02.05.2024 |
El tiempo

Salir de la red y pasar página

Afición del Racing. / RRC
Afición del Racing. / RRC
Salir de la red y pasar página

El Racing perdió con estrépito el pasado fin de semana pero a cambio vivió una experiencia. Ni tan mal. Lo importante es sentir cosas. Hay quien paga por ello, como hacen en ‘Días extraños’, la película de Kathryn Bigelow en la que, mediante un artefacto que te pones en la cabeza, puedes vivir lo que antes ha vivido otra persona, incluida la muerte. Un sueño puedes comprarte en ‘Desafío total’, de Paul Verhoeven, mientras que en ‘The Game’, de David Fincher, hay una empresa que te fabrica un juego que anime tu monótona vida. Lo malo es que estas aventuras se convierten en una trampa y que la mayoría termina desorientado y sumido en una pesadilla de la que quiere salir porque ya no sabe si lo que está viviendo es real o es falso. Similar tuvo que ser la sensación de los futbolistas verdiblancos sobre el césped de La Romareda, cuando en siete minutos recibieron un bombardeo que les desconcertó, que les impidió saber si el partido que estaban disputando era de verdad o de mentira. ¿Dónde está la cámara?, se preguntaban. Yo no pagué para esto.

En la obra de Fincher, el personaje de Michael Douglas recibe un regalo envenenado de su hermano, un juego que en un principio desprecia pero que termina generándole curiosidad cuando oye hablar de él a unos desconocidos. No sabe de qué trata, pero lo activa sin saber muy bien a dónde le va a llevar. Y a donde le lleva es a un derrumbe absoluto de su vida. Una pesadilla. Los pilares sobre los que se sostenía se vienen abajo y donde antes había orden acaba habiendo caos. Algo así le sucedió al Racing en La Romareda, cuando salió con un plan establecido que, además, le estaba funcionando bien, pero el mundo se le echó encima en cuestión de minutos. Todo pasó a no tener sentido.

Nadie resiste a dos expulsiones y dos goles en contra en siete minutos. Es como poner a un equipo a prueba, calibrar su nivel de estrés, dejarle solo en mitad de la jungla sin medio alguno de supervivencia. Se vio envuelto en una trágica y terrorífica historia de la que sabía que no podía escapar a corto plazo porque le quedaba una hora de juego por delante. Se vio el Racing en una situación similar a la del personaje de Douglas o a la del de Cary Grant en ‘Con la muerte en los talones’, la película quizá más icónica de las que hizo Hitchcock sobre una persona de tantas que, por diversas razones, a menudo fortuitas, se ve metido en una aventura que no le corresponde y en la que sufre una importante crisis de identidad. ¿Quién soy yo ahora? Es lo que se preguntaba el conjunto cántabro tras verse con sólo ocho futbolistas de campo y tanto todavía por jugar. ¿Qué hago ahora con mi vida?

A Grant, que se llama Roger O. Thornhill, le confunden durante la película con George Kaplan, un enigmático personaje del que poco se sabe y al que parece que quieren matar. Se ve metido el protagonista en una serie de malentendidos y escenas amenazantes para las que no estaba preparado porque él no era ningún espía ni nadie metido en ese mundo de novela. Era un tipo normal que sólo quería jugar un partido once contra once y en igualdad de condiciones. Como el Racing. Lo que sucede es que éste, en parte, tuvo parte de culpa de lo que sucedió.

Dicha culpa procedió de las expulsiones, ya que ambas fueron justas. Poco que objetar. “Él se lo buscó”, dirá alguno. Tampoco es eso. Porque también culpan de todo lo que le pasa a Jason Bourne, el protagonista de la gran saga titulada con su apellido, por no haber seguido las reglas del juego y haber querido actuar por su cuenta. No se puede. Por eso le quieren borrar como borran a Sandra Bullock en ‘La red’, en la que descubre algo que no debía descubrir y, a cambio, anulan toda su vida. Y hoy en día es sencillo porque lo hacen haciéndola desaparecer del sistema, que está informatizado. Ya no tiene cuenta corriente a su nombre, ni tarjeta de crédito, ni existe en el registro. A ver cómo demuestras que eres tú. A ver cómo podía demostrar el conjunto cántabro en La Romareda que era el mismo equipo que había pasado por encima del Albacete la semana anterior. Imposible. Con esa tormenta que le cayó encima en siete minutos no se puede demostrar nada. 

Si algo demuestran películas como ‘La red’ es la vulnerabilidad de la vida de sus personajes, que suelen ser gente normal. Lo que les pasa a ellos se lo pueden hacer a cualquiera. Caminamos sobre un alambre. Como todo equipo de fútbol y más aún en Segunda División, donde se puede pasar de la confianza absoluta tras ganar al Albacete al miedo por lo que pueda suceder tras una derrota y haber sumado al Málaga como perseguidor real. Porque el club andaluz es poderoso, con trayectoria, presupuesto y, para colmo, un calendario aparentemente asequible. Es peligroso de verdad. Teniendo en cuenta que el domingo viene el Granada, se aprecia en el racinguismo un cierto terror a que esa pesadilla de La Romareda en la que el mundo se le echó encima perdure. No lo debe permitir.

Nadie lo hace. Todos esos personajes citados en este texto pelean por recuperar su identidad y por volver a su vida real y lo normal es que terminen bien. Lo pasan mal, pero salen adelante con la ayuda de aliados con los que, por otro lado, hay que tener cuidado, ya que la historia en la que se ven envueltos está repleta de trampas y personajes traicioneros. Quien no falla es la afición, que dio toda una lección en La Romareda para guiar a los suyos y recordarles que no pasa nada, que fue sólo una pesadilla de la que hay que despertar. Dos partidos consecutivos tiene por delante para hacerse grande y resultar decisiva, para seguir viviendo sensaciones pero que, en esta ocasión, respondan a la vida real, no a implantes, juegos caros o experimentos científicos del futuro. Once contra once. Toca pasar página y despertar. Lo de Zaragoza fue sólo un mal sueño. Fue tan raro que no volverá a suceder.

Salir de la red y pasar página
Comentarios