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Empar Moliner: "No me puedo inventar nada y, por tanto, me lo invento todo"

Irene Dalmases

Empar Moliner: "No me puedo inventar nada y, por tanto, me lo invento todo"

Irene Dalmases

Barcelona, 8 mar (EFE).- Mientras se bebe una copa de cava, la escritora Empar Moliner reflexiona sobre su oficio y sobre cómo ha evolucionado desde que empezó en 1999. Esta noche, recibirá el Premio Ramon Llull 2022 por "Benvolugda", y cree que, sin ser buscado, en sus títulos trata de lo que se encuentra a su alrededor.

"Siempre -asegura en una entrevista con Efe- me lo copio todo, no me puedo inventar nada y, por tanto, me lo invento todo. Cuando empecé hace más de veinte años, mis personajes eran más jóvenes. Ahora se han hecho mayores, pero hay un tema que sigue apareciendo, el de la alegría salvaje y la miseria máxima de cualquier tipo de pareja".

Publicada por Columna en catalán y Planeta en castellano, mañana llega a las librerías su tercera novela, protagonizada por una dibujante en la cincuentena, que acaba de obtener el "certificado de menopáusica oficial", en una historia sobre el paso del tiempo, la vulnerabilidad del amor matrimonial y la maternidad.

A la vez, en estas páginas ha querido reflejar el declive sexual femenino, "esta estafa, que no te imaginabas, que nadie te explica y que ocurre de un día para otro".

La protagonista del relato, que igual que Moliner está casada con un hombre más joven y es madre de una hija, se dará cuenta un día, en el coche familiar, que su marido, violinista titular en una orquesta, se enamorará de la violinista suplente que en ese momento ocupa el asiento del copiloto.

Expresamente ha buscado que el hombre, al que describe como un Neptuno, sea más joven que la dibujante Remei Duran para que el contraste entre lo que ambos están viviendo sea más pronunciado.

Para Moliner, mientras que del declive sexual masculino se ha escrito mucho y en grandes obras, como las que pergeñaba Philip Roth, sobre el climaterio no hay apenas literatura y aunque "alguien te pueda responder, que será por algo, yo creo que sí que hay que tratarlo".

Consciente de que "la nueva literatura contemporánea menopáusica" igual no interesa a los jóvenes en la veintena, de la misma manera que otros no quieran leer sobre la vejez, sí espera Moliner llegar con este texto a una mayoría de lectores y darles a conocer una historia en la que hay humor y momentos escatológicos.

También subyace el hecho de que la protagonista se da cuenta de que le queda menos tiempo del que ya ha vivido, "algo que es muy fuerte" y que a la escritora le ocurre.

Por otra parte, llama la atención el final, avisando su autora de que ella no actuaría como lo hace su personaje, pero: "Yo nunca salvo a mis personajes, no puedo hacerlo, no me sale".

En otros momentos de la trama, en cambio, reconoce que Remei y Empar pueden tener ciertos parecidos, como estar "anticipando siempre el desastre ya sea respecto a cuestiones perversas, como en cuestiones cotidianas, como ir a comer a un restaurante que te gusta mucho y no disfrutar de ese momento porque piensas todo el rato que eso acabará".

La amistad es otra de las temáticas que aparece, especialmente la que se forja entre madres a la puerta de un colegio o los lazos que se establecen con la práctica del deporte, algo que ella conoce bien porque lleva años corriendo.

"El deporte -argumenta- une más que las desgracias, que la sangre, que la lucha política, es una unión circunstancial muy importante".

Lo que ocurre en la infancia, asimismo, tiene su peso en la obra, puesto que provoca que el principal personaje "quiera mal y necesite todo el rato ser querida, de aquí el título".

A pesar de todo ello, Moliner advierte que las novelas "no tienen que ser una fábula moral. Su grandeza es que tú te sitúes dentro y digas, '¡hostia, veo lo que está pasando desde allí!'".

Preguntada sobre si le preocupan las críticas, al ser una periodista mediática, responde que cuando se gana un premio así "puedes recibir más hostias, es normal, pero aquí solo habla la obra" y agrega que habrá lectores que "pensarán comprar el libro porque en el jurado hay gente como Pere Gimferrer o Carme Riera. Esto me hace mucha ilusión, igual que me gustaría que mucha gente lo leyera", declara.

En este punto, confiesa, por otra parte, que no cobrará el premio, dotado con 60.000 euros, porque tuvo una multa de Hacienda. "Nunca -ha aseverado- debería haber confiado en una gestoría que se llamaba Memphis".

Respecto a proyectos futuros, Empar Moliner desvela que le encantaría escribir un musical en lengua catalana que "pudiera acabar dando la vuelta al mundo". EFE

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