Al Racing le va bien cuando, fundamentalmente, le va bien en casa. Sus mejores temporadas en medio de su mediocre (en el mejor de los casos) última década se han producido cuando el equipo verdiblanco ha conseguido levantar un fortín en Los Campos de Sport. Sucedió así en sus dos últimos ascensos, tanto en el liderado por Paco Fernández como en el de Iván Ania, y también cuando logró el récord de puntos en Segunda B pilotado por Ángel Viadero. En dos de esas tres ocasiones, el conjunto cántabro comenzó el curso como lo está haciendo hoy a las órdenes de Fernández Romo. En el otoño del 2018 enlazó hasta nueve victorias en Santander y en el del 2016 llegó a las siete. A ver hasta dónde llega en el del 2021.

En concreto, el Racing del curso 21-22 cuenta por victorias sus primeras cinco apariciones en campo propio. No ha dejado escapar nada hasta la fecha. Ha ganado los cuatro primeros partidos ligueros como local más el disputado en Copa Federación contra el Arenas. Es una racha que le ha servido para instalarse en la zona alta de la clasificación, en el quinto puesto, empatado a puntos con el Deportivo y a cuatro del líder Unionistas. Sin esa capacidad para ganarlo todo en casa, el conjunto cántabro se habría visto metido en problemas porque a domicilio sólo ha sido capaz de rascar un punto de nueve posibles tras perder en Logroño y en Barreiro y empatar en Ferrol.

El camino es el correcto. Para el Racing, ascender es sinónimo de mantenerse aseado en su propio campo. En la campaña liderada por Paco Fernández, aunque el conjunto cántabro comenzó firmando tablas en sus dos primeras apariciones como local, no perdió ni un solo encuentro liguero en Los Campos de Sport en toda la temporada. Es más, en el coliseo verdiblanco incluso mordió el polvo un equipo de Primera División como el Almería, que visitó Santander en Copa del Rey. La única derrota del conjunto cántabro como local en aquella histórica (por muchos motivos) campaña fue en el torneo del KO contra un Sevilla que terminaría ganando la Europa League y al que, para colmo, terminaría eliminando el bando racinguista en el Sánchez Pizjuán.

Aquel Racing de Paco Fernández terminaría consumando el salto de categoría, como no podía ser de otra manera, en Los Campos de Sport, donde marcó a última hora un gol que dejaría en la cuneta al Llagostera. El otro proyecto que logró el ascenso, que fue el de la campaña 18-19, acabaría jugándose el salto de categoría bien lejos de Santander, en Son Malferit, pero su expediente en El Sardinero fue incluso más espectacular que el firmado un lustro antes. De hecho, aquel Racing pilotado por Iván Ania comenzó su andadura como local logrando nueve victorias ligueras consecutivas. Nadie fue capaz de llevarse nada de Santander hasta el mes de marzo, cuando, ya en la trigésima jornada, el Real Unión logró arañar un empate a cero.

Es cierto que en medio sí sufrió aquel conjunto cántabro una derrota en Santander, pero fue en Copa del Rey y ante un rival de competición europea como en aquel entonces fue el Betis. Éste ganó por la mínima 0-1 pero tampoco era la guerra del Racing, que sólo encajó una derrota como local en todo el calendario liguero. Fue el Gernika el único que se marchó con todo el botín ya en el tramo final de la competición, cuando estaba todo el pescado vendido y cuando el equipo verdiblanco ensució un tanto su expediente cediendo una tremenda colección de empates en partidos que, lógicamente, pensaban ya más en el playoff que en sus propias estadísticas.

El Racing de Ángel Viadero que batió el récord de puntos no alcanzó las nueve victorias ligueras consecutivas en casa pero sí las siete. Le frenó un empate en casa contra la Cultural Leonesa, que fue el equipo que se disparó en aquella primera vuelta. En el tramo final del campeonato, condicionado por las lesiones hasta que logró reconstruir su plantilla en enero, aquel equipo verdiblanco se dejó puntos también en Santander ante Coruxo, Bilbao Athletic y Celta B, pero, a partir de febrero, contó todos sus partidos en casa prácticamente por goleadas. Ya en el playoff, aprovechó su potencial como local para apear al Rayo Majadahonda y remontar el resultado adverso en el campo del Villanovense, pero, paradójicamente, lo echó todo a perder con un puñado de minutos catastróficos en El Sardinero ante el Barça B. Al final, la fiabilidad como local se construye día a día.

Sin brillo. El Racing de Fernández Romo lo está haciendo. No brilla pero gana. Tampoco el Racing de Paco Fernández era una diversión continua. Ya suma cinco partidos consecutivos ganados en Santander, lo que, además de ser su sustento clasificatorio, también aporta una cierta paz social, ya que el ambiente siempre es mejor cuando el aficionado y el abonado ve ganar a los suyos aunque después se muestre incapaz de conseguirlo cuando está lejos. Lo que sí consigue esto último es mantener en tensión al personal y, en cuanto ve que esa rutina que está dispuesto a aceptar corre peligro, en seguida aparecen los silbidos. Los hubo el pasado miércoles ante el Arenas y también el sábado pasado contra el Calahorra. Sobre todo, cuando el técnico quitó del terreno de juego a Pablo Torre y a Íñigo.

El balance cosechado hasta la fecha ante Tudelano, Talavera, Dux, Arenas y Calahorra es de cinco victorias con once goles a favor y sólo dos en contra. Es prometedor. Lo que falta es ver qué es capaz de hacer el Racing cuando tenga delante en su propio campo a otro ‘gallo’ de la categoría o a un rival de la zona alta. Y es una prueba que no va a tardar en poder hacer porque el próximo equipo que pase por Santander va a ser el Deportivo. Será el domingo 24 a mediodía y después de que el conjunto cántabro haya tenido dos oportunidades de romper su mala dinámica como visitante, primero en Copa contra el Avilés mañana mismo y después el domingo a las cinco en Badajoz ante otro equipo que aspira a todo. Octubre está regalando muchas citas de interés