renunciar a su escaño en el Congreso tras las revelaciones que involucran a su exasesor, Koldo García Izaguirre, en una supuesta trama de cobro de comisiones ilegales por la venta de mascarillas durante la pandemia. Sin embargo, el exministro se muestra firme en su decisión de no ceder su puesto, al menos por ahora. "Si fuera ministro, habría dimitido", afirmó Ábalos en una reciente entrevista con LaSexta, subrayando que, como diputado, no ha cometido acciones que justifiquen su dimisión. "No estoy acusado de nada", recalca, defendiendo su inocencia y la integridad de su labor parlamentaria.

El exministro argumenta que las críticas hacia él no deberían centrarse en actos de corrupción, sino quizás en su "capacidad política para seleccionar al personal" y la decepción causada por aquellos en quienes confió. "Si eso me inhabilita políticamente, es más, posiblemente me inhabilita de por vida para todo ya (...) me parece tremendo", expresó, reflejando la gravedad con la que ve la situación.

Aunque reitera que no ha obtenido beneficios de las irregularidades ligadas a las mascarillas y se considera víctima de engaño, Ábalos no descarta la posibilidad de una futura dimisión, siempre que así se lo solicite su partido. "Tengo que pensármelo", señaló, abierto al diálogo sobre cómo "ejemplarizar la vida pública" dentro del PSOE. En este contexto de acusaciones cruzadas, apunta al Partido Popular, sugiriendo que quienes demandan su renuncia podrían tener antecedentes de corrupción aún más graves.

Ábalos refuerza su defensa alegando su desvinculación de la querella y la falta de pruebas que demuestren un enriquecimiento ilícito por su parte. "No me he lucrado, sigo en mi piso de Valencia desde el 86", aseveró, distanciándose de cualquier beneficio material derivado del escándalo. La firmeza de Ábalos en mantener su escaño despierta un debate sobre la responsabilidad política y la rendición de cuentas en un momento especialmente tenso para el escenario político español.