25.04.2024 |
El tiempo

«Estoy enamorado de esto, aquí ha nacido mi hijo, estoy muy feliz en el Racing»

El Racing y el racinguismo dijeron adiós de manera digna a un grupo de jugadores importantes que no continuarán | Muchos querían seguir, pero no habría tenido sentido porque apenas contaban para José Alberto

Fausto Tienza
Fausto Tienza
«Estoy enamorado de esto, aquí ha nacido mi hijo, estoy muy feliz en el Racing»

Dicen que la primera impresión es la que queda, de ahí la importancia de una buena presentación. Sin embargo, las despedidas son igual de importantes porque cierran un capítulo de nuestra existencia y el fin de una relación entre dos o más individuos. Saber hacerlo bien dignifica el momento compartido entre ambos y decide en qué lugar de la memoria se va a guardar el recuerdo que han fabricado juntos. Por eso el Racing quería hacerlo bien con ese puñado de futbolistas que el pasado domingo jugaron su último partido con la camiseta verdiblanca y que habían sido pilares fundamentales en el ascenso del curso pasado. Lo consiguió. La afición pudo cogerles por la solapa y, como Alfredo a Totó en ‘Cinema Paradiso’, darles un sabio consejo con el que caminar en el futuro: «Hagas lo que hagas, ámalo, como amabas la cabina del Paraíso». El Paraíso ahora ya no era un cine, sino un campo de fútbol: El Sardinero.

A todos ellos les habría gustado continuar porque han sido felices en el Racing. Incluso en la exitosa segunda vuelta del presente campeonato, cuando jugadores como Satrústegui, Unai Medina o Fausto Tienza pasaron a un segundo plano. De hecho, el extremeño confesó hace pocas semanas que era «feliz en Santander», donde le gustaría seguir «el año que viene y muchos años más». «Estoy enamorado de esto, aquí ha nacido mi hijo y por muchas circunstancias estoy muy feliz en el Racing», añadió. Pero no va a continuar. Por eso fue uno de los que recibió un cálido adiós en el encuentro ante el Cartagena.

En su caso, no fue tanto la afición como el propio José Alberto quien le cogió por la solapa. El entrenador fue Humphrey Bogart y Tienza Ingrid Bergman en el aeropuerto de ‘Casablanca’. Éste último se quiere quedar pero el primero le dijo que es mejor que se vaya. «No tienes ni idea de lo que te espera si te quedas aquí. Tal vez no te arrepientas ahora, ni hoy, ni mañana, pero sí más tarde y toda la vida». Se lo dijo porque sabía mejor que nadie que en el Racing apenas iba a jugar como apenas jugó desde su llegada al banquillo. Por eso es preferible que aproveche los buenos años de futbolista que aún le quedan en otra plaza. Decirle «siempre tendremos París» no habría tenido demasiado sentido pero sí que siempre les quedará A Coruña, Salamanca, Majadahonda, el balcón del Ayuntamiento o Ferrol, donde incluso levantó una copa. Eso ya no se lo va a quitar nadie.

El problema que tuvo Fausto Tienza es que no se fue del terreno de juego solo, lo que le habría brindado una ovación en exclusiva, sino con Cedric, el gran héroe de la tarde. Él también fue uno de los pilares del ascenso y tampoco ha contado apenas para José Alberto. La diferencia es que mantiene contrato en vigor, pero no está claro que vaya a continuar. De hecho, la manera que tuvo de irse, los gestos que hizo con las manos e incluso las lágrimas que le asomaron cuando se metió en el banquillo invitan a pensar que él mismo tenía la certeza de estar despidiéndose. Es uno de los jugadores más queridos por la afición, que también quiso dedicarle un gran homenaje, y eso ensombreció la salida del campo del medio centro pacense.

Es posible que Fausto Tienza se sintiera en ese momento como Lisbeth Salander en la última escena de la versión que David Fincher hizo de ‘Millennium’. Tras caracterizarse como una mujer con un carácter frío y distante incapaz de transmitir emoción alguna, parece decidida a dar un paso adelante y entablar una relación con Mikael, el personaje al que da vida Daniel Craig. Incluso le ha hecho un regalo que está a punto de darle cuando, de pronto, le ve del brazo de su jefa y amante. La desilusión es patente, la historia no transcurre como había imaginado, pero tampoco le da más vueltas. Tira a la basura el obsequio y, al adquirir la certeza de que la historia que se había imaginado era imposible, decide desaparecer sin ser vista. Hay que asumir la realidad. El medio centro extremeño entendió que no podía competir en popularidad con el delantero nigeriano pero eso no le privó de una buena despedida, a la altura de uno de los mejores finales cinematográficos de los últimos años.

El adiós definitivo de buena parte de la columna vertebral que logró el ascenso es también una forma de decir definitivamente adiós a esa etapa racinguista en la que le tocó manejarse en los barros de la categoría de bronce. Como si, con la permanencia, con la consolidación en Segunda y con cada vez menos futbolistas de aquella época en la plantilla, el club haya pasado página y haya entendido que toca afrontar otro momento vital. Como le sucede a la madre de ‘Boyhood’, la película de Richard Linklater, cuando su hijo Mason se marcha a estudiar a la universidad. Es también un final, una despedida importante y emocionante, ya que no sólo está viendo cómo su retoño se va de casa, sino también que ya nada volverá a ser igual, que lo que sido su vida en las dos décadas anteriores ha terminado. Es, en el fondo, lo que espera el Racing: no volver atrás y mirar sólo hacia delante. El club cántabro podría haberse dejado llevar por la nostalgia y por el agradecimiento a un grupo de futbolistas fundamentales y renovarles para seguir juntos e intentar alargar los buenos momentos que han vivido juntos. Esa tentación pudieron tener la ‘groupie’ Penny Lane y el reportero musical William Miller en ‘Casi Famosos’, de Cameron Crowe. Ambos se despiden de manera sencilla y sin caer en el efectismo, con la certeza de que, aunque dieran continuidad a su relación o si volvieran a reencontrarse en un futuro, nada volvería a ser igual porque los momentos que han vivido en la gira de aquel grupo son irrepetibles. No merecería la pena. Sin embargo, el adiós, como el vivido el pasado domingo en Los Campos de Sport, está repleto de emotividad con esa carrera del bisoño protagonista corriendo por los pasillos del aeropuerto para encontrarse con la mirada de ella desde el avión, que le dedica una sincera sonrisa con la que todos sonreímos. 

Lo cierto es que el último partido de la temporada fue un final perfecto con un guión, además, difícilmente mejorable, ya que marcaron los dos futbolistas que representan el futuro y el hombre que más lo necesitaba, que también era el más homenajeado, quien todo el mundo quería que marcara. Incluso Bobadilla tuvo sus minutos y Unai Medina y Satrústegui volvieron a confirmar que siempre dan, cuando menos, un notable. No hubo portazos, sino la promesa de volver a verse. Tampoco desinterés. El «sinceramente, querida, me importa un bledo» con el que se despide Clarck Gable de Vivian Leight en ‘Lo que el viento se llevó’ no existió. Aquí nadie ha sacado de quicio a nadie.

«Estoy enamorado de esto, aquí ha nacido mi hijo, estoy muy feliz en el Racing»
Comentarios