En el municipio de Cabezón de la Sal hay 11 ganaderos que atienden un total de 350 reses de la raza vacuna autóctona de Cantabria. Concretamente, en el pueblo de Carrejo están os hermanos Jesús y Luis Herrero, hijos del recordado ganadero Camilo con 100 animales; otros 50 cría Manuel Quintana en Santibáñez. En este lugar están además, Fernando Gutiérrez con 15 vacas, Ángel Herrro con otras 15 y Ana Herrero con 10.

En el pueblo de Vernejo Carlos Sánchez cuida de 15 animales igual cantidad que Andrés Cobo. Un centenar de reses forma parte de la cabaña de José y Germán Pérez, nietos de Germán, vecino de Cabezón de la Sal, un enamorado de la raza. Y, por último, hay que añadir otras 30 tudancas de Sergio García, vecino de Butabalado.

Las localidades  de Carrejo y Santibáñez, pedanía perteneciente al municipio de Cabezón de la Sal, ha sido, y sigue siendo, un territorio apropiado para la cría del ganado vacuno de la raza tudanca.  La  calidad de sus animales es  reconocida, como lo evidencia en los premios que obtienen allá a los concursos ganaderos que acuden. Estas selectas reses  son observadas todos los años en la feria anua de Santa Lucía, que tiene lugar el 13 de diciembre, en  el término de Carrejo. Y, por supuesto, en la Olimpiada del Tudanco, del 12 de octubre en Cabezón de la Sal.

La fama que tiene la carne tudanca pasa nuestras fronteras regionales. Destacados carniceros son reconocidos por la carne de esta raza vacuna de Cantabria. Manuel Quintana y Pedro Gutiérrez, entre otros ofertan chuletones así como otros productos como hamburguesas, cachopos,  cecina, salchichón  y paté.

Manuel Quintana ha venido recibiendo durante varios años  la visita de alumnos de varios países estudiantes de gastronomía del Basque Culinary  Center, de San Sebastián, que se desplazaron la municipio cabezonense  para conocer las características de esta carne.

VACA TUDANCA. Raza bovina española autóctona de la zona occidental de Cantabria, habita en áreas de montaña y pastos difíciles, siendo capaz de soportar las bajas temperaturas sin ningún tipo de problema.

La capa más común en los machos reproductores es casi negra, con un «listón» claro que les recorre el dorso. La vaca es parda con diversas tonalidades y los terneros son rojos al nacer y  a partir del año y medio o dos años su color torna a oscuro.

Las astas presentan diferentes formas, aunque la típica es larga, abierta, ligeramente torcida y de base blanca con pitón negro.

Su aspecto es magro, ágil y anguloso, con preponderancia del tren anterior. Tiene andar decidido y elástico, y es de carácter temperamental y vivo.