tuvo continuidad por una pérdida de Xavi Castro (tuvo una colección de ellas en unos minutos de desacierto en esa primera parte) que permitió correr a Anaitsuna y por una posterior exclusión de Malus. Esto último ya hizo que el Sinfín pasara a atacar sin portero, como hacen todos al quedarse con uno menos, pero lo continuó cuando recuperó a sus efectivos. Y logró minimizar daños antes del descanso porque el marcador era de un 14-11 complicado pero no imposible.

Montesinos pidió tiempo muerto con 20-17 y, de partida, dio descanso a Malus para que Xavi Castro y Óscar García jugaran como central y lateral izquierdo. En el otro estaba Roca. Dos goles del primero y uno más del segundo volvieron a igualar las cosas hasta dibujar en el luminoso un 21-20 muy parecido al 15-14 que había anunciado una revolución. Cerca estuvo el Sinfín de, cuando menos, igualar la contienda pero nunca lo logró. Le faltaba dar el paso siguiente tras ponerse también 22-21 y 23-22. Fueron momentos en los que se echó en falta una mayor claridad de ideas arriba y, sobre todo, de un mayor número de alternativas, ya que no había más opción que buscar al lateral de Terressa, que, precisamente, jugará en Anaitasuna la próxima campaña. Y a él nunca le tiembla el pulso a la hora de echarse el equipo a las espaldas, pero todo se hace muy predecible. Anaitasuna presumió también de una tremenda defensa y, respaldado por otra gran actuación bajo palos, logró una victoria que celebró a lo grande porque significaba la certificación de que no se iba a complicar la vida en la recta final del campeonato. Por contra, al Sinfín le toca ir hoy a Valladolid a echar un cable al equipo local para que Nava no sume nada. Al menos, para seguir respirando.

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