Las calles próximas a las playas de varias localidades de Cantabria se han llenado de basura, vasos, botellas, restos de copas y basura. Una escena, tan típica como lamentable, que deja cada año la Noche de San Juan.

Como diría el refrán: de aquellos polvos, estos lodos. La limpieza brilló por su ausencia en el amanecer de San Juan y los operarios municipales han tenido que hacer un gran esfuerzo para volver a dejar las playas y sus alrededores de una manera digna.

Y es que, los vecinos de estas zonas han denunciado, de nuevo, la situación que se vive cada vez que se dan este tipo de celebraciones, y se han quejado de cómo se encuentran las calles tras la fiesta. "A limpiar les ponía yo", comentaba un afectado.

En Santander, los aledaños de la Segunda playa de El Sardinero tenían otro mar, pero este de basura. Bolsas, bolsas y más bolsas inundaban la zona. Algunas copas todavía conservaban los hielos y todo.

"Qué pena y que falta de educación. Tendrían que prohibirlo, hasta que aprendan respetar", decía una vecina de Santander en redes sociales. 

También otro ciudadano expresaba su malestar y añadía que “en algunos sitios no nos dejan pasear ni al perro, y la gente es mucho más cerda que cualquier perro”.

Lo mismo ha ocurrido en San Vicente de la Barquera, donde los vecinos han criticado que "no ha habido servicio de limpieza ni seguridad", y que "todo estaba lleno de excrementos, vómitos y orines".

También han afeado que había "gente tirada" por las calles, y que incluso ha habido "acampadas ilegales" por las avenidas próximas a la playa del pueblo.

“Pésima gestión del Ayuntamiento. Lo pagamos y sufrimos todos los habitantes”, decía una persona afectada.

Lo peor de todo es que esta imagen no es solo una noche, o en estas dos localidades en concreto, sino que cada vez que hay una actividad nocturna los restos de la fiesta todavía se dejan ver por la mañana.

¿Hasta cuándo hay que vivir esta situación? Que la administración pertinente facilite contenedores y baños portátiles, que las autoridades multen a quién haga actos ilegales, y que las personas que acudan a estos sitios no dejen el lugar hecho una pocilga. 

Son tres cuestiones muy simples, pero parece que son complicadas de llevar a cabo.