Un 10 de julio de 1982, siendo Juan Hormaechea alcalde, diez mujeres se incorporaron a la policía lo cal de Santander con los mismos derechos y obligaciones que sus compañeros, aunque tuvieran que vestir con falda por debajo de la rodilla. Fue un gesto a favor de la igualdad, que a partir de entonces

dejó de ser noticia, porque ya es habitual que muchas mujeres formen parte no solo de la policía lo cal, sino de la Policía Nacional y del propio Ejército.

Sus inicios no fueron un camino de rosas, evidentemente, porque tuvieron que soportar el machismo imperante en la época, pero el impacto de sus estampas ejercen do un oficio tradicionalmente de hombres atrajo las miradas de muchos ciudadanos, que aplaudieron la decisión de Juan Hormaechea.

Aquellas mujeres valientes son hoy, 38 años después, un ejemplo para tantas policías como han con seguido en pleno siglo XXI normalizar la imagen de que su oficio lo pueda desempeñar cualquier persona independientemente de su género.