05.05.2024 |
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MÁLAGA 0-1 RACING

El Racing aguanta a una mala bestia

El Racing aguantó el buen primer tiempo del Málaga sin apenas pisar campo contrario y aprovechó que se quedó con uno más nada más comenzar el segundo para dar la vuelta al partido y llevarse los tres puntos
Racing Málaga
El Racing aguanta a una mala bestia

No está el Racing para dar una segunda vida a un rival de la talla del Málaga, una mala bestia que en cualquier momento se podía convertir en ese león herido dispuesto a dar sus últimos coletazos antes de irse para el otro mundo. No lo hará. El Racing no le dejó. Éste aguantó el primer tiempo con más solidez que brillantez y aprovechó la oportunidad que le dio el fútbol para asestar la puñalada definitiva a un equipo que se queda muy lejos de todo. El equipo andaluz, el que se la jugaba, se quedó con uno menos nada más comenzar el segundo tiempo y ahí cambió la historia. Y el cambio fue para bien.

Era tanta la necesidad del Málaga que, en su caso, una cartulina roja no fue sinónimo de paso atrás. No se lo pudo permitir. No se atrincheró en ninguna cueva y siguió buscando la victoria, que era lo único que le valía. Por eso aparecieron huecos para correr, para que el Racing por fin se sintiera poderoso con balón, para aparecer con asiduidad en campo contrario. Y lo aprovechó en uno de sus escasos tiros a portería. Quizá el único entre los tres palos. El autor fue Íñigo Vicente, un tipo que no necesita potencia, sino inteligencia para marcar. Mira, piensa y anota. El Racing, una vez más, no fue brillante pero sí práctico.

Los dos equipos coincidieron en el mismo terreno de juego pero no en el mismo partido. Jugaron en realidades y en dimensiones distintas. El Málaga estaba en una final y el Racing no. Y esa trascendencia local se notó tanto con once como con diez. Nunca se conformó con un botín inferior a la victoria pero se quedó sin nada. Durante todo el primer tiempo vivió con la ilusión de verse mejor pero la expulsión de Genaro nada más comenzar el segundo tiempo le mató. Mezclada con su necesidad, resultó letal.

El equipo andaluz fue a buscar a su oponente y apareció en el césped con el colmillo afilado. El Racing, que tenía más oxígeno en su bombona, lo sabía y quizá por eso salió a jugar con la intención de construir un partido largo, con paciencia, sabiendo que el paso de los minutos podía correr de su parte porque cuanto más tiempo estuviera el conjunto andaluz corriendo detrás de su último tren más le iba a costar subir a bordo. Y el plan le volvió a salir bien. La espera mereció la pena.

Como si del Villarreal B o el Andorra se tratara, el Málaga monopolizó la posesión durante todo el primer tiempo logrando que se jugara, mayoritariamente, en el campo verdiblanco. La película se parecía a la de los dos últimos encuentros y quizá la diferencia estuvo en el intento del Racing de salir con la pelota jugada y en posicionarse con un bloque medio cuando intentaba fabricar el conjunto andaluz.

Ambos tuvieron las ideas bien claras. Los locales querían llevarse el botín a base de desgastar a su oponente y de insistir y los visitantes a base de robar y de correr. Era su mejor arma porque, once contra once, apenas se mostró capaz el Racing de superar líneas con la posesión en su poder. Sólo cuando encontraba a Íñigo Vicente conseguía enlazar con los de arriba, que sí se encontraban con campo para correr y ser peligrosos. Con todo, costó rematar a portería. No lo hizo el conjunto cántabro, de hecho, hasta el segundo tiempo. Primero avisó Aldasoro y después Juergen, ambos desde fuera del área. Fue a la tercera cuando marcó el diez.

Y eso que cerca estuvo de hacer lo propio Baturina a centro de Dani Fernández cuando apenas habían pasado unos segundos de partido, pero el delantero no llegó. Al croata le tocó pelear, ejercer de faro, jugar más de espaldas que de cara y repartir a los extremos. Otra vez se fue sin rematar pero sí con una nueva asistencia en su poder. Tras una jugada larga y madurada en la frontal del área, detuvo la pelota a escasos metros del portero, atrajo a dos defensores y, en el momento oportuno, se la cedió a Íñigo Vicente, que volvió a definir con la precisión de un cirujano.

Se adelantó el Racing cuando lo más normal es que se hubiera ido a descansar perdiendo, ya que no es propio de Rubén Castro perdonar la que perdonó en el 37. Se aprovechó de un mal rebote cuando Saúl intentó despejar de cabeza el peligro haciendo, en cambio, que el balón golpeara en Rubén para, al final, dejárselo a placer al delantero. A éste le llegó botando, ideal para darse la vuelta y empalar a portería, pero se encontró con un gigante llamado Parera. La diferencia entre la forma de rematar de Íñigo Vicente y la suya, confiando más en la potencia que en la colocación, uno mirando al portero y otro sin mirarlo, fue evidente.

Mereció más el Málaga jugando once contra once. Lo buscó más y llegó más, pero sin acierto, como le suele suceder a un equipo al que todo le va mal. Lago Junior puso en muchos aprietos a Saúl por su banda pero el Racing tampoco sufría demasiado. Era consciente de que su rival iba a salir encendido por pura necesidad y aguardó su momento. Lo que no sabía es que iba a tener la ventaja de jugar con uno más todo el segundo tiempo. Y el conjunto cántabro ya superó la etapa en la que no aprovechaba las oportunidades. Hay que reconocerlo: todo pinta bien.

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