Astillero vive tiempos de reconversión. Tras verse en el abismo después de volver a perder su sitio en la ACT en el verano del 2019, tomó la decisión de empezar a caminar más lentamente pero de manera más segura. Por encima de todo, quiso armar un proyecto fundamentado en la gente de casa y que levantara una sólida base que le permitiera mantener un cierto equilibrio y, sobre todo, un futuro al que mirar. Como tuvo que hacer Castro en su momento, asumió su realidad y quiso levantar una construcción prácticamente de cero. Y poco a poco va cogiendo altura. El pasado verano, quizá el más complicado de su historia moderna, lo terminó salvando con nota y ahora afronta un 2021 con nuevo entrenador y misma filosofía. Si el proyecto tiene sentido es porque, entre otras cosas, más de la mitad de los remeros que están entrenado para competir con la ‘San José’ este verano son canteranos.

La entidad astillerense tomó la sabia decisión en el otoño de 2019 de empezar a dejar de prometer lo que no podía cumplir. Desde los últimos tiempos de Francisco Gárate en la presidencia había sido un club al que le había costado fichar porque había perdido credibilidad. Y eso cuesta reconducirlo. Lo bueno es que por fin ha admitido sus limitaciones económicas, ha dejado de autoexigirse grandes logros a corto plazo, su afición lo ha entendido y todos juntos han puesto las luces largas. La entidad ha asumido que los remeros ha de ‘fabricarlos’ en casa y en eso anda. Ya el curso pasado dio la alternativa a un buen número de jóvenes bogadores y la misma inercia mantiene con vistas al 2021, ya que los pocos nombres nuevos  que hay son tanto de valores que han promocionado de juveniles porque se han ganado una oportunidad o de caras conocidas que vuelven a casa.

Entre estas últimas hay dos remeros capaces de dotar de calidad y experiencia a las bancadas de la ‘San José’. Una de ellas es la del propio entrenador, Vasile Matei, que es toda una institución en el club azul. Formó parte de los años de vino y rosas en los que Astillero tuvo la hegemonía de todo el Cantábrico y fue quien se encargó de tomas las riendas del equipo tras la salida de Dani Pérez. Fue otro de esos años complicados en los que la embarcación cántabra pagó un mal inicio cargado de mala fortuna para acabar firmando el primero de los dos últimos descensos a la ARC 1. Tras aquella experiencia, el remero y entrenador rumano se echó a un lado. Más tarde firmaría otro buen año al frente de Camargo y el pasado verano aceptó el reto de volver a Astillero para intentar dar un paso más respecto al curso pasado.

Otro que vuelve a casa es Carlos Iriondo ‘Perdi’. Abandonó su casa en el 2016, el mismo año en el que lo hicieron otros nombres importantes, y, desde entonces, ha remado dos años en Pedreña, otro en Santoña e incluso otro más en Colindres. No se le han caído los anillos. Llegó a ser el dueño absoluto de la proa de la ‘San José’ y ahora quiere recuperar su sitio. El pasado curso remó a las órdenes de Joseba Fernández en la trainera pedreñera y de allí ha pasado el puente de Pontejos junto a Kevin Ruiz. Éste es un joven pero experimentado patrón a quien le cayó el peso, en pleno proceso de formación, de tener que sustituir a Borja Gómez. Por eso se hizo un curso intensivo que le permite ser, a pesar de tener sólo 23 años, un patrón con un buen número de regatas ligueras ya a sus espaldas.

Astillero estaba falto de patrones porque Iván Gómez no va a poder gobernar a la ‘San José’ este verano. Ya el verano pasado sólo podía acudir a una de las dos regatas del fin de semana por cuestiones laborales y con vistas a esta nueva aventura ha preferido echarse a un lado. Vasile Matei contará, además de con Kevin Ruiz, con el aún más joven (20 años) Miguel Gómez. Es cierto que falta veteranía en la popa pero ésta se adquiere en el agua. Y la apuesta del club azul, liderado en su faceta deportiva por José Luis Cruces ‘Garru’, es muy clara.

De ASturias. La otra incorporación de Astillero que no procede de su propia casa es de otro asturiano. Se tata de Beltrán González, habitual en las competiciones de banco móvil defendiendo los intereses de Náutico de Luanco. Poco a poco, se va formando una pequeña colonia de remeros procedentes de la comunidad vecina, ya que el recién llegado se suma a Ignacio García y David Gutiérrez. Eso hace más fácil el desplazamiento de ambos.

En el capítulo de bajas, que son más de las que se podía pensar en un principio, hay remeros importantes que participaron en buena parte de las regatas del curso pasado. Entre ellas, destaca la del propio Javi Pérez, que se atrevió a liderar al equipo en el año más complicado, pero no ha tenido continuidad. El club decidió dar un cambio y apostar por Vasile Matei y el remero castreño volvió a ‘La Marinera’. Otro que remó un buen número de regatas fue Sergio Martínez Prada, que fue el habitual proel de la ‘San José’. Su hermano Javier sí seguirá a bordo pero él se va a quedar en tierra. También José Luis Sanz, que se ha incorporado a Castro, completó un buen número de regatas al igual que el gallego David Serodio, que por vez primera y ya en la treintena, probó fortuna fuera de Coruxo y, una vez vivida la experiencia, ha hecho el viaje de vuelta. Cristian Cortijo, que estuvo en la lista de temporada aunque apenas tuvo la posibilidad de remar, tampoco está entrenando este año con el equipo.

El club confía en haber cubierto bien las bajas para afrontar un año especialmente complicado por el nivel que amenaza con tener la categoría. Ha habido salidas y llegadas pero lo bueno es que se mantienen en el bloque remeros importantes como Manu Crespo, Edu Ruiz, Javi Peña, Álvaro Campuzano, Luis Andrés Rioz o Roberto de Llanos. Los tres últimos son los que, sobre todo, sumando a Iriondo y, obviamente, al propio Vasile Matei, aportan la experiencia siempre necesaria para llevar el barco a buen puerto. En el descenso del pasado domingo en Camargo ya fue capaz la ‘San José’ de marcar el segundo mejor tiempo y, aunque son regatas en las que cualquier conclusión amenaza con resultar precipitada, siempre supone una motivación para seguir trabajando con vistas a un nuevo verano en el que volverá a tocar pelear por salvar el cuello, que no es poco.