20.04.2024 |
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RACING VS CARTAGENA | DOM. 28/5 16:15 H.

El templo que pasó a ser fortín

El Racing pasó de sumar 7 puntos, marcar 4 goles y encajar 9 en los diez primeros partidos en casa a sumar 21, marcar 15 y encajar 6 en los diez siguientes | El Sardinero acabó siendo clave para lograr la permanencia

El conjunto cántabro durante unos entrenamientos en la Albericia. / SDE
El templo que pasó a ser fortín

Muchas religiones, si no todas, poseen edificaciones que son sagradas y que son utilizadas como lugares de culto para sus partidarios y seguidores. Son los templos. Y el del racinguismo es El Sardinero, a donde sus fieles acuden normalmente cada quince días a cumplir con el ritual que ordena una tradición centenaria.

Es allí donde los racinguistas se reúnen, donde cantan, celebran, sufren y lloran. Es allí donde han de suceder las cosas importantes y donde se han de fundamentar los éxitos del equipo. Por eso éste no carburó bien en la primera vuelta y ha volado en la segunda, porque a partir del cambio de año se produjo el reencuentro del conjunto cántabro con su templo, con su lugar de peregrinación, con, en definitiva, sus aficionados.

Es en casa donde el Racing ha conseguido el premio gordo. Es ahí donde se produjo el verdadero cambio. Los números cantan, suponen una evidencia de tal calibre que se hacen irrebatibles.

El cambio ha sido absoluto en número de victorias conseguidas, en número de puntos cosechados, en goles a favor e incluso en goles en contra. Nada que ver.

En definitiva, el conjunto cántabro pasó de ser el peor equipo como local de toda la categoría en la primera mitad de la temporada al cuarto mejor en la segunda. Utilizó su templo como impulso y triunfó tanto en su cometido que incluso le terminaron sobrando jornadas. Tanto es así, que el último partido de la temporada será en El Sardinero y allí podrá celebrarse un ritual sin exigencia clasificatoria de ningún tipo.

José Alberto hizo un diagnóstico muy rápido cuando se puso al frente de la nave racinguista. Tenía claro que resultaba prioritario mejorar el bagaje en casa y, sobre todo, marcar más goles para poder sanar al enfermo.

En ambos factores ha triunfado. La jugada le ha salido bien porque el cambio ha sido total. El Racing, de hecho, llegó al ecuador del campeonato habiendo sumado sólo siete puntos en su templo de los treinta posibles.

En esos diez encuentros como local, sólo fue capaz de marcar cuatro goles mientras que recibió nueve. Una sangría. Había que hacerlo muy bien a domicilio para salvar una trayectoria tan errática en El Sardinero y lo cierto es que el conjunto cántabro, a pesar de estos números, logró mantenerse más o menos a flote y no demasiado lejos de la luz. Con el cambio de año y de entrenador cambiaron las cosas. Lo hizo a partir de esa contundente y mediática victoria ante el Sporting con El Sardinero lleno a rebosar y un gran ambiente de fútbol por parte de dos hinchadas entregadas. Aquel partido se disputó después de más de un mes sin que el racinguista hubiera tenido la opción de visitar el templo y reencontrarse con los suyos por el parón navideño y la acumulación de compromisos a domicilio con el que terminó la primera vuelta. Eso dio tiempo a tomar aire, reflexionar y resetear. Nada volvió a ser igual en El Sardinero. Hubo un antes y un después a partir de aquel enfrentamiento norteño.

El Racing de José Alberto ya ha disputado en El Sardinero los mismos diez partidos que disputó en el templo el Racing de Fernández Romo. Y ha pasado de sumar siete puntos a 21; de marcar cuatro goles a quince y de encajar nueve a seis. Nada que ver. El conjunto cántabro en verdad ha logrado levantar un auténtico fortín sobre el que se ha fundamentado su remontada clasificatoria y la consecución del objetivo con semanas de antelación. A lo largo de toda la segunda vuelta, el equipo verdiblanco ha cosechado una sola derrota en casa, que coincidió con la visita del Levante.

Aquel día incluso mereció algo más pero así funciona el fútbol. Fueron semanas de cierta incertidumbre porque el Racing venía de empatar en Huesca y Lugo, aquí de manera agónica, y una semana después perdería en Burgos. Por eso la vuelta a Santander para recibir al Albacete, un equipo al alza, se convirtió en una fecha capital. De nuevo hubo que echar mano de la importancia del templo para, en el momento adecuado, enseñar la mejor versión.

Es la capacidad de conseguir algo así lo que diferencia a unos y a otros y el equipo pilotado por José Alberto lo ha conseguido.

Aquel día ante el equipo manchego o quince días después ante una potencia como el Granada, cuando una derrota podría haber dejado al Racing a dos puntos del descenso, fueron momentos fundamentales que el equipo verdiblanco tuvo la fortuna de jugar en casa, donde todo ha ido sobre ruedas. El conjunto cántabro, en definitiva, se jugó el todo por el todo en su propio campo, ante su afición, en el templo. Y no falló con esas victorias consecutivas ya citadas contra Albacete y Granada, que fueron continuadas por las conseguidas ante el Ibiza y el Eibar. Fueron encuentros en los que asomó la figura de Baturina con luz propia con dos goles decisivos. De hecho, es muy probable que termine su trayectoria verdiblanca con cuatro dianas y todas ellas han sido en El Sardinero, por lo que tiene mucho que ver en la buena dinámica como local que ha mantenido el Racing en la segunda vuelta.

Tan buena ha sido que sólo el Granada, intratable en Los Cármenes, donde ha sumado 26 puntos desde enero, el Alavés (25) y el Tenerife (23) han sumado más que el equipo de José Alberto en su propio campo en la segunda vuelta.

El templo que pasó a ser fortín
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