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Inés Martín Rodrigo: Con "Las formas del querer" me acerqué al precipicio

Pablo Ayerbe Caselles

Inés Martín Rodrigo: Con "Las formas del querer" me acerqué al precipicio

Pablo Ayerbe Caselles

Santander, 20 feb (EFE).- De las palmeras de chocolate de la Mallorquina a las del Mune de Santander, Inés Martín Rodrigo (1983) presenta por toda España 'Las formas del querer', una novela en la que confiesa, se acercó "al precipicio" desde el que estuvo "a punto de saltar" y cuyo terapéutico retrato de los trastornos alimenticios le ha valido el premio Nadal de literatura 2021.

En apenas tres semanas desde su publicación, "Las formas del querer" ha alcanzado su tercera edición, "un sueño hecho realidad" para esta periodista, según señala a Efe en una entrevista desde la casa de una amiga en Santander, el mismo espacio donde hace apenas unos meses terminaba el manuscrito de la novela.

El amor por las palmeras de chocolate es solo de uno de los puntos en común que comparte Martín con la protagonista de la novela, Noray, que cuenta en primera persona la historia de su familia a través de la historia de España, además de su situación personal.

Noray e Inés transcurren paralelas, sin tocarse, tal y como señala la escritora, y aunque insiste en que no son la misma persona, confiesa que durante el proceso creador el personaje "le poseyó" y se asomó "al precipicio" al recordar el trastorno alimenticio que padeció hace veinte años.

"Me daba miedo asomarme a esa parte de mi pasado", apunta la escritora, quien señala que revivir esa experiencia hizo que estuviera a punto de "dar marcha atrás" en la escritura.

"Me he apropiado de su voz sobre todo desde un punto de vista terapéutico, he sido capaz de buscar en partes de mi pasado, mirar en partes que no había mirado desde hace mucho tiempo", añade la escritora.

"Fue muy duro y eso se nota en la escritura", opina. A través de este proceso introspectivo, Martín establece una novela un relato sobre la salud mental, desde los traumas en edades tempranas, hasta el deseo de suicidarse de una adolescente, un elemento que, apunta, no tenía pensado incluir en un primer momento.

La escritora señala que escribió el grueso de la novela "en los peores momentos del confinamiento", algo que cree que se ha reflejado en "Las formas del querer". "Refleja lo que estábamos viviendo en ese momento, aquella inseguridad y no saber qué iba a pasar al día siguiente se filtró en la novela", opina.

ACABAR CON EL TABÚ

"Las formas del querer" es también la historia de varias generaciones y por lo tanto, de varios puntos de vista a la hora de tratar los problemas de salud mental en el seno de una familia y su entorno.

"La culpabilidad es algo con lo que cargamos a veces cuando hablamos de los trastornos mentales, de la enfermedad mental, pero hay que intentar apartarlo", afirma Martín, quien cree que ese sentimiento acaba "condicionando mucho a la familia y al enfermo".

Por ello, la escritora considera que "no hay que restar importancia" a los problemas, pero tampoco se trata de "culpabilizar" a los padres. "Bastante tienen para llevar el día a cuestas", añade.

Así, Martín pide un "esfuerzo" por parte de los medios de comunicación para "llamar a las cosas por su nombre" y reconocer que "desde la infancia, los niños también pueden sufrir trastornos", para poder atajarlos cuanto antes. "Pedírselo a los políticos es un esfuerzo inútil, porque tristemente no lo van a hacer", opina.

"Tiene que haber un esfuerzo por parte de la sociedad para que este tipo de trastornos no sean considerados un tabú ni un estigma", continúa la autora, quien confiesa que ella vivió así su enfermedad.

AGRADECIMIENTO DE LOS LECTORES

La autora afirma que no había encontrado en la literatura un relato similar a lo que ella vivió y señala que el agradecimiento de muchos lectores que han tenido relación con la anorexia u otros trastornos está compensando el duro proceso creador vivido. "Creo que la escribí para eso", señala.

"Solo por ese agradecimiento merece la pena haber pasado por ello", opina Martín, quien reivindica la lectura y la escritura por su valor terapéutico, algo que también se refleja en la novela, en la que su protagonista se refugia en los libros en sus peores momentos.

"La literatura también es una buena herramienta para ponerle cara a estas enfermedades, ponerlas rostro, que no sean un mero término o una palabra mal usada", señala.

Ese agradecimiento hace que Martín esté convencida de que la novela ya no le pertenece a ella, aunque le acompañe siempre, y que ahora es de los lectores, que pueden imaginar cómo evoluciona debido a su abierto final.

"Ya no es mía, que cada uno lo haga suyo, que cada uno la lleve donde quiera", señala Martín, quien rechaza continuar la historia de Noray en una segunda novela, aunque ahora ya se confiese "más escritora y menos periodista". Aunque advierte, "nunca digas nunca". EFE

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pac/lcj

(foto)(vídeo)(audio)

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